"Los Bachasalseros" les ponen calor a los domingos


Comenzó como un grupo de amigos aburridos durante un verano y ahora es una movida que convoca gente que se acerca de toda la ciudad. Todos los domingos, religiosamente, bailarines de salsa y de bachata se reúnen en la plaza Alberdi sin otra intención que moverse al ritmo del Caribe. La historia, las reglas de oro del grupo y la mudanza que tuvieron que hacer hace más de un año

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Domingo 4 de enero de 2015. 40° de calor a la sombra, ni un peso para salir de vacaciones. Para colmo, la academia de baile -la única escapatoria para salir del aburrimiento- se había tomado el mes de vacaciones. Un grupo de 10 enamorados de la salsa y la bachata deciden ir con el equipo de mate y un pequeño parlante portátil a la recién inaugurada plaza de los Decididos de Tucumán, frente al Hospital de Niños, como para matar el tiempo.
Domingo 19 de noviembre de 2017. Casi tres años después, aquel grupo tiene un nombre, “Los Bachasalseros de la plaza Alberdi”, y acumula alrededor de 130 jornadas domingueras con el ritmo del caribe. El domicilio inicial ha cambiado, pero la magia sigue intacta, o más bien ha crecido: ya no son 10 los que se juntan religiosamente los domingos, sino más de 50.
Más puntuales que para ir al médico o para cobrar el sueldo, a las 18.30 empiezan a llegar los “Bachasalseros”. Se llaman así porque bailan bachata y salsa: la primera es sensualidad, la segunda, alegría; ambas llevan el corazón de Centroamérica. “Chicos, pueden ir poniendo música si quieren ir bailando”, ofrece a los gritos Mónica Reynaga (anteojos oscuros, pelo morado, remera anaranjada flúo), mientras ensaya unos pasos con la música en su cabeza. Todavía no ha llegado el DJ.
Mónica es una de las integrantes del grupo fundador, junto con Ángel Catán y Karina Pedraza. “El domingo es, para muchos de nosotros, el momento más esperado de la semana. Muchas veces suspendemos reuniones familiares o nos vamos temprano para venir a bailar. Si está lloviendo es un bajón total, pero han sido pocos los domingos que no hemos podido venir”, cuenta Mónica. Ayer llegaron particularmente temprano a instalarse al pie de la escultura de Lola Mora, porque el fin de semana tienen una presentación en el teatro.
El hospital que bailaba
Durante un año se reunían religiosamente en la ex plaza Rivadavia, ahora De los Decididos de Tucumán. Ahí ocurrieron cosas que les llenaron el corazón. “Para la gente que tenía chicos en el hospital de Niños era un momento de alegría, de escuchar música, de vernos bailar, de distraerse un rato. Me acuerdo que había una mujer que estuvo en el hospital como un año con su nene, que sufría hidrocefalia, y ella nos esperaba todos los domingos para bailar con nosotros y cambiar un poco de aire”, rememora Karina.
De Barrio Sur tuvieron que mudarse a Barrio Norte, a la plaza Alberdi. “Había una vecina que hizo todo para que nos vayamos de ahí, decía que le molestaba la música, hizo denuncias hasta que nos corrieron. Pero ya llevábamos un año y no íbamos a quedarnos sin bailar, así que gestionamos los permisos para juntarnos acá”, relata Ángel, a quien el grupo reconoce como uno de los gestores más enérgicos de la movida.
Tras el “desalojo”, estuvieron sólo un domingo sin bailar hasta que encontraron el nuevo sitio. Fue una de las muy pocas veces en que se cortó el tradicional encuentro salsero-bachatero. Las otras fueron uno o dos domingos lluviosos. “Siempre pasa algo, no sé qué es, pero justo en el horario de bailar, para la lluvia. Muy pocas veces nos quedamos sin venir”, cuenta Marianela Cañote, una joven que se sumó en el cuarto domingo salsero.
En familia, en pareja, solos, solas. Gente con experiencia, curiosos, turistas que bajan de los hoteles ubicados frente a la plaza Alberdi. Los domingos de baile están abiertos para todo el que quiera acercarse y aprender, porque además de pasión, en el grupo hay instructores que enseñan los movimientos básicos.
“Lo fundamental es el respeto, podés bailar con quien quieras, pero con respeto -explica Karina. Por ahí se ve que los que son novios tienen más contacto, otras miradas, más seducción que con alguien que no te conocés. Claro... siempre y cuando sea un noviazgo más o menos nuevito, porque después es como bailar con tu hermano”, bromea.

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