30 AÑOS DE MÚSICA Y EXPERIENCIA Alberto Plaza: “no veo felicidad en las relaciones casuales”
El chileno -una autoridad en temas románticos- sostiene que el sexo furtivo atenta contra la supervivencia y enseña cómo seducir permanentemente.
¿Por qué festejar 30 años en la música? ¿Por qué, si las canciones no tienen edad y, en definitiva, no muchos fanáticos llevan la cuenta de la fecha de largada de sus ídolos? ¿Amerita un balance toda aproximación a un número redondo?Alberto Plaza no da una respuesta específica: dice simplemente que uno de los objetivos del show que dará hoy en Tucumán es celebrar sus tres décadas de carrera, a las que llega “entero, lleno de felicidad, y con plenitud, serenidad y madurez”.
Son, sin duda, estados entrañables, pero hay que seguir escuchando a Plaza -no ya en sus reflexiones acerca del hito de los 30 años, sino en otras más generales- para concluir por qué es importante valorar su permanencia: la experiencia y el paso bien aprovechado del tiempo lo han convertido en una autoridad en temas románticos. El cantautor chileno no presume de ello, pero es capaz de dar fórmulas para la cotidianidad de una pareja (“basta con escuchar al otro”); juzgar las nuevas formas de relacionarse (“no veo felicidad en el sexo furtivo”) y proponerse como un médium de la alegría (“escucho muchas historias y trato de contribuir para que sean felices”).
También en su show Plaza dará cuenta de su calidad de enciclopedia amorosa. Lo hará, sobre todo, a fuerza de canciones -se venderá un disco especial con 30 canciones: 28 hits y dos inéditas-, pero también de mucho diálogo con el público.
- En tu último recital en Tucumán contaste varias anécdotas personales, ¿cuál es la importancia de compartirlas?
- Siento que vale la pena hacerlo, tiene un efecto positivo. Todos somos iguales: vivimos en lugares distintos, pero estamos todos en lo mismo, buscando la felicidad cada uno desde su mundo. Y es rico compartir algo que te ha hecho bien. Es la ley natural de la vida, como cuando dices “fui a este lugar, tienes que ir”. Es un instinto natural de todos lo que somos gente cuerda y sana querer que los demás vivan cosas buenas.
- Te premiaron como mejor compositor, ¿qué es importante transmitir cuando escribís?
- Con las canciones transmito esperanza y alegría, son una forma de alegrarle la vida a la gente. Hay tanta cosa ahí afuera, tanta cosa que abruma, que una canción tiene que ser el contrapeso, la forma de contrarrestar los problemas que la gente enfrenta a diario.
- Una vez que tenés una buena letra, ¿cómo elegís la mejor música para ella?
- No lo sé, simplemente lo hago. La inspiración es una señorita esquiva que hay que andar buscando y, cuando llega, abrirle la puerta, servirle un café y hacer que se quede. No sé como es ese proceso, no sabría describir una mecánica, simplemente llega la música y se instala.
- La infidelidad, el touch and go, las relaciones casuales: ¿cómo abordás esos temas actuales?
- No los he abordado y sería bueno que lo haga. Qué pena que sean temas actuales. Lamento mucho que se den ese tipo de relaciones porque lo único que consiguen es llevar a las personas en la dirección contraria a su supervivencia. No veo supervivencia en esas relaciones, todo lo contrario: veo que avanzan en contra de la propia felicidad.
- ¿Entonces el amor es supervivencia?
- Absolutamente. Soy un convencido de que la felicidad del ser humano se encuentra en relaciones a largo plazo. No veo felicidad en un encuentro casual, en el que el sexo es la premisa básica.
- ¿Cómo deberíamos incorporar romanticismo en la vida diaria para no dejar de seducir?
- Basta con escuchar, dar acuse de recibo. Muchas veces no es necesario más que eso; basta con que una persona se sienta escuchada para que haya comunicación y proximidad. De lo contrario todo se transforma en un diálogo entre sordos y eso es lo que tratamos de evitar. En eso consiste parte de la felicidad de una pareja, no hay que buscar más lejos. Incluso si uno intenta ser seductor de manera artificial, no creo que el resultado sea el deseado.
- Parece muy fácil la fórmula, ¿por qué crees que nos olvidamos de ese consejo?
