MAR Y OTRAS BELLEZAS En el nordeste de Brasil podés combinar la playa con otro mundo maravilloso


Dos ciudades coloniales que han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad te permitirán “abrir cabeza y espíritu” con la riqueza de otra cultura.


Las vacaciones en Brasil son el must este verano, pues los precios han transformado el gigante de Sudamérica en la meta más apetecible. Pero no tiene por qué ser el “Brasil de siempre”, pues no sólo de playa vive el veraneante. Por eso te proponemos que mires hacia el Nordeste. Y como la extensión es enorme, vamos a poner límites: al norte, Olinda, en Pernambuco; al sur, Salvador, capital de Bahía, dos ciudades multicolores Patrimonio de la Humanidad. Como las playas -esas con las que uno sueña- están a pocos kilómetros, el viaje, además de geográfico y costero, puede ser urbano e histórico-musical-cultural.

Olinda

Aunque pequeña en escala (2 km cuadrados), es una de las ciudades coloniales mejor preservadas de Brasil. Fue fundada en 1537 y en ella conviven la arquitectura barroca de sus más de 10 iglesias con un trazado urbano que sube y baja colinas enlazando casas multicolores. Es la sede de uno de los carnavales más originales. El resto del año, músicos, pintores y artesanos viven y trabajan con puertas y ventanas abiertas de par en par. En el antiguo mercado de esclavos funciona un artesanato, y desde la cumbre de laladeira pueden verse la ciudad y el mar.

Las mejores playas comienzan poco más de 60 km al sur y se extienden casi hasta Maceió: Porto das Gallinhas, Muro alto, Maracaípe, Praia dos Carneiros, Japaratinga... Uno de los atractivos son las piscinas naturales que forman los arrecifes cuando la marea baja (consutlá fechas y horarios: dependen de las fases de la Luna).

Salvador

Es una ciudad enorme e industrial, pero el Pelourinho, como llaman al casco fundacional de la ciudad (1549), fue el barrio residencial hasta principios del siglo XX. Recuperado en la década del 80, hoy es un importante polo cultural. Las playas más lindas son las del Morro de San Pablo, una isla ubicada hacia el sur a dos horas de viaje en catamarán (también se puede ir en avión) o, hacia el norte, Praia da Forte, una encantadora aldea de pescadores a unas dos horas en bus.

Dinero
Alternativas para adquirir reales 

La mejor alternativa es comprar dólares ahorro (precio oficial más el 20% de la AFIP, que eventualmente podrás deducir a fin de año). Se complica quizás porque hay un tope mensual, pero como falta para las vacaciones, podés ir juntando. La otra salida son las tarjetas (crédito y débito). El tipo de cambio es el dólar oficial más el 35% de AFIP). Si usás débito, te lo descuentan a la cotización del día; si usás crédito, la cotización será la del día del vencimiento.
 
Salud
Seguro médico y otras recomendaciones 

Ojalá no lo uses, pero un problema de salud puede costar caro sin seguro médico. Por unos $500 podrás conseguir cobertura para dos personas por 10 días. Ya no hace falta vacuna contra la fiebre amarilla, salvo que visites zonas rurales y/o selváticas, donde la enfermedad sí es endémica. Conviene no beber agua corriente; algún patógeno al que no estés acostumbrado puede causar “diarrea del viajero”. Los propios brasileños generalmente tampoco la beben.
 
Aprovechá las escalas
Podrás conocer ciudades que no elegirías

Los vuelos al nordeste de Brasil hacen -casi con seguridad- escala en algún punto intermedio, generalmente San Pablo o Brasilia. Seguramente no figuran entre tus prioridades, pero si tenés un par de días disponibles, pueden mostrarte un mundo al que no volverás. Y la diferencia de costos es baja:  si volás (con LAN) Buenos Aires-San Pablo, te quedás dos días y seguís hasta Recife necesitás sólo $ 1.500 más que si no hacés la parada. 
 

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