"La zamba es el bolero del folclore", dice Yamila Cafrune
La cantante repasará un repertorio centrado en composiciones clásicas, mientras disfruta de un nuevo tiempo en la música. Sentido social.
Hace 1 Hs
ACTÚA HOY
• A las 21.30 en el teatro municipal Rosita Ávila (Las Piedras al 1.500, en el ex Mercado de Abasto).
“Yo también me hice cantor/ astilla del mismo palo”, entona Yamila Cafrune cada vez que canta “Del mismo palo”, el tema de Hernán Figueroa Reyes que se escuchará nuevamente esta noche en el teatro municipal Rosita Ávila. En el recital habrá presencia tucumana, con Los Hermanos Ballespín y los ballets Raíces de Huella, Sol Naciente y San Miguel.
La frase sintetiza una parte de la vida de la artista. Heredera en figura y voz de Jorge Cafrune, rinde tributo sobre el escenario a su padre muerto hace 40 años, pero también se forjó el respeto de sus pares y del público con una trayectoria autónoma del apellido, construida a partir de un fraseo y un estilo propio sobre temas clásicos del folclore.
Yamila sentencia una definición que le abre el corazón de los tucumanos, y lo hace naturalmente y sin demagogia. “La zamba es el bolero del folclore -afirma en diálogo con LA GACETA-. La canto porque me gusta y porque sé lo que significa”.
- ¿En qué momento estás de tu carrera?
- Tengo más trabajo ahora que antes. Cambié de productores y estoy viajando muchísimo más, con muchos recitales que me hacen mucho bien por el contacto con la gente; lo único que me cuesta es volver manejando a casa luego de una función. También disfruto mucho de los fines de semana sin shows, dedicados a mí, a ver televisión y a estar con mis hijos, que ya los puedo dejar solos sin la angustia de cuando eran más chicos. Santiago tiene 16 años y Agustina, 18, y ya asumieron que la madre trabaja de cantante, saben cocinarse y limpiar. Tienen una relación conmigo mucho mejor que la que tuve yo con mi viejo, que era un papá muy ausente. Es que antes que cantora, soy muy mamá.
- ¿Cómo te llevás con los nuevos cantantes del género?
- En general, tienen una forma de ver el folclore muy diferente de la de mi generación y más aún de la de papá. Está la gente nueva que ve el folclore de otra manera, aggiornándolo, mientras que otros tenemos faros que nos guían. Sigo con lo mío hasta la muerte, porque siento que es lo que me corresponde hacer.
- ¿Aprendiste a elegir?
- Para hacerlo, hay que sembrar primero. Por suerte mi edad (NdelaR: tiene 52 años) y mi físico aún me permiten hacer una actuación tras otra. Quizás en una década tenga que distanciar una presentación de otra porque no aguante. No soy una mina histérica del laburo ni de las pausas, ya sé disfrutar de ambas cosas.
- ¿Cómo era tu madre (Marcela Gallardo) con vos?
- De ella nadie habla, pero con toda su inocencia siempre quiso para sus cuatro hijas lo que ella no tuvo, como una carrera para que sean independientes. Mi papá pudo sobresalir y hacer lo que hizo porque en casa estaba Marcela criándonos. No me dejó salir a cantar hasta recibirme.
- Esa imposición te llevó a ser abogada. ¿Ejerciste el título alguna vez?
- No en tribunales, en un litigio. Es una formación que te da un conocimiento amplio y te sirve para todas las cosas de tu vida. Sí usé el título en la función pública, porque fui directora de Protección a la Víctima del Delito, una dependencia del Ministerio de Justicia de la Provincia de Buenos Aires, entre 2003 y 2007 (durante la gobernación de Felipe Solá) y me fui en 2008. Todos los cursos de especialización que hice fueron sobre criminología y derecho penal. En esa época actuaba poco y no alcanzaba para sostener la familia. Incluso hubo veces que iba al despacho sin dormir, luego de un recital. Pero nunca falté aunque vivía en Cañuelas, a 90 kilómetros. Ya nos conocíamos con los choferes de los colectivos, les iba cebando mate las dos horas de viaje.
- Era una labor cercana a un compromiso social...
- Me dio mucha satisfacción ocupar ese cargo porque me había especializado para él. Te da una gran satisfacción poder utilizar lo que estudiaste. Me llevé un montón de cartas, de emociones y de agradecimientos. Las familias de los detenidos trataban de hablar conmigo para poder trasladarlos de institución y así estar más cerca de ellos. Sólo el escucharlos era importante para su situación, porque no tenía potestades de resolución. La obligación de una autoridad es ser representante del pueblo, no otra cosa. No se ocupa un cargo para imponer tu voluntad.
- ¿Hubo algo de mandato familiar implícito en esa función?
- Mi viejo tuvo un gran sentido de justicia, él daba la cara para hablar de esas cosas porque fue un referente del canto, de los ideales y de los valores. Él quería que nosotros tuviésemos un título al igual que mamá, que ahora tiene 80 años.
- El 1 de febrero se cumplió un nuevo aniversario de la muerte de tu padre. ¿Qué significan para vos?
- Es muy fuerte, porque pasó la misma cantidad de años que los que tenía él al morir, 40 años. Pero la gente lo tiene presente constantemente, no se lo puede recordar más, no lo hacen en tiempo pasado. Es muy fuerte tener el padre que tuve, que tengo y que seguiré teniendo mientras esté viva.
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