"La bruja de la moda": el lado sensible de Matilda Blanco


Viernes, 26 de Octubre de 2018 15:37 | La asesora de imagen más famosa y polémica contó cómo la distancia venció a su última pareja, sus momentos de sensibilidad, el enojo de las celebrities por sus críticas.
Matilda Blanco: la asesora de imagen más famosa y polémica.


 
Así como Bruce Wayne (O Bruno Díaz, bueh) eligió llamarse Batman para merodear por las calles de Ciudad Gótica con su capa al viento y su máscara con cuernos; o como Lady Gaga se despojó de su italianísimo Stefani Joanne Angelina Germanotta para ser una “bestia pop” bautizada con el clásico de Queen, Gabriela se creó así misma poco después de aprender a escribir en cursiva. Cansada de ser una Gabriela más de su clase (“éramos cinco, llamaban a una y todas nos dábamos vuelta”), su ego de niña se impuso y se convirtió en Matilda. Matilda Blanco.

Acostumbrada a las producciones de fotos, los cambios de ropa y el vértigo en el que bailan los profesionales de la fotografía, el maquillaje y el peinado, la asesora de imagen y crítica de la moda más temida por celebrities y diseñadores posa con la solvencia del que conoce los engranajes del artefacto. Luego, con una lágrima y unas medialunas en medio de un atardecer que se puso fresco, cuenta que su abuelo era sastre y que de ahí, como de su amor por los musicales de Broadway y sus vestuarios, nació su profesión. De Matilda también nació la “bruja de la moda”, que asusta desde Hay que ver en el nueve, y sobre todo cuando se entregan estatuillas y hay que ponerse las mejores pintas, un personaje que reconoce que le divierte, pero que muchos no lo entiendan.

La que se abre a contar por qué la distancia terminó arransando su relación con el empresario Juan González Chávez y cómo sigue creyendo en el amor después del amor, a pesar de las heridas. Cómo sus mascotas la ayudan a superar los momentos de bajón y el proteccionismo de animales se convirtió en su máxima lucha. ¿Hay días en los que Matilda se siente más Gabriela? Para ella eso no tiene sentido. Es toda Matilda: la persona, el personaje, la que aparece en el DNI y la que se fundó a sí misma. Su propia Santísima Trinidad.

-Elegiste llamarte Matilda y tu verdadero nombre es Gabriela. ¿De dónde surge?


-Cuando era chiquita tenía en el colegio cuatro compañeras que se llamaban Gabriela y cuando la maestra decía “Gabriela” éramos cinco las que nos dábamos vuelta y eso me daba una bronca... Entonces como mi papá me cantaba una canción de Harry Belafonte que se llama Matilda, me hice llamar así entre mis compañeras y mis amigas. Yo le decía a mi papá que me quería cambiar el nombre por Matilda y él me decía que hiciera lo que quisiera. ¡Como era chica me decía a todo que sí! (risas). Me parecía una fiaca el nombre. Gabriela no me molesta para nada, no me desagrada. Tiene mas que ver con el ego de cuando era chiquita.

-En junio de este año contaste que te separaste de Juan González Chávez y viajaste a Nueva York, donde él vive, un mes después. ¿Hubo reconciliación?

-Me reencontré con él, pero lamentablemente fueron dos días porque se iba a China a trabajar. Nos vimos, estuvimos juntos y lamentablemente la relación no continúa. No lo vi en todo el año, viajo y tampoco lo puedo ver, nuestros trabajos no lo permiten. Él realmente tenía que viajar, no es que se fue porque yo llegué. Ese viaje me surgió de manera muy imprevista, porque no tenía pensado irme de vacaciones, era la única oportunidad para tomarme unos días, saqué un pasaje y me fui. Cuando lo llamé y le dije “amor, voy para allá”, me dice “gorda, estoy dos días con vos y tengo que viajar a Asia”. Queríamos arreglar las cosas, estar juntos, pero no se pudo. Hoy pasaron unos meses y lo puedo decir de una forma divertida, pero estuvimos unos días juntos nada más. Pudimos ir al Museo Metropolitano de Arte, que fue algo genial. Nos sacamos fotos juntos e hicimos cosas que él sabe que me encantan. Fuimos a comer algo rico, estuvimos juntos, caminamos. Igual nos seguimos hablando, nos queremos, pero es muy difícil tener una relación a distancia.

