El repiqueteo de los bombos unió dos plazas
MARCHA A PURO RITMO
Santiagueños y tucumanos ratificaron su unión con un desfile que incluyó chacareras, bailes con boleadoras y, sobre todo, mucha emoción.
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Abre el río de personas un vehículo del que sale una voz clara, festiva. Es la voz cantante, que hacia adelante va abriendo paso y hacia atrás dirige y pide aclamaciones. “¡Viva la Patria! ¡Viva Santiago del Estero! ¡Viva Tucumán!”, exclama, y entonces la calle 25 de Mayo se convierte en un solo corazón de múltiples latidos: son los repiques, los entusiastas repiques que ayer se hicieron escuchar con fuerza en la Segunda Marcha de los Bombos. Organizada por el Centro de Residentes Santiagueños en Tucumán, la convocatoria hizo mucho más que vincular dos provincias: bajo el sol del mediodía de ayer, inundó una de las calles céntricas principales, sorprendió y emocionó a los transeúntes y definió al bombo, más que como un simple instrumento, como un símbolo de unión entre pueblos.
La marea humana formó su columna principal en la plaza Urquiza. Desde las 10, decenas de agrupaciones tradicionalistas y ballets folclóricos llegaron a ese espacio, con sus bombos y cajas a upa. En la esquina de 25 de Mayo y Santa Fe, un inmenso arco de largada -azul, inflable- marcaba la primera posta; una vez formados, bombistas, bailarines y gauchos fueron pasando sonrientes bajo esa U invertida. El destino era la plaza Independencia, pero, como casi siempre sucede, lo más emocionante y digno de repasar sucedió en el camino.
Arco iris musical
Si se recorría la columna de una punta a la otra, lo que podía verse era un arco iris de unas tres cuadras de largo, con gran diversidad de colores en los atuendos de donosas y paisanos, y con ritmos distintos según el sector de la fila que se acompañara. Si bien la voz dirigente iba marcando pautas comunes para todos, de a momentos cada grupo cobraba independencia y ejecutaba sus propios bailes y música en plena 25 de Mayo. La altivez de los bombos, la fantasía de las boleadoras y la emoción global provocaban que los peatones interrumpieran o incluso modificaran completamente su recorrido para acompañar a las delegaciones, y así engrosar la marcha.
En la esquina con Santiago del Estero (probablemente por el simbolismo del nombre de la calle), la voz del micrófono invitó a hacer una parada. Entonces los bailarines del grupo independiente El Encuentro pasaron al centro de un círculo abierto entre el gentío y construyeron una especie de pirca con sus bombos. Alrededor de ellos, y rodeados por decenas de teléfonos que los filmaban, dieron vida a una chacarera. “Levanten los bombos, quiero un cielo de bombos”, arengó la voz tras el baile y sus respectivos aplausos, y el aire se llenó de cilindros en sus diferentes tonalidades de marrón.
Los santiagueños Antuca y Luis Romero, a cargo de la delegación Pucará, resumieron en su opinión la de varios de los convocados: “es una alegría participar de esta marcha; una manera de unirnos y de agradecer a Dios por esta tierra tucumana que nos cobija hace más de 40 años”.
Cultura viva
Una hora después de haber salido, la columna llegó a la plaza Independencia. Allí la esperaba un escenario ubicado en la explanada de la Casa de Gobierno y presidido por el Indio Froilán González, invitado especial; el vicegobernador, Osvaldo Jaldo, y el intendente de la capital santiagueña, Hugo Infante. Un momento de profunda emoción se vivió durante la entonación del Himno Nacional, interpretado por la Orquesta del Divino Niño. Casi a continuación, Froilán tomó la palabra: “los argentinos debemos mantenernos unidos, sobre todo con el propósito de mantener la cultura viva. ¡Que no se muera nunca esto!”. Al frente de sí, un sostenido repiqueteo lo ovacionó.
La marea humana formó su columna principal en la plaza Urquiza. Desde las 10, decenas de agrupaciones tradicionalistas y ballets folclóricos llegaron a ese espacio, con sus bombos y cajas a upa. En la esquina de 25 de Mayo y Santa Fe, un inmenso arco de largada -azul, inflable- marcaba la primera posta; una vez formados, bombistas, bailarines y gauchos fueron pasando sonrientes bajo esa U invertida. El destino era la plaza Independencia, pero, como casi siempre sucede, lo más emocionante y digno de repasar sucedió en el camino.
Arco iris musical
Si se recorría la columna de una punta a la otra, lo que podía verse era un arco iris de unas tres cuadras de largo, con gran diversidad de colores en los atuendos de donosas y paisanos, y con ritmos distintos según el sector de la fila que se acompañara. Si bien la voz dirigente iba marcando pautas comunes para todos, de a momentos cada grupo cobraba independencia y ejecutaba sus propios bailes y música en plena 25 de Mayo. La altivez de los bombos, la fantasía de las boleadoras y la emoción global provocaban que los peatones interrumpieran o incluso modificaran completamente su recorrido para acompañar a las delegaciones, y así engrosar la marcha.
En la esquina con Santiago del Estero (probablemente por el simbolismo del nombre de la calle), la voz del micrófono invitó a hacer una parada. Entonces los bailarines del grupo independiente El Encuentro pasaron al centro de un círculo abierto entre el gentío y construyeron una especie de pirca con sus bombos. Alrededor de ellos, y rodeados por decenas de teléfonos que los filmaban, dieron vida a una chacarera. “Levanten los bombos, quiero un cielo de bombos”, arengó la voz tras el baile y sus respectivos aplausos, y el aire se llenó de cilindros en sus diferentes tonalidades de marrón.
Los santiagueños Antuca y Luis Romero, a cargo de la delegación Pucará, resumieron en su opinión la de varios de los convocados: “es una alegría participar de esta marcha; una manera de unirnos y de agradecer a Dios por esta tierra tucumana que nos cobija hace más de 40 años”.
Cultura viva
Una hora después de haber salido, la columna llegó a la plaza Independencia. Allí la esperaba un escenario ubicado en la explanada de la Casa de Gobierno y presidido por el Indio Froilán González, invitado especial; el vicegobernador, Osvaldo Jaldo, y el intendente de la capital santiagueña, Hugo Infante. Un momento de profunda emoción se vivió durante la entonación del Himno Nacional, interpretado por la Orquesta del Divino Niño. Casi a continuación, Froilán tomó la palabra: “los argentinos debemos mantenernos unidos, sobre todo con el propósito de mantener la cultura viva. ¡Que no se muera nunca esto!”. Al frente de sí, un sostenido repiqueteo lo ovacionó.
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