El bailarín argentino que levantó vuelo


El puntano Herman Cornejo brilla en Nueva York. A los 16 se consagró en Moscú y hoy es estadounidense y bailarín principal del American Ballet Theatre. Vuelve para presentarse en el Colón.
Este mes en el Colón. El bailarín de San Luis radicado en Nueva York vuelve a la Argentina para presentarse este 8 y 10 en el Colón.
Este mes en el Colón. El bailarín de San Luis radicado en Nueva York vuelve a la Argentina para presentarse este 8 y 10 en el Colón.Lunes, único día libre en su muy intensa semana de trabajo del bailarín argentino Herman Cornejo. A través de la ventana de su departamento en el barrio de Harlem, puede contemplar los árboles castigados por el crudo invierno neoyorkino. Uno de sus pasatiempos favoritos consiste en estar sentado en un sillón como ahora, haciendo simplemente nada.
Herman vive en Manhattan desde hace veinte años, momento en que ingresó al American Ballet Theatre. En aquel momento era un adolescente de sólo diecisiete años y en el ABT permanece hasta hoy: es uno de los primeros bailarines de esta compañía de enorme prestigio internacional de la que también formaron parte sus compatriotas Paloma Herrera y Julio Bocca. La charla tiene una sola excusa: su retorno temporario a la Argentina. Aquí hará solamente dos funciones –la del 8 y la del 10 de este mes– de la obra El Corsario, en su amado Teatro Colón y con la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires.
¿Cómo llegó tan alto Cornejo? La carrera de Herman está estrechamente vinculada a la de su hermana mayor Erica, una muy talentosa bailarina que hasta el año pasado y durante una década fue primera figura del Boston Ballet. Siendo muy pequeño y mirando las clases de ballet que Erica tomaba, Herman comenzó a descubrir su amor por la danza. Ambos se formaron en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón, juntos ingresaron al Ballet Argentino de Julio Bocca –Herman tenía catorce años–, juntos viajaron a Nueva York y entraron al ABT.
Herman Cornejo en acción.
Herman Cornejo en acción.
Los padres de los chicos apoyaron decididamente la vocación de sus hijos. Papá Cornejo, a despecho de su profesión de aviador militar, aprendió a remendar las zapatillas de baile y a bordar los trajes de los chicos. La elección de Herman, sin embargo, había sido para ellos una sorpresa: era tan tímido que no participaba en ninguna actuación escolar y ni siquiera se atrevía a izar la bandera. Pero no hubo que esperar demasiado para que diera una muestra de su enorme talento: a los dieciséis años ganó la medalla de oro en el Concurso de ballet de Moscú (ver Su consagración precoz...).
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Todo bailarín debe saber que el cuerpo resiste cierto tiempo, y luego comienza a decir ‘basta’. pero ahora que estoy cerca de los treinta y siete años, me siento mejor que cuando tenia veinte.
Herman Cornejo, bailarín
El presente en el Harlem. “Hace tres años que vivo aquí, antes vivía cerca del Lincoln Center, es decir, del teatro que es la sede del ABT, y un día decidí que necesitaba más espacio; me mudé a Harlem, que ahora es una zona muy tranquila y que me devolvió la sensación de cuando vine a Nueva York por primera vez. Aquí se ven todavía por la calle a esos chicos que van cargando en el hombro un radiograbador enorme del que sale una música a todo volumen. Volví entonces a sentir la energía del Manhattan que conocí hace veinte años. Y obviamente los departamentos son acá mucho más grandes y mucho más baratos”, cuenta.
¿Y qué estás bailando ahora?
Voy a hacer El lago de los cisnes en Singapur y después la compañía sigue a Hong Kong con una obra de Alexei Ratmansky, Crema batida, que estrené en Los Angeles. Viajo directamente a Buenos Aires para las funciones en el Teatro Colón porque me aparté de Crema batida, una obra con poca danza y en la que el personaje principal es un niño de ocho años; algo difícil de interpretar –hay que evocar cómo era uno a esa edad– y un rol al que yo no podía aportar algo propio porque el coreógrafo era muy estricto.
¿Qué es para vos la actuación aplicada a la danza?
Un ejemplo puede ser Chéri (obra de Martha Clarke, con la italiana de 54 años Alessandra Ferri y Cornejo, basada en una novela de Colette), en la que había mucho más interpretación que danza; pero luego de más de doscientas funciones yo seguía emocionándome en el escenario.
Martha Clarke, la coreógrafa y directora, había estado detrás de Alessandra durante muchos años, tratando de convencerla del proyecto de Chéri. Quería que encarnara el rol de Léa, una mujer madura, especie de prostituta de lujo que se enamora de Chéri, el joven hijo de una amiga. Finalmente, Alessandra aceptó. “Pero la pregunta que se plantearon las dos fue ‘¿Quién podría hacer el rol de Chéri?’”, cuenta Cornejo.
“Martha fue a los estudios del ABT cuando yo estaba ensayando una coreografía de Paul Taylor y se quedó parada en la puerta, mirando todo el trabajo. Al terminar, mientras yo estaba saliendo del estudio (no la conocía personalmente), me lanzó por sorpresa: ‘Me enamoré de vos’. Me llamó unos días después para ofrecerme el rol de esa obra más bien teatral y, aunque yo estaba en el pináculo del ballet, me atrajo porque era algo muy diferente. Cuando nombró a Alessandra Ferri, pensé que ya no podía negarme a trabajar con una artista tan grande. Ese fue mi primer trabajo con una consagrada como Alessandra.”
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Hace pocos años descubrí el dibujo. Puedo llegar a estar cinco horas seguidas dibujando. Me olvido de todo. Es como el yoga.
Herman Cornejo, bailarín
Alta sociedad. Con Alessandra, después, creó un espectáculo que se llamó Evolution, con pas de deux clásicos y contemporáneos, que estrenaron en Italia. Y luego, Trio Concert Dances, con un pianista en escena, para el que buscaron maneras de entrelazar compositores de diferentes épocas –desde Mozart a Ligeti– y que toda la noche pareciera una sola obra de danza y una sola pieza de música. Este trío lo vienen haciendo desde hace dos años. El proyecto es traerlo a la Argentina.

HERMAN CORNEJO. En el Colón, 2016. Haciendo "La Bayadera", un clásico con Ludmila Pagliero y Herman Cornejo. Ambos dirigidos por maximiliano Guerra.
Teatro Colón, 2016. "La Bayadera", un clásico con Ludmila Pagliero y Herman Cornejo. Ambos dirigidos por Maximiliano Guerra.
¿Es cierto que Alessandra y vos comenzaron a partir de Chéri una relación sentimental?
(Se ríe) Se habló mucho de eso, pero creo que fue el resultado de la afinidad que se dio entre nosotros ya desde el primer ensayo. Cada uno completaba al otro, creo que nos enamoramos en ese sentido, y ese sentimiento de unión llegó al público. Yo lo dejaría así, como una afinidad entre artistas.
¿Estás en pareja ahora?
Sí, pero no con una bailarina.
Llevás veinte años en Nueva York, ¿estás adaptado a la ciudad?
Llevo más años viviendo aquí que en mi país y adopté la ciudadanía estadounidense por respeto a mi compañía. Pero mi pasión es la danza y estoy en Nueva York porque aquí está el ABT. Si estuviera en un país de Africa, viviría ahí.
¿Tu semana laboral es muy dura?
La semana de trabajo dura seis días con nueve horas de trabajo diario entre clases y ensayos, a veces de varias obras a la vez y de estilos tan distintos que resulta muy duro para el cuerpo. Un día libre puede consistir en estar, como hoy, sentado haciendo nada.
¿Pero no tenés otras maneras de ocupar tu tiempo libre?
Veo danza, sobre todo a mis colegas del New York City Ballet, cuyo acercamiento a la danza es muy distinto. El cine me encanta; en cambio, las comedias musicales no me entusiasman. Pero lo que más me gusta, por sobre todo, es dibujar. Lo descubrí hace pocos años y puedo llegar a estar en casa cinco horas seguidas dibujando. Me siento a dibujar y me olvido de todo; es como hacer yoga.

Foto: Adriana GROISMAN. Herman Cornejo como Cheri y Alessandra Ferri como Lea, de la novela de Colette, en el Signature Theatre de Nueva York. 10/12/13. eeuu nueva york Herman Cornejo Alessandra Ferri obra de teatro Cherie
Nueva York, 2013. Cornejo y Alessandra Ferri, en la versión de la novela de Colette, "Cherie", en el Signature Theatre. Foto: Adriana GROISMAN.
El futuro es incierto. Una de las cuestiones que martillan en la cabeza de todo bailarín es “¿Hasta cuándo es posible bailar?”. “Hay que saber que el cuerpo resiste cierto tiempo y luego comienza a decirte basta”, confiesa. “Sin embargo, ahora que estoy cerca de cumplir treinta y siete años, me siento muy bien, mejor que cuando tenía veinte; estoy más sólido física y psíquicamente. Creo que tengo por delante cinco años de carrera fuerte. Por otro lado, veo a bailarinas como Alessandra Ferri o Wendy Whelan, que continúan o retoman sus carreras pasados los cincuenta, y pienso que la mente del público está más abierta.”
¿Por qué habría una edad exacta para el retiro cuando es posible sostener tu carrera gracias a tu capacidad artística?
Alessandra es muy inteligente en ese sentido y cuando volvió al escenario fue para hacer cosas diferentes, o cosas nuevas, y no para bailar Don Quijote o La Bayadera. Todo esto me hace sentir más tranquilo: puedo tener cinco años de carrera por delante; pero también diez o más, quién sabe.
¿No tenés planes para el futuro?
No. Dejé de hacerlos. Aprendí que la vida es demasiado incierta.
Alessandra Ferri y Herman Cornejo en "Cheri".
Alessandra Ferri y Herman Cornejo en "Cheri".

Su consagracion precoz en 1997
Sólo dos bailarines argentinos ganaron la medalla de oro en el Concurso de Ballet de Moscú: Julio Bocca, en 1985, y Herman Cornejo, en 1997. Así lo cuenta él mismo: “En esa época yo formaba parte del Ballet Argentino de Julio Bocca y lo recuerdo como un período hermoso. Había entrado a la compañía a los catorce años. Estábamos haciendo funciones en el Luna Park; tenía un esguince en el pie, pero de todos modos bailaba. Julio me dijo: ‘Sé que estás esguinzado pero apareció esta posibilidad de que te acepten en el Concurso de Moscú a pesar de tu edad. Si estás de acuerdo hago lo posible para que te acepten’. Y acepté, sin ninguna ilusión de ganar. Me preparó Lidia Segni y juntos viajamos a Moscú. Todo era difícil para nosotros: el idioma, la comida. En la segunda ronda tenía que hacer Llamas de París, uno de los solos que mejor me salían. Y de pronto, me pareció que me nombraban. ¡En realidad estaba primero en la lista! Salí corriendo hacia el otro lado del escenario y mientras corría, iba sacándome la ropa para el precalentamiento que tenía puesta sobre el vestuario. Entré al escenario exactamente cuando comenzaba a sonar la música. No sentí que hubiera bailado bien y Lidia con franqueza me dijo ‘Te salió muy mal’. Me enteré de que había ganado la medalla de oro cuando ya estaba en el hotel; golpeó la puerta una señora que no hablaba castellano. Ella había visto la lista de ganadores y cuando entró a la habitación me señaló a mí y a su anillo de oro. Ni Lidia ni yo podíamos creerlo. Llamé a mi casa inmediatamente. ‘Mamá, gané’, fue lo primero que dije”.

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