BARES NOTABLES, UN ENCUENTRO CON LA HISTORIA
BARES NOTABLES, UN ENCUENTRO CON LA HISTORIA
Escrita el 09/03/2015
Buenos Aires tiene varios bares históricos que se mantienen como hace un siglo atrás. ¡Conocelos!
El tiempo va dando valor a los establecimientos clásicos y la gastronomía no es la excepción. Vía Restó te cuenta cuáles son algunos de los 73 bares notables más interesantes de la ciudad y qué especialidad podés probar en cada uno de ellos.
Si de pesos pesados se trata, hay que ir a la barra del hotel Claridge, en cuyos taburetes se sentaron personajes de la talla de Alain Delon, Camilo José Cela, Aga Khan y el Dalái Lama, entre otros. Al histórico Oscar Chabres la reemplaza la atractiva y competente bartender Paola Zaragoza que prepara muy bien el repertorio de cocktails clásicos. Cerca de allí, sobre la calle Lavalle, se encuentra Le Caravelle y sus ya legendarios capuccinos (el podios de los cafés express se lo lleva el no menos famoso Florida Garden, junto con la pascualina y la empanadas de atún); Le Caravelle abrió en 1962 y sigue reuniendo a personajes del arte, el deporte y las finanzas.
En la zona también está The New Brighton, local que supo albergar a la sastrería del “tout” Buenos Aires y que hoy mantiene su bar y restaurant dentro de un ambiente elegante y aristocrático. Los platos fríos y los tragos como el Tom Collins y el Old Fashioned merecen ser probados. El Bar o Bar, punto de encuentro de los artistas de la Nueva Figuración, es ideal para tomar una generosa cerveza tirada, mientras que si de picadas de trata no hay que dejar de visitar El Preferido de Palermo, El Bar de Cao y el Café de García y su panoplia de platitos. Al contrario, si uno quiere tener un suculento festín conviene rumbear para Miramar y pedir tortilla, rabo y sardinas de la casa, o en su defecto el guiso de lentejas de la Confitería St. Moritz.
En caso de que uno quiera disfrutar del sol, las mesas al aire libre de La Biela son una referencia obligada. A tres cuadras de allí, por el contrario, el aristocrático Lobby Bar del Hotel Alvear casi obliga al cliente a enfundarse en un saco con corbata, recinto que conviene visitar a partir del atardecer. En la misma línea está el bar del Plaza Hotel, cuyas papas fritas caseras son adictivas.
Finalmente, para hacer un alto en un reducto exótico hay que ir al Gato Negro, antigua especiera que exhibe sus condimentos en antiguos anaqueles de roble, y para los nostálgicos de la Belle Epoque queda la remozada confitería Las Violetas con sus opulentos servicios de té y la pastelería casera.
¿Qué otro bar notable agregarías a la lista?
Si de pesos pesados se trata, hay que ir a la barra del hotel Claridge, en cuyos taburetes se sentaron personajes de la talla de Alain Delon, Camilo José Cela, Aga Khan y el Dalái Lama, entre otros. Al histórico Oscar Chabres la reemplaza la atractiva y competente bartender Paola Zaragoza que prepara muy bien el repertorio de cocktails clásicos. Cerca de allí, sobre la calle Lavalle, se encuentra Le Caravelle y sus ya legendarios capuccinos (el podios de los cafés express se lo lleva el no menos famoso Florida Garden, junto con la pascualina y la empanadas de atún); Le Caravelle abrió en 1962 y sigue reuniendo a personajes del arte, el deporte y las finanzas.
En la zona también está The New Brighton, local que supo albergar a la sastrería del “tout” Buenos Aires y que hoy mantiene su bar y restaurant dentro de un ambiente elegante y aristocrático. Los platos fríos y los tragos como el Tom Collins y el Old Fashioned merecen ser probados. El Bar o Bar, punto de encuentro de los artistas de la Nueva Figuración, es ideal para tomar una generosa cerveza tirada, mientras que si de picadas de trata no hay que dejar de visitar El Preferido de Palermo, El Bar de Cao y el Café de García y su panoplia de platitos. Al contrario, si uno quiere tener un suculento festín conviene rumbear para Miramar y pedir tortilla, rabo y sardinas de la casa, o en su defecto el guiso de lentejas de la Confitería St. Moritz.
En caso de que uno quiera disfrutar del sol, las mesas al aire libre de La Biela son una referencia obligada. A tres cuadras de allí, por el contrario, el aristocrático Lobby Bar del Hotel Alvear casi obliga al cliente a enfundarse en un saco con corbata, recinto que conviene visitar a partir del atardecer. En la misma línea está el bar del Plaza Hotel, cuyas papas fritas caseras son adictivas.
Finalmente, para hacer un alto en un reducto exótico hay que ir al Gato Negro, antigua especiera que exhibe sus condimentos en antiguos anaqueles de roble, y para los nostálgicos de la Belle Epoque queda la remozada confitería Las Violetas con sus opulentos servicios de té y la pastelería casera.
¿Qué otro bar notable agregarías a la lista?
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