-Hoy lo podés contar de forma divertida, pero me imagino que fueron meses difíciles.
-Fueron muy duros. Él quiere que volvamos a estar, vernos y demás. Él es una persona adorable, nos entendemos muchísimo, pero viste cuando vos querés llegar a tu casa y querés tener ese hombro ahí, esa palabra al lado tuyo cerca, y estar lejos complica todo. Por más que las tecnologías ayuden a estar más cerca, falta algo que se llama presencia real. Ya la realidad aumentada no nos alcanza.

-¿Cómo se maneja la fidelidad en una relación a distancia?

-Yo creo que hubo un código de fidelidad. Los dos sentíamos que el uno lo tenía al otro y yo al menos elegí creerle y él me parece que también. Nos apoyamos, nos bancamos, pero finalmente “ojos que no ven, corazón que no siente”. Yo entiendo que él me era fiel y yo lo fui durante el tiempo que estuve con él. A mí eso me hace sentir bien y yo creo en la fidelidad.

-¿Hoy te permitís conocer a alguien o seguís enganchada a esa historia?


-Hoy es hoy y ya estamos separados. Si él conoce a alguien o yo conozco a alguien, bueno, ya estamos separados y tenemos el derecho. Si yo me entero, me va a doler y yo estoy segura que a él también le dolería. A mí se me hace muy cuesta arriba una relación a distancia y no es la primera vez. Ya tuve una relación con alguien que vivía en otra parte del país y es doloroso, son heavies los mensajes como “te llamo cuando llego”, “te estoy viendo en la tele”. No quiero más eso, necesito alguien de cuerpo presente. Tengo ganas de estar con alguien que me apoye y que sea divertido porque yo soy un poquito intensa, que pase muchas cosas por alto (risas). Pero la relación a distancia es brava.

-Tenés una imagen muy fuerte. ¿Cómo sos cuándo te pega el bajón?


-Tengo dos extremos, pero no soy una persona que decae. Me agarra la hiperactividad, voy más al gimnasio, me lleno de trabajo. Al menos es lo que me pasa en este momento. Tengo a mis animales y quiero estar con ellos, ver una película con mis perros y si es Nothing Hill, mejor (risas). ¡Soy tremenda! Así que después de hacerme los 800 ejercicios, las mil reuniones y estar en dos programas, al final del día te lo cierro con una película así.

-¿Tuviste un refugio sexual? ¿Hubo algún amigo, algún muchacho que te ayudara a sobrellevar todo este último tiempo?


-Sí, salí con alguien y estuve con alguien, pero la verdad que cuando estás pensando un poquito en lo que dejaste no estás para engancharte con otro. Por ahí salís con alguien, la pasás bien una noche o dos noches, pero no estoy para engancharme. A no ser que aparezca alguien que me complete y me encante. Mis amigas me quieren presentar todo el tiempo a alguien y yo accedo a todo. Voy a comer, la paso bien, no tengo problema. No hay un tema con pasarla bien y divertirse una noche o dos noches, pero el sexo no es mi mejor lugar de refugio. Busco algo un poquito más profundo. Tengo más ganas de armar algo y la verdad es que hay un punto en el que eso ya lo hice. Tanto mejor el sexo con amor que el sexo pelado, pero tampoco hay que tenerle miedo a pasar una buena noche de sexo.

-Muchas de tus críticas de moda terminan cayendo mal entre los famosos. ¿Alguno pasó a lo físico, te quisieron pegar o agarrarte de los pelos?


-No, solo una vez tuve una amenaza de un diseñador llamado Javier Mussetti, que le hizo unos vestiditos a Fátima Flórez. El se enojó mucho porque dije que los vestidos no estaban buenos, que no le quedaban bien y que no la ayudaban. Se puso como loco, me dijo que si me encontraba en un Martín Fierro, en un evento o en la calle, yo lo iba a pasar muy mal. Eso es una amenaza y se lo mandó en un mensaje a Tommy Dente cuando yo trabajaba con Fabián Doman. No estuvo bueno, yo me sentí mal porque mi mamá se asustó y no conforme con eso, él me mandó una carta documento (risas). Rarísimo, porque yo era la amenzada. Después terminó mandándole la carta documento a otra persona, muy mal asesorado. Me mandaba insultos muy despreciables como “negra de m...” o “hija de p...”, pero lo más peligroso era la amenaza. Yo puedo decir que la ropa de Versace no me gusta y no por eso Donatella me va a querer hacer juicio.