- Sí, ¿por qué nos olvidamos de eso? No tengo idea, pero nos pasa a todos. Yo intento que la gente recupere esa conciencia porque en los primeros tiempos de una relación uno se preocupa mucho por que el otro se sienta escuchado, querido, contenido. Y pareciera que cree que es para siempre, que con eso alcanza. No sabe que tiene que llenar el tanque de nuevo.
Son, sin duda, estados entrañables, pero hay que seguir escuchando a Plaza -no ya en sus reflexiones acerca del hito de los 30 años, sino en otras más generales- para concluir por qué es importante valorar su permanencia: la experiencia y el paso bien aprovechado del tiempo lo han convertido en una autoridad en temas románticos. El cantautor chileno no presume de ello, pero es capaz de dar fórmulas para la cotidianidad de una pareja (“basta con escuchar al otro”); juzgar las nuevas formas de relacionarse (“no veo felicidad en el sexo furtivo”) y proponerse como un médium de la alegría (“escucho muchas historias y trato de contribuir para que sean felices”).
También en su show Plaza dará cuenta de su calidad de enciclopedia amorosa. Lo hará, sobre todo, a fuerza de canciones -se venderá un disco especial con 30 canciones: 28 hits y dos inéditas-, pero también de mucho diálogo con el público.
- En tu último recital en Tucumán contaste varias anécdotas personales, ¿cuál es la importancia de compartirlas?
- Siento que vale la pena hacerlo, tiene un efecto positivo. Todos somos iguales: vivimos en lugares distintos, pero estamos todos en lo mismo, buscando la felicidad cada uno desde su mundo. Y es rico compartir algo que te ha hecho bien. Es la ley natural de la vida, como cuando dices “fui a este lugar, tienes que ir”. Es un instinto natural de todos lo que somos gente cuerda y sana querer que los demás vivan cosas buenas.
- Te premiaron como mejor compositor, ¿qué es importante transmitir cuando escribís?
- Con las canciones transmito esperanza y alegría, son una forma de alegrarle la vida a la gente. Hay tanta cosa ahí afuera, tanta cosa que abruma, que una canción tiene que ser el contrapeso, la forma de contrarrestar los problemas que la gente enfrenta a diario.
- Una vez que tenés una buena letra, ¿cómo elegís la mejor música para ella?
- No lo sé, simplemente lo hago. La inspiración es una señorita esquiva que hay que andar buscando y, cuando llega, abrirle la puerta, servirle un café y hacer que se quede. No sé como es ese proceso, no sabría describir una mecánica, simplemente llega la música y se instala.
- La infidelidad, el touch and go, las relaciones casuales: ¿cómo abordás esos temas actuales?
- No los he abordado y sería bueno que lo haga. Qué pena que sean temas actuales. Lamento mucho que se den ese tipo de relaciones porque lo único que consiguen es llevar a las personas en la dirección contraria a su supervivencia. No veo supervivencia en esas relaciones, todo lo contrario: veo que avanzan en contra de la propia felicidad.
- ¿Entonces el amor es supervivencia?
- Absolutamente. Soy un convencido de que la felicidad del ser humano se encuentra en relaciones a largo plazo. No veo felicidad en un encuentro casual, en el que el sexo es la premisa básica.
- ¿Cómo deberíamos incorporar romanticismo en la vida diaria para no dejar de seducir?
- Basta con escuchar, dar acuse de recibo. Muchas veces no es necesario más que eso; basta con que una persona se sienta escuchada para que haya comunicación y proximidad. De lo contrario todo se transforma en un diálogo entre sordos y eso es lo que tratamos de evitar. En eso consiste parte de la felicidad de una pareja, no hay que buscar más lejos. Incluso si uno intenta ser seductor de manera artificial, no creo que el resultado sea el deseado.
- Parece muy fácil la fórmula, ¿por qué crees que nos olvidamos de ese consejo?
- Sí, ¿por qué nos olvidamos de eso? No tengo idea, pero nos pasa a todos. Yo intento que la gente recupere esa conciencia porque en los primeros tiempos de una relación uno se preocupa mucho por que el otro se sienta escuchado, querido, contenido. Y pareciera que cree que es para siempre, que con eso alcanza. No sabe que tiene que llenar el tanque de nuevo.
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