El Festival de Cosquín dedica su octava luna a una mirada alternativa del folclore
Una noche atípica
Este sábado, la 58º edición del Festival será para artistas innovadores de la música de raíz. El cierre será con el debut de Lisandro Aristimuño, a dúo con Raly Barrionuevo.
Lisandro Aristimuño y Raly Barrionuevo. Cerrarán la anteúltima Luna de Cosquín con su proyecto "HermanoHormiga". Foto: Ximena Álvarez Heduan.
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Este sábado, el 58º Festival de Cosquín desplegará un mapa de músicos con miradas abiertas y renovadoras de las raíces folclóricas. Esta Octava Luna, titulada “Ofrenda de la tierra”, será para creadores e intérpretes con una visión vanguardista de la música popular argentina. Todos ellos saben que existen nuevos repertorios, con temáticas humanas y sociales y, sobre todo, nuevos públicos que anhelan escucharlos. No sólo mandan la nostalgia o el amor a los paisajes. El hombre está dentro de esas geografías cantadas.
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Los nombres programados para el final de esta Octava Luna muestran la transición que vive Cosquín, entre estéticas tradicionales, otras asentadas en el éxito, y las transformadoras. Por primera vez en la plaza Próspero Molina, el cantautor patagónico Lisandro Aristimuño mostrará junto al santiagueño Raly Barrionuevo su proyecto a dúo HermanoHormiga. Como juglares a dos voces -y guitarras acústicas y criollas-, combinarán obras propias y versiones de Silvio Rodríguez, Chabuca Granda, Raúl Carnota, Chivo Valladares, Chango Rodríguez y Juan Luis Guerra.
Duratierra. El grupo de Buenos Aires llega a Cosquín, por primera vez, con su celebrado disco Cría. Foto: Néstor García.
Será el corolario de una larga jornada para músicos proyectados al siglo XXI. Entre ellos, el riojano Ramiro González, cuyas canciones Estoy donde debo estar, Pachamama (co-escrita con Pachi Herrera), Lucero Cantor y muchas más son de las más versionadas por una nueva generación. También llegará la cantora cordobesa Mery Murúa, con el repertorio de su elegante tercer disco Sal, y en el espectáculo Ulkan Folil (“raíz que canta”), Rubén Patagonia, quien obtuvo en 2017 el Premio Camin a la Trayectoria, combinará con Che Joven (Pablo y Marino Coliqueo) mensajes de los vientos afinados en las dolencias del Sur.
Luciana Jury. Una cantora bonaerense de finezas rupturistas, también en la anteúltima noche de Cosquín. Foto: Néstor Sieira.
Tras ellos vendrá la formoseña Charo Bogarín, que integra el dúo electrónico Tonolec, pero ahora con su proyecto y disco La Charo,y un repertorio latinoamericano sin fronteras (en el que tocan, entre otros, Eduardo Avena y la colombiana Anyul Arévalo, ambos en percusión). Y, luego del Ballet Argentina Baila y la delegación provincial de Río Negro, sucederá algo muy comentado en el Festival.
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Volverá al Escenario Atahualpa Yupanqui el cantautor cordobés José Luis Aguirre, quien hace tiempo es candidato al Premio Consagración. Sus canciones simples y sustanciales reúnen las memorias del monte cordobés, la picardía de los saberes orales y un desarrollo musical sin comparaciones, que ya logró ovación dos veces en Cosquín. Y otro desafío va a tener la bonaerense Luciana Jury (sobrina de Leonardo Favio), quien en 2017 obtuvo una Mención Especial por su voz de finezas rupturistas.
El prestigioso cordobés José Luis Aguirre volverá a Cosquín para mostrar sus hondas canciones propias. (Foto: TV Pública).
Otro que debutará en el Festival será el grupo El Vislumbre del Esteko, de Santiago Suárez, puntal entre quienes cantan las dolencias santiagueñas del monte y la urbanidad. Y también por primera vez estará el quinteto porteño Duratierra, en el que canta Micaela Vita y en el que Juan Saraco toca novedosas guitarras. Con raíces eléctricas, rockeras, jazzeras y afroperuanas, presentarán su tercer disco Cría, uno de los mejores de 2017. La primera canción, Saravá, ya sirve de manifiesto: “Vienen las canciones nuevas, llenas de canciones viejas”.
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Al cierre, Aristimuño y Barrionuevo lograrán seguramente el silencio de la Plaza con sus voces, su toque de guitarras y la mística de sus canciones dentro y más allá de las tradiciones. Una noche de claras constelaciones para las músicas populares sin conformismos que se asoman como parte del folclore de estos tiempos.
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