-Por supuesto que Fátima no tenía nada que ver con esas amenazas...

-No, pero ella lo habilitó. Yo pensé que ella se iba a disculpar por él, pero medio que a ella eso le encantó, tengo entendido. Está mal, porque si yo trabajo con un asistente y ese asistente agrede a alguien con el que yo no tengo buena relación, no puedo decirle “muy bien, lo amenazaste, lo hiciste bien porque yo lo odio”. La violencia uno la tiene que descalificar.

-Ella es una de las famosas que más críticas negativas tuyas tuvo. ¿Alguna vez hubo un acercamiento como para que vos la asesores?


-Ella no quiere cambiar y si quiere vestirse toda la vida así, no me importa. Que haga lo que quiera. A mí me preguntan, me ponen fotos y yo digo lo que me parece. Lo más importante es que yo jamás agredo su profesión, su persona, su cuerpo, su belleza o su edad. Yo solo me meto con la elección de ropa que hizo ese día y lo lamentable es que cuando tiene que hacer un descargo sobre mí, dice “su libro es una porquería, es una mala profesional”. Evidentemente se mete con mi trabajo porque no tiene las palabras y no sabe defender su postura sobre su imagen. Podría decir “me visto así porque me gusta, no me importa lo que digan y besito para todos”, como dice Mirtha. Pero ella entra en eso.

-Es que si todo el mundo se vistiera tan bien, tendrías que decir que son todos divinos y te terminarías quedando sin trabajo.

-¡Claro! Yo siempre digo que Fátima es mi mal vestida favorita. Un poco la quiero porque sin ella, qué haríamos (risas).

-Una faceta no tan conocida es que sos proteccionista de animales. ¿Cuántos perros y gatos viven hoy con vos?

-Ahora tengo seis perros y siete gatos, pero he llegado a tener 18 gatos y 14 perros. La realidad es que muchas veces no se puede conseguir hogar para las mascotas. Yo recibo perros en tránsito y después es muy difícil encontrarles casa, porque son viejitos o les falta una patita, un ojo o son diabéticos. Por ejemplo, me llegó una mamá con sus cachorritos y a ellos los pude ubicar, pero me tuve que quedar con la mamá o algún cachorro siempre viene de vuelta, porque la gente no entiende que cuando vos adoptás un perro te tenés que bancar que rompa cosas o que ladre. Hago lo posible para concientizar a la gente sobre el maltrato animal, sobre la adopción responsable y para que la gente adopte y no compre. Ahora soy parte de una campaña para que la gente entienda lo que sufren los caballos por la tracción a sangre. Pedimos leyes más duras para los que maltratan a los animales. Los carreros se valen de los caballos para llevar su pan a la mesa, pero aún sabiendo que ese caballito hace eso, lo maltratan y muere. Esto no tiene que ver con la pobreza. La gente humilde no es mala con los animales, es cierta gente que así como hoy maltrata a un caballo, mañana maltrata a un niño.

-¿Cuál fue la historia que más te tocó, de las muchas que debés tener, como rescatista?
-Tengo tantas. Uno de mis perritos se llama Pucho y lo encontré un día que estaba muy apurada para llegar a eltrece. Me tomo el subte, porque a veces para atravesar toda la ciudad podía estar una hora en un taxi (y además… ¿si me tomo el subte en París por qué no me lo voy a poder tomar acá?), y llegando a la estación Dorrego veo a una señora que estaba persiguiendo a un perro chiquitito. No lo podía agarrar, entonces yo me agaché, lo llamé y así como vino me lo llevé. Él, divino, se dejó agarrar sin ningún problema y la gente nos empezó a aplaudír. Se vino chocho. Lo llevé a la veterinaria, todo y al principio le puse Sube, pero no respondía a ese nombre (risas). Un par de semanas después le empecé a decir Pucho y quedó así. Estaba delgaducho, muy sucio, con mucho olor y ahora es un gordo malcriado que se cree un gran danés y es mínimo (risas). Por eso le puse Pucho, es muy pequeñito. Ahora vive con nosotros y es una historia maravillosa.



Fuente: https://www.ciudad.com.ar/espectaculos/matilda-blanco-sali-alguien-tras-separarme-cuando-seguis-pensando-poco-dejaste_107608

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