TEATRO “La familia Fernándes” canta, baila, entretiene y deja mensajes optimistas"
Se estrena una obra con elenco conformado por niños y adolescentes. Humor, coreografías complejas y canciones de distintos ritmos.
Se abrazan todos en el escenario, las manos ajustando la cintura del que está al lado. Sus pelucas de colores chocan en el cielo de ese círculo humano y hacen de techo a una intimidad que mezcla nervios y alegría. Habla entonces la única mujer adulta de ese abrazo grupal: “estoy muy contenta -Viky Ibáñez se encuentra de espaldas a las butacas, pero puede adivinarse que sonríe-. Estoy contenta porque atrás nuestro hay un equipo de mucha gente que nos cuida. Quiero decirles que disfruten, que disfruten mucho hoy (por el último jueves) para que brillen en el estreno”.
Ibáñez, directora de la comedia musical, y el coreógrafo Sergio Medina se bajan del escenario de la sala Miguel Ángel Estrella -en la sede del Partido Justicialista- y dejan solos a los chicos, que inician un ritual propio. Forman otro círculo, mucho más abierto, y ensayan una especie de zapateo y un fuerte grito en el que necesariamente descargan todas las emociones. La escala de grises se ha apoderado de la ciudad allá afuera, pero adentro de este salón hay tanto color como calor, y uno de los últimos ensayos antes del lanzamiento de “La familia Fernándes” comienza en total armonía.
La familia ficticia está conformada por tres adultos y tres chicos, todos interpretados por niños y adolescentes. Vicki (Guillermina Martín) es la más pequeña y tierna de la casa; Twiti (Tomás García Ibáñez) es un pre-adolescente inquieto y curioso; Leti (Nicole Beckman) es una joven coqueta y extrovertida; la tía Greta (Gea Tarcic) es el miembro sobreprotector del grupo y una peluquera fanática de las novelas; Mami (Sol Arizmendi) está abocada a la casa y al cuidado de sus hijos; y Papi (Santiago Guaraz) es un comerciante -vende medias y zoquetes de algodón- en el que se adivina un frustrado cantante de tangos.
Como en una familia normal, la interacción entre ellos va suscitando diversas escenas de la vida cotidiana, desde el horneado de un pan -que sale demasiado duro- hasta los intentos del padre por andar en skate -del que siempre se cae-. Pero en la puesta, la rutina se mezcla con canciones y coreografías que, además de dar la cuota de alegría indispensable en cualquier obra infantil, intentan dejar un mensaje a todo el público. “En el texto, que es de Hugo Midón, hay guiños para padres y chicos. Es una posibilidad de mostrar a los adultos cómo nos ven los niños, que están haciendo de nosotros. Es algo similar a lo que pasa en cualquier hogar, aunque los roles están desmitificados”, explica Ibáñez.
Fiestas en pijamaEn efecto, los mensajes que deja la obra son tan numerosos como los colores que Sofía Namur Ahualli repartió en la escenografía. Una de las primeras canciones que interpretan todos juntos se refiere al monstruo de la insensibilidad y una de sus estrofas advierte: “insensible es el que pasa por la vida totalmente indiferente a los demás”. Hay también un llamado de atención a los padres que desatienden a sus hijos (en la escena que los niños piden a la madre que deje de hornear zapallitos para estar con ellos); una convocatoria a insistir cuanto sea necesario hasta lograr aquello que se anhela (en la parte en que los tres más chicos amasan un pan con forma de víbora, pese a que el primero ha salido mal) y la insistencia en que elegir es siempre fundamental. Todo combinado con mucho humor, actuaciones muy desenvueltas, coreografías complejas y canciones que van desde el reggaeton hasta el tango y el folclore.
Pero lo más destacable del elenco, lo que más salta a la vista, es que la familia ficticia se asienta sobre otra real, que es la que han ido formando actores y cuerpo técnico en los cinco meses de preparación de la obra. “Los chicos están ansiosos, pero también muy unidos. De hecho, al menos una vez por mes han hecho pijamas party en mi casa. No sólo eso: para pedirme permiso para esas juntadas, han preparado una canción y una coreografía específicas, y me hacen todo tipo de promesas y payasadas -se ríe Ibáñez-. Y por supuesto que les digo que sí: es una noche que no duermo, pero ellos la pasan bomba”. A partir de hoy, esa alegría se transmitirá desde el escenario.
SE ESTRENA HOY
• Se interpretará todos los sábados y domingos, a las 17, en Virgen de la Merced 157.
