Francia: rayuelas de Marta Minujín para homenajear a Cortázar
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FRANCIA
Julio Cortázar se hubiera reído melancólicamente. En plena plaza del Palais Royal y con 70 rayuelas vinílicas tapizando la explanada, con el museo del Louvre de testigo, su autora y artista plástica Marta Minujín, el pintor Antonio Seguí y el ministro de cultura de la ciudad de Buenos Aires Hernán Lombardi celebraban jugando a la piedra mágica y saltando en el aire los 100 años del escritor más argentino de los autores exilados en París.
Seguí lo conocía muy bien: habían compartido con Julio la década del 60 en París, el Mayo del 68 francés, la famosa y breve ocupación de la Casa Argentina en la ciudad universitaria, los cambios sociales y políticos y la resistencia a la dictadura militar argentina. Minujín discutía la vanguardia del arte en el café Le Dome, su refugio, como una becaria argentina. Allí estaban el director de teatro Jorge Lavelli, el pintor holandés Pat Andrea,y los que habían sido amigos de Cortázar en esos anos.
"Cortázar era un joven desprejuiciado, libre, hablaba rápido. Siempre lo veía con Alejandra Pizarnik y con Aurora, su mujer entonces. Mi vínculo con él era Alejandra. Yo había leído Rayuela cuando tuve 14 años. Lo vi una vez más en Buenos Aires y no lo vi más" recordó Minujín en París. "Siempre hablamos de literatura, de arte. Yo no sé si veía lo que yo hacía porque el tenia mucho ego" confiesa Marta, reina del happening en París en los 60 y autora de "La destrucción", cuando quemó su obra.
En el primer día de primavera en París, los invitados se unían al lúdico ejercicio de volver a la infancia con "La Marelle", la traducción de Rayuela en francés. Sorprendidos y entusiastas, los turistas japoneses no dejaban de sacar fotos y preguntaban las reglas para unirse a jugar. Más desinhibidos, los americanos saltaban con un pie y exigían el prometido premio de piedra fuscia. Una dinámica como que la que había soñado Marta Minujín, con mameluco maya original, anticonsumo, rosa fosforescente, collares amuletos y sus 6 anillos de ojos "contra la envidia". Con un megáfono en la mano explicaba "esta obra de arte efímero y participación masiva" y llamaba a divertirse jugando. Una banda de saxofonistas deambulaba entre las rayuelas. 'Arte, arte, arte" gritaba Marta debajo de un paraguas naranja.
"Rayuelarte" fue la obra interactiva elegida por la ciudad de Buenos Aires para recordar a Cortázar con pluralismo en su primer homenaje en Francia, después que Argentina fuera elegida como invitada de honor en el próximo Salón del Libro en París, que inaugurara la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. El gobierno kirchnerista decidió no convocar a la administración de Mauricio Macri y su gestión cultural a participar directamente en la exposición, a pesar de que Buenos Aires había sido seleccionada tres años atrás como huésped de honor.
'Cortázar era la innovación, la modernidad y por ese la obra de Marta Minujín es adecuada para este momento. Esta es una muestra de la pluralidad cultural que nosotros defendemos, sin restricción a la gente que piensa distinto. Cortázar es un ejemplo de libertad creativa y así lo homenajeamos" dijo el ingeniero Hernán Lombardi, ministro de Cultura del gobierno de la ciudad de Buenos Aires.
"Rayuela" fue la novela más famosa y vanguardista de Cortázar, que la escribió en París . Supo decir "que si no hubiera escrito Rayuela, me tiraba al Sena". Lectura obligatoria para la generación de los 70, ésta novela urbana, entre Buenos Aires y París , es hoy -junto con Cien Años de Soledad- una de las obras más importantes de la literatura latinoamericana de esos años.
Con un padre diplomático, Cortázar nació en Bruselas y se crío en Argentina, donde fue profesor de literatura en la escuela segundaria de Bolívar. Con fobia al peronismo se instaló en París, se acercó al movimiento revolucionario cubano y a la izquierda y adoptó la nacionalidad francesa como una forma de despreciar la dictadura argentina, contra la que militó intensamente. Murió en 1984.
Esta homenaje no fue la única ceremonia en París. En la sala de casamientos de la alcaldía del barrio I de la capital francesa, un grupo de escritores encabezadas por Silvia Barón Supervielle recordó y leyó sus obras, sus poemas. El fotógrafo Daniel Morzinski, especialista en imágenes de escritores e intelectuales, expuso una colección de escritoras argentinas en su honor en el enrejado de la alcaldía. La conmemoración se cerrará con el tango, otra pasión cortaziana, en el carrusel del Louvre. Un maestro dará clases entre el sábado y el domingo próximos y todos podrán seguir jugando a La Rayuela hasta ese día en la plaza del Palais Royal.
Seguí lo conocía muy bien: habían compartido con Julio la década del 60 en París, el Mayo del 68 francés, la famosa y breve ocupación de la Casa Argentina en la ciudad universitaria, los cambios sociales y políticos y la resistencia a la dictadura militar argentina. Minujín discutía la vanguardia del arte en el café Le Dome, su refugio, como una becaria argentina. Allí estaban el director de teatro Jorge Lavelli, el pintor holandés Pat Andrea,y los que habían sido amigos de Cortázar en esos anos.
"Cortázar era un joven desprejuiciado, libre, hablaba rápido. Siempre lo veía con Alejandra Pizarnik y con Aurora, su mujer entonces. Mi vínculo con él era Alejandra. Yo había leído Rayuela cuando tuve 14 años. Lo vi una vez más en Buenos Aires y no lo vi más" recordó Minujín en París. "Siempre hablamos de literatura, de arte. Yo no sé si veía lo que yo hacía porque el tenia mucho ego" confiesa Marta, reina del happening en París en los 60 y autora de "La destrucción", cuando quemó su obra.
En el primer día de primavera en París, los invitados se unían al lúdico ejercicio de volver a la infancia con "La Marelle", la traducción de Rayuela en francés. Sorprendidos y entusiastas, los turistas japoneses no dejaban de sacar fotos y preguntaban las reglas para unirse a jugar. Más desinhibidos, los americanos saltaban con un pie y exigían el prometido premio de piedra fuscia. Una dinámica como que la que había soñado Marta Minujín, con mameluco maya original, anticonsumo, rosa fosforescente, collares amuletos y sus 6 anillos de ojos "contra la envidia". Con un megáfono en la mano explicaba "esta obra de arte efímero y participación masiva" y llamaba a divertirse jugando. Una banda de saxofonistas deambulaba entre las rayuelas. 'Arte, arte, arte" gritaba Marta debajo de un paraguas naranja.
"Rayuelarte" fue la obra interactiva elegida por la ciudad de Buenos Aires para recordar a Cortázar con pluralismo en su primer homenaje en Francia, después que Argentina fuera elegida como invitada de honor en el próximo Salón del Libro en París, que inaugurara la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. El gobierno kirchnerista decidió no convocar a la administración de Mauricio Macri y su gestión cultural a participar directamente en la exposición, a pesar de que Buenos Aires había sido seleccionada tres años atrás como huésped de honor.
'Cortázar era la innovación, la modernidad y por ese la obra de Marta Minujín es adecuada para este momento. Esta es una muestra de la pluralidad cultural que nosotros defendemos, sin restricción a la gente que piensa distinto. Cortázar es un ejemplo de libertad creativa y así lo homenajeamos" dijo el ingeniero Hernán Lombardi, ministro de Cultura del gobierno de la ciudad de Buenos Aires.
"Rayuela" fue la novela más famosa y vanguardista de Cortázar, que la escribió en París . Supo decir "que si no hubiera escrito Rayuela, me tiraba al Sena". Lectura obligatoria para la generación de los 70, ésta novela urbana, entre Buenos Aires y París , es hoy -junto con Cien Años de Soledad- una de las obras más importantes de la literatura latinoamericana de esos años.
Con un padre diplomático, Cortázar nació en Bruselas y se crío en Argentina, donde fue profesor de literatura en la escuela segundaria de Bolívar. Con fobia al peronismo se instaló en París, se acercó al movimiento revolucionario cubano y a la izquierda y adoptó la nacionalidad francesa como una forma de despreciar la dictadura argentina, contra la que militó intensamente. Murió en 1984.
Esta homenaje no fue la única ceremonia en París. En la sala de casamientos de la alcaldía del barrio I de la capital francesa, un grupo de escritores encabezadas por Silvia Barón Supervielle recordó y leyó sus obras, sus poemas. El fotógrafo Daniel Morzinski, especialista en imágenes de escritores e intelectuales, expuso una colección de escritoras argentinas en su honor en el enrejado de la alcaldía. La conmemoración se cerrará con el tango, otra pasión cortaziana, en el carrusel del Louvre. Un maestro dará clases entre el sábado y el domingo próximos y todos podrán seguir jugando a La Rayuela hasta ese día en la plaza del Palais Royal.
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