Agustín Alezzo: "Me harté de la burocracia"


El maestro de actores se cansó de las exigencias de la Ciudad para habilitar su sala y 
decidió cerrar su teatro.
Agustín Alezzo: "Me harté de la burocracia"
No quiere retirarse. Agustín Alezzo busca un espacio donde montar sus obras esta temporada. (Julio Juárez).
La ciudad de Buenos Aires pierde una sala de teatro. Adiós a El Duende. La decisión la tomó su dueño, Agustín Alezzo, después de quedar agotado por la burocracia del proceso de habilitación. “Me harté”, confesó ayer a Clarín el maestro de actores. El cierre implica que Alezzo no montará más obras con público, pero continuará allí con la enseñanza teatral. “Creé esta escuela hace 52 años. A mis 81 considero que lo mejor es cerrar y no distraerme más con cuestiones de otra índole. Mi energía estará puesta exclusivamente en la docencia”.
Fiel al perfil silencioso que suele manejar, Alezzo -que no tiene agente de prensa- informó la decisión por lo bajo, pero el actor Mauricio Dayub difundió el dato en redes sociales y despertó masivamente la alarma. “No quiero sacar provecho con esta nota. Soy lo menos especulativo del mundo. Las habilitaciones son imprescindibles, pero he tenido tantas inspecciones que el tema se eternizó. Sigo todos los pasos al pie de la letra, cumplo y viene una nueva inspección y tiene nuevos requerimientos. Así sin fin desde 2006. Listas interminables, insólitas y estúpidas. Me cansé”, admitió.
Alezzo, probablemente de los últimos directores y docentes emblemáticos, lleva montadas más de 70 obras en la Argentina. Se resigna a que el público no pise más su “templo”, pero no a ejercer su rol de director. “Me llamaron desde la Dirección de Cultura de la Ciudad, y yo les dije que no pretendo que hagan nada, pero sí necesito un buen espacio donde desarrollar una temporada. No me llaman del circuito oficial. No trabajo en el Cervantes, ni en el San Martín. No sé por qué”, se lamenta. “Tengo una obra maravillosa en mente y no tengo el lugar. Deben pensar que estoy para el cajón. No es así, estoy con ganas de seguir trabajando”.
A medio siglo de su debut como director, Alezzo se ríe cuando evoca ese “primer fracaso”, la obra La mentira, de Nathalie Sarraute, en el Payró, con Augusto Fernandes, Zulema Katz y Hedy Crilla, entre otros. “¿Quién iba a producir un espectáculo con alguien que nunca había dirigido? Fue malo económicamente hablando, pero fue el mejor espectáculo que monté en mi vida. Tenía algo que nunca logré. Una magia especial. Cuando terminó el espectáculo llevé a la tintorería los trajes usados y nunca pude retirarlos, porque no tenía con qué pagar. Perdí todo. Pero queda en el recuerdo el hecho de que Jorge Luis Borges haya ido dos veces a disfrutar de la obra”.
En una era en la que cientos de integrantes de la fauna mediática se atribuyen el hecho de haber estudiado con Alezzo, el maestro no desmiente a nadie y escapa a la polémica. “Pienso que todas las personas tienen un valor, una cualidad extraordinaria. Hay cosas que no sé hacer y me admira la gente que sabe hacerlas. Por ejemplo, no sé manejar un auto. No es para mí. La mayoría lo hace como algo normal. Hay gente que sabe hacer panes maravillosamente bien. El don nos iguala. Vivimos del don de los otros. Por eso no creo que mi tarea sea tan importante”.
El duende
Ubicado en Aráoz 1469 y con capacidad para 60 personas, el teatro de Agustín Alezzo funciona esencialmente como escuela de formación actoral para principiantes y estudiantes avanzados. Cada año recibe a unos 200 alumnos.
En principio El Duende funcionaba en Avenida Córdoba y Jean Jaures, hasta que en 2005 se mudó a Córdoba y Ravignani, donde permaneció un año.
La lupa en las habilitaciones de las salas no es caprichoso, fundamentalmente después de lo que significó la tragedia del boliche Cromañón, a fines de 2004. Por otro lado, la ciudad de Buenos Aires tiene un circuito alternativo creciente (incluso en casas o lugares improvisados), muchas sin las medidas de seguridad correspondientes.

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