Se abrazan todos en el escenario, las manos ajustando la cintura del que está al lado. Sus pelucas de colores chocan en el cielo de ese círculo humano y hacen de techo a una intimidad que mezcla nervios y alegría. Habla entonces la única mujer adulta de ese abrazo grupal: “estoy muy contenta -Viky Ibáñez se encuentra de espaldas a las butacas, pero puede adivinarse que sonríe-. Estoy contenta porque atrás nuestro hay un equipo de mucha gente que nos cuida. Quiero decirles que disfruten, que disfruten mucho hoy (por el último jueves) para que brillen en el estreno”.
Ibáñez, directora de la comedia musical, y el coreógrafo Sergio Medina se bajan del escenario de la sala Miguel Ángel Estrella -en la sede del Partido Justicialista- y dejan solos a los chicos, que inician un ritual propio. Forman otro círculo, mucho más abierto, y ensayan una especie de zapateo y un fuerte grito en el que necesariamente descargan todas las emociones. La escala de grises se ha apoderado de la ciudad allá afuera, pero adentro de este salón hay tanto color como calor, y uno de los últimos ensayos antes del lanzamiento de “La familia Fernándes” comienza en total armonía.
La familia ficticia está conformada por tres adultos y tres chicos, todos interpretados por niños y adolescentes. Vicki (Guillermina Martín) es la más pequeña y tierna de la casa; Twiti (Tomás García Ibáñez) es un pre-adolescente inquieto y curioso; Leti (Nicole Beckman) es una joven coqueta y extrovertida; la tía Greta (Gea Tarcic) es el miembro sobreprotector del grupo y una peluquera fanática de las novelas; Mami (Sol Arizmendi) está abocada a la casa y al cuidado de sus hijos; y Papi (Santiago Guaraz) es un comerciante -vende medias y zoquetes de algodón- en el que se adivina un frustrado cantante de tangos.
Como en una familia normal, la interacción entre ellos va suscitando diversas escenas de la vida cotidiana, desde el horneado de un pan -que sale demasiado duro- hasta los intentos del padre por andar en skate -del que siempre se cae-. Pero en la puesta, la rutina se mezcla con canciones y coreografías que, además de dar la cuota de alegría indispensable en cualquier obra infantil, intentan dejar un mensaje a todo el público. “En el texto, que es de Hugo Midón, hay guiños para padres y chicos. Es una posibilidad de mostrar a los adultos cómo nos ven los niños, que están haciendo de nosotros. Es algo similar a lo que pasa en cualquier hogar, aunque los roles están desmitificados”, explica Ibáñez.
Fiestas en pijamaEn efecto, los mensajes que deja la obra son tan numerosos como los colores que Sofía Namur Ahualli repartió en la escenografía. Una de las primeras canciones que interpretan todos juntos se refiere al monstruo de la insensibilidad y una de sus estrofas advierte: “insensible es el que pasa por la vida totalmente indiferente a los demás”. Hay también un llamado de atención a los padres que desatienden a sus hijos (en la escena que los niños piden a la madre que deje de hornear zapallitos para estar con ellos); una convocatoria a insistir cuanto sea necesario hasta lograr aquello que se anhela (en la parte en que los tres más chicos amasan un pan con forma de víbora, pese a que el primero ha salido mal) y la insistencia en que elegir es siempre fundamental. Todo combinado con mucho humor, actuaciones muy desenvueltas, coreografías complejas y canciones que van desde el reggaeton hasta el tango y el folclore.
Pero lo más destacable del elenco, lo que más salta a la vista, es que la familia ficticia se asienta sobre otra real, que es la que han ido formando actores y cuerpo técnico en los cinco meses de preparación de la obra. “Los chicos están ansiosos, pero también muy unidos. De hecho, al menos una vez por mes han hecho pijamas party en mi casa. No sólo eso: para pedirme permiso para esas juntadas, han preparado una canción y una coreografía específicas, y me hacen todo tipo de promesas y payasadas -se ríe Ibáñez-. Y por supuesto que les digo que sí: es una noche que no duermo, pero ellos la pasan bomba”. A partir de hoy, esa alegría se transmitirá desde el escenario.
SE ESTRENA HOY
• Se interpretará todos los sábados y domingos, a las 17, en Virgen de la Merced 157.
Chicos con experiencia
Todos los actores de “La familia Fernándes” surgieron de un casting que se realizó en enero, contó Viky Ibáñez. Dos de ellos (Nicole y Santiago) ya habían participado de una comedia musical y el resto tenía alguna experiencia escénica. “En principio, algunos sentían miedo al contacto con el público, pero el trabajo en equipo les enseñó que pueden sostenerse entre ellos”.
Todos los actores de “La familia Fernándes” surgieron de un casting que se realizó en enero, contó Viky Ibáñez. Dos de ellos (Nicole y Santiago) ya habían participado de una comedia musical y el resto tenía alguna experiencia escénica. “En principio, algunos sentían miedo al contacto con el público, pero el trabajo en equipo les enseñó que pueden sostenerse entre ellos”.
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