El sueño de la película propia se hace realidad en la Escuela de Cine
“Sara” es el segundo largometraje producido por alumnos de la institución universitaria. Una experiencia intensa de ocho meses de labor
26 Dic 2017 1
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ACOSO. Sergio Domínguez y Zulema Ponce protagonizan “Sara”, un relato de fuertes pasiones y amenazas.
Debieron pasar cuatro años para que de la Escuela Universitaria de Cine, Video y Televisión de la Universidad Nacional de Tucumán saliese el segundo largometraje. En 2013 fue “Tazas” y este año lo es “Sara” o el sueño de hacer una película, como la subtitula informalmente el docente Víctor Martínez. Él es uno de los profesores de apoyo que tuvo la directora del filme, Nazarena Ortiz. Las dos producciones son de una hora de duración.
“Sara” se proyectó por primera vez a principios de mes en el aula magna de la Facultad de Derecho de la UNT. “El estreno tuvo una excelente recaudación y asistencia de público. Gracias a la aceptación, a las buenas críticas y a la repercusión estamos pensando en presentarla una vez más para las personas que se quedaron fuera y para las que deseen verla de nuevo”, le dice entusiasmada a LA GACETA la directora de producción Belén Medina Salado.
Ese rol es clave en la realización de todo proyecto. Es el encargado de elaborar las estrategias y de planificar los procesos en un proyecto audiovisual, con la responsabilidad de conducir y mantener la unidad del equipo, en este caso integrado por alumnos de la cátedra “Taller de Integración II” del cuarto año de la Licenciatura en Cinematografía. “Trabajar con mis compañeros fue una experiencia muy enriquecedora, ya que nunca en estos cuatro años de carrera estuvimos todos juntos en un mismo proyecto”, relata.
La película es una historia intensa de romances prohibidos, secretos inconfesables, misteriosos poderes y un violento desenlace, que se vuelve aún más atrapante con las actuaciones de Sergio Domínguez, Zulema Ponce, Daniela Bazzi, Martín Lombardelli, Jorge García y Fernando Godoy. Surgió de la adaptación de “El parásito” (1894), un texto de sir Arthur Conan Doyle (el creador del personaje Sherlock Holmes, aunque en este caso no aparece).
El relato trata sobre Fernando, un neurólogo y profesor universitario que se encuentra a dos meses de contraer matrimonio con su novia, Alejandra. Por medio de su amigo Víctor conoce a Sara, una misteriosa mujer con poderes psíquicos, a quien decide estudiar e investigar. Tras varias sesiones de trabajo se atraen físicamente y ella se enamora de manera obsesiva. Fernando intenta alejarse, pero la obsesión de la psíquica es tan grande que amenaza su vida y la de su futura esposa.
“Como primera referencia para realizar la película tomamos a ‘Atracción fatal’. Como directora, debido a los tiempos acotados de rodaje y a la narrativa de la historia, decidí enfocarme en hacer la película con un estilo clásico y sencillo, con el fin de ahorrar tiempo y que la historia se cuente de la mejor manera”, explica.
La película se rodó en diferentes lugares durante un mes: un hotel frente al parque 9 de Julio, las facultades de Derecho y de Bioquímica, la Escuela de Cine, un club y una casa alquilada en El Corte. Se grabaron escenas en la plaza Belgrano y en la avenida Mate de Luna.
“Entre idas y vueltas, se realizaron cuatro reescrituras del guión para adaptarlo a la actualidad y a Tucumán, el casting, la preproducción, la búsqueda de locaciones, los ensayos con actores y una peña para recaudar fondos. Comenzamos el rodaje el 24 de julio; con muchas inseguridades y casi con ninguna certeza nos adentramos en la filmación de la película. Fueron ocho meses de trabajo”, añade Ortiz, quien admite que al filme le falta aún la postproducción de sonido y la corrección de color.
¿Y cómo te fue con los actores, siendo tu primera experiencia?, se le pregunta. “El trabajo con ellos fue bastante sencillo. Me enfoqué en hacerlos conocer y entender a sus personajes, que los encarnen y sepan de todos sus aspectos posibles, psicológicos y emocionales. Tuve la suerte de elegir y contar con actores muy profesionales que supieron interpretar y dar vida a sus personajes de la mejor manera posible”, responde.
El montajista Matías Cuevas fue el responsable de hacer una copia de seguridad de lo que se iba filmando y, a la par, ir editando para hacer un visionado rápido y comprobar que el material estuviera en condiciones. “Una vez finalizado el rodaje tuve que armar todo y empezar a ver el rumbo que tomaría la película, con la ayuda de mi compañero Juan Campoó; entre los dos fuimos viendo los distintos cambios que se discutieron en clases. Si bien le falta más trabajo de postproducción, quedó un buen producto”, precisa.
Objetivo y proyecto
Ese sueño de la película propia no es exclusivo de los 60 estudiantes de cine que ingresan a la carrera todos los años. Entre la dirección, guión, fotografía, producción, montaje y sonido, comienzan con los cortos, en segundo año deciden su orientación y en cuarto, junto a los docentes Martínez y Bernabé Quiroga no solo se reflexiona sobre la puesta en escena, sino que también se produce, a pesar de las dificultades.
“El gran objetivo de las materias es desarrollar un proyecto de ficción de mayor envergadura al que venían realizando durante la carrera, que puede ser tanto un mediometraje o un largometraje. Este último tiene un formato con más aceptación en festivales y la posibilidad de que sea considerado por el Instituto de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) como Película Argentina, y así poder entrar en circuitos. En tal caso, los alumnos podrían recuperar lo invertido con el porcentaje de ganancia de las ventas de entradas”, describe Martínez.
La película se filmó con un presupuesto de $50.000 (decididamente bajo en el mercado cinematográfico) obtenido con rifas solidarias, peñas y canjes con algunos comercios. “La verdad es que se logró un trabajo bastante digno, a pesar de las limitaciones presupuestarias y por tratarse de la primera vez”, destacó.
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