A los 82 años, Noé hace su muestra "más madura y más joven"



"Creo que es la exposición más madura y a la vez más joven que he hecho", cuenta Luis Felipe Noé rodeado de veinte de sus obras, algunas pinturas, otras esculturas a las que prefiere llamar "pinturas tridimensionales", todas producidas este año. Yuyo, como casi todo el mundo llama a este artista que expone desde 1959, fue parte de la Nueva Figuración, ese colectivo de vanguardia que en los años 60 intentó resolver la dicotomía entre el arte abstracto y el figurativo del que también participaron Rómulo Macció, Ernesto Deira y Jorge de la Vega. Yuyo fue, en 2009, el artista que representó a la Argentina en la prestigiosa Bienal de Venecia. Sobre las obras de No obstante, la muestra que abrió ayer, dice: "Todavía me siento como un pibe ensayando. Pero ensayo con cierta experiencia. Hay cosas que ya hago desde cierta seguridad, cosas que ya no tengo que preguntarme porque con los años resolví esa duda".
Es una muestra joven, explica, porque esas pinturas tridimensionales hechas con poliestireno expandido y tela y pintadas encima con acrílico y tinta, lo remiten a algunas instalaciones que hizo en los años 60y que, en algunos casos, después destruyó: "Creo que vuelvo a eso pero de otra manera, con mayor síntesis". Proyecto de monumento a la humanidad, que mide más de dos metros de alto, es un ejemplo de esa síntesis: en la obra, Noé pintó -según llegó a contar una vez terminado el trabajo- unas doscientas alusiones al hombre. Hay un perfil que parece el de Dante, un señor de bigotes y saco azul que podría ser un comisario, un barbudo de traje que, le dijeron a Yuyo y estuvieron en lo cierto, se parece a Lisandro de la Torre. Una mujer con una trenza como las que a veces usaba Frida Kahlo y, en la base de la obra, sosteniendo todas esas caras reconocibles -"figuritas", define el artista-, cuerpitos chiquitos, grises, siluetas, una gran masa anónima.
Hay que prestarles atención a los nombres de varias obras de esta muestra: ¿Qué hago?No entiendo, e Incógnita se llaman tres pinturas. Y cuando el visitante cree que la incertidumbre es uno de los temas, va y se encuentra con un acrílico en el que las caras pasan del negro al blanco a través del rojo, el rosa, el violeta, el azul, el verde y el amarillo que se llama... Incertidumbre. "Siempre mi tema ha sido el caos. Creo que estamos en un tiempo, no hoy por hoy, sino el tiempo de toda mi vida, en el que todo se acelera como cada vez más. Las cosas se entrecruzan, se mueve el piso de una manera extraordinaria, porque el caos -que no es el desorden- es el tiempo de la vida colectiva. Si vos deseás tiempos estáticos, un orden, siempre aparece esa dinámica de cosas que te mueven el piso", (se) explica Noé. Otra de las pinturas de la muestra, Pareja contemporánea, se acopla a su argumento: en una mezcla de colores -"empiezo manchando sin ninguna lógica", dirá el artista-, las caras se forman con líneas blancas hechas a puro corrector líquido. Pero en esta pareja no hay dos: se cuentan, a simple vista, veintiún rostros. Uno se interpone entre los dos protagonistas: "Acá tienen un quilombo", interpreta Yuyo.
Como en buena parte de su obra pictórica, Noé usó colores brillantes, fuertes. "Colores vivos", le dice esta cronista, y él retruca: "No hay colores vivos ni muertos. Todos los colores están vivos si el pintor está apasionado". Está apasionado Yuyo, que le escribió un prólogo corto a su muestra: "Tengo ochenta y dos años, no obstante...". Los puntos suspensivos, explica, quieren decir que algo sigue. "No se sabe para dónde, pero sigue".
Dos libros para entender vida y obra
Cuaderno de bitácora y Mi viaje se llaman los dos libros de Luis Felipe Noé -unas mil páginas en total que El Ateneo acaba de editar-, en los que el artista desmenuza su trayectoria y su vida a través de fotos, textos propios, otros sobre su obra escritos por críticos y periodistas y, claro, imágenes de sus pinturas. Sus trabajos van desde fines de los cincuenta, cuando empezó a exponer, hasta la actualidad, cuando el concepto de caos lo llevó a "replanteamientos plásticos a fin de proponer una imagen del mundo contemporáneo en permanente  movilidad, en el cual conviven miles de cosmovisiones".
"El pintor -y a través de él la pintura- presta su alma a los objetos que representa y parece de este modo revelar el alma de esos objetos", escribió en 1984 y reprodujo ahora, en este libro que presentará el 10 de noviembre en el Mamba.

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