Susan Sarandon y Jessica Lange, enemigas íntimas
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Susan llegó a los 70 y no se calla nada.
Se sabe que las dos divas del Hollywood dorado eran rivales, se querían poco y nada y pelearon hasta el último minuto de su actuación conjunta en el set de ¿Qué pasó con Baby Jane?, la película de 1962 que le valió a Bette Davis una nominación al Oscar. Lo interesante de Feud: Bette y Joan, la miniserie de Ryan Murphy para FX que se verá en la Argentina a partir del 17 de marzo, es que las actrices que eligió para revivir a Bette Davis y Joan Crawford tienen muchos puntos de contacto con ellas, más allá del talento.
“Cuando se filmó la película Joan tenía diez ños menos que los que yo tengo ahora, pero los problemas que tenemos las actrices a nuestra edad para ser convocadas siguen siendo los mismos. Y es una experiencia triste darte cuanta de que no sos querida”, razona Jessica Lange, quien en los ocho capítulos de la serie se convierte en una Joan Crawford rayana en alcohólica (Murphy acaba de asegurar que Crawford lo era) con su escudo de arrogancia y divismo y algunos arrebatos de cólera divina. Lange cuenta que al enterarse de la triste infancia de Crawford entendió mejor por qué se fabricaba esa imagen de diva impenetrable.
Jessica Lange.
Sarandon dice que cuando ella empezó a actuar, las mujeres ya eran viejas a los 40 y que esa vara por suerte ahora se estiró un poco. Sin embargo, acuerda con Murphy en que la exploración de esta pelea entre dos divas de Hollywood lleva a un trasfondo más profundo de maltrato de la industria hacia las actrices, especialmente veteranas, convirtiéndolas en mercadería. “Estoy segura de que la gente detrás de la película alentó la animosidad entre las actrices para controlarlas por un lado, y para que haya mas tensión en escena, y eso no ha cambiado”.
A los 70, Susan Sarandon está acostumbrada a pelear. De hecho lo sigue haciendo ahora cuando sus colegas demócratas le recuerdan que no quiso votar a Hillary Clinton en las últimas elecciones, prefiriendo hacerlo por la candidata del partido verde. También se permite declarar que ahora está abierta también a las mujeres en su vida sentimental, “aunque no estoy recibiendo muchas ofertas para ser sincera”.
Se dice que Crawford y Davis trataron de seducir al director de la única película en la que trabajaron juntas, Robert Aldrich (Alfred Molina en la serie). “Yo diría que ambas consiguieron su cometido”, asegura Murphy divertido.
En los ocho capítulos se verán las continuas peleas de ambas.
Davis dijo de Crawford: “Se ha acostado con cada actor de MGM, exceptuando a Lassie”. Joan sostenía que Davis tenía mal olor, Bette la acusaba de rellenar sus corpiños. La gente que trabajó en la película asegura que Crawford tenía miedo real de las escenas de pelea entre ellas, porque temía que Bette le pegara