Las librerías resisten cambios de hábitos y suman locales
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Patrimonio de la CiudadEn tres años abrieron unas 100 nuevas y hay cerca de 400. Crecen las cadenas pero también surgen negocios para públicos específicos. Compiten así con los medios tecnológicos y la lectura por la web.
El periódico británico The Guardian eligió una porteña como la más linda del mundo. Y los porteños las adoran. Tanto, que incluso les dedican una noche por año para celebrarlas y disfrutarlas. Por romanticismo, por mística, o simplemente por costumbre heredada y aceptada, Buenos Aires es una ciudad librera: ama las librerías. Buenos Aires sin librerías no sería Buenos Aires. Y lo dicen los números: hoy en Capital hay 7.645 habitantes por cada local.
Los datos surgen de un análisis que el Ministerio de Desarrollo Económico difundió en el marco de la Conferencia Editorial, un encuentro que reúne a distintos representantes del sector. En ese encuentro, no solo se habló de esos números y de cómo se trabaja en editoriales nacionales, también se trazó un camino a futuro y se dejó en claro que el porteño potencia su vínculo con las librerías que se refleja en las ventas (ver Un negocio...) a pesar de la competencia con la tecnología y de los nuevos hábitos de lectura. ¿Un ejemplo? El país no sólo está al frente del rubro, también logró adaptarse a la producción de libros en formato electrónico y en la región fue donde más creció la edición de e-books.
Con o sin libros electrónicos, antiguas, nuevas, de barrio, de cadenas, con bares, con sillones para leer, con mesas de saldo para revolver, tradicionales como las de la avenida Corrientes (donde solo entre Junín y la avenida 9 de Julio hay 30 locales) o incluso especializadas en el segmento infantil y juvenil, que cada vez se ven más, hoy las librerías siguen tan vigentes como siempre y la cantidad de locales por habitantes que hay en Buenos Aires ya supera a todas las ciudades de Sudamérica e incluso está apenas por arriba de Madrid y Barcelona, dos centros urbanos con más de 500.000 habitantes y una gran tradición librera.
Según datos oficiales, en 2011, cuando Buenos Aires fue nominada “capital mundial del libro”, la Ciudad tenía 293 librerías relevadas. Sin embargo, algunos trabajos recientes hablan de más. Como el Mapa de las Librerías, que se creó en 2012 como iniciativa del programa Opción Libros del Ministerio de Desarrollo Económico con colaboración del Ministerio de Cultura, que estiran ese número a 378 locales que venden libros en distintos barrios y 293 empresas libreras. También según ese mapa, los barrios con mayor cantidad de librerías son San Nicolás (87), Recoleta (45), Balvanera (42) y Palermo (40). Pero con el crecimiento de las cadenas y la aparición de locales especializados hoy se estima que ese número es aún mayor y que en Buenos Aires habría unas 400 librerías, algo más de 100 que hace tres años.
Con esos dos actores el mapa también fue cambiando. El informe que se presentó la semana pasada sobre el mercado editorial porteño habla de esto. “Los cambios del modelo de negocios también ofrecen oportunidades a pequeñas librerías que se especializan en atender a un público más segmentado y se distinguen por títulos seleccionados”, sostiene. Estas pequeñas empresas se suman a las grandes cadenas y completan el mercado. Y las cadenas tampoco paran de crecer: hoy sólo Yenny-El Ateneo (a la que pertenece la Grand Splendid, la elegida por The Guardian) tiene 13 sucursales en Capital. Y Cúspide, con la que recientemente abrió en la calle Corrientes, otras 11. A esas se suman las de Librería Santa Fe y otras más pequeñas. “Además de muchas librerías y muchos lectores, hay muchos emprendedores alrededor de la industria editorial que fortalecen el sector y le dan el dinamismo necesario para ajustarse a las tecnologías, los nuevos modelos de negocios y los tiempos que corren. Sin duda la creatividad y la cultura que se respira en Buenos Aires es algo para seguir promoviendo ”, explicó el ministro de Desarrollo Económico, Francisco Cabrera. Para que esto ocurra es clave el papel de librero, uno de los oficios reconocidos como patrimonio de la cultura porteña. En sus “Memorias de un librero” (1994), el escritor y poeta Héctor Yánover, que estuvo al frente de la librería Norte, una de las más clásicas de la Ciudad, y falleció en 2003, reveló decenas de anécdotas que todavía se repiten en locales de libros. El, que supo reunirse con Julio Cortázar y Alejandra Pizarnik, definió ese compilado de pequeñas historias como “la picaresca del libro”. Pero lo que más plasmó fue, sin duda, el perfil del cliente, con historias insólitas y llenas de humor, y hasta extraños personajes que aún existen y viven y rondan por las librerías.
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