Luto teatral por Eduardo Rovner
El dramaturgo argentino falleció a los 76 años, luego de sufrir un ACV.
Hace 14 Hs
Dramatizó sobre la indiferencia y la insensibilidad en “Cuarteto”; sobre los muertos y los vivos que no se dejan en paz mutuamente en “Volvió una noche”, su texto más premiado; sobre el deseo en “Compañía”; sobre la ética y la política en “Illia”, y sobre la culpa y la violencia en “El hombre lobo”, uno de sus últimos estrenos.
Esa pentagonía de obras son una mínima expresión de las temáticas y obsesiones artísticas de Eduardo Rovner, autor de medio centenar de creaciones teatrales (incluyendo adaptaciones de clásicos), quien falleció ayer en el Hospital Municipal de Pinamar. Había sido trasladado de urgencia el domingo desde Cariló, su lugar de residencia, a raíz de un ACV que se complicó por los numerosos antecedentes cardíacos que arrastraba desde hacía años.
El escritor integró la segunda oleada de dramaturgos argentinos, que comenzó a tener espacio en la escena nacional en la década del 70 y se reconocía heredera de los precursores del teatro independiente, como Roberto Cossa, Osvaldo Dragún, Griselda Gambaro y Carlos Gorostiza, entre otros. Debutó en 1976 con “Una pareja”, en la cual ya demostraba su preocupación por llevar al escenario las relaciones interpersonales en clave de proyección social.
“Me atrae partir de algo aparentemente normal y terminar en el máximo desastre”, explicó en 2014 en una entrevista en Página 12. Ese juego en sus obras hacía que las escenas cotidianas dejasen al descubierto aspectos brutales de la sociedad.
Su interés en el arte debordó las fronteras del teatro. Además de dramaturgo y director, fue violinista egresado del Conservatorio Municipal de Música Manuel de Falla. También se recibió de ingeniero electrónico en la UBA y de psicólogo social en la Escuela de Enrique Pichón Rivière. Además se dedicó a la gestión pública: fue director general y artístico del Teatro San Martín entre 1991 y 1994; director del Plan Estratégico de la Secretaría de Cultura porteña de 2001 a 2004; y vicepresidente de la fundación Carlos Somigliana.
Su producción es constantemente representada en el país. Actualmente, en la Capital Federal está en escena “Viejas ilusiones”, y hace cinco años tuvo una decena de obras al mismo tiempo en los escenarios porteños, lo que acredita la vigencia de sus propuestas e ideas.
Entre ellas figura la mencionada “Volvió una noche”, de 1993, con la que obtuvo los premios Casa de las Américas (Cuba), Florencio (de la Asociación de los Críticos Uruguayos) y Argentores (de la Sociedad General de Autores de la Argentina, que ganó tres veces más). Por aparte se alzó con el Premio Nacional de Dramaturgia, el ACE, el Konex y el Estrella de Mar, mientras que fue reiteradamente distinguido en el exterior, en especial en Estados Unidos y España, y declarado “Personalidad destacada en el ámbito de la cultura” por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires el año pasado. “Cuando entra en la creación, lo hace por vocación, que no solo es porque le gusta, sino también por el rol que la sociedad le da”, dijo al recibir este reconocimiento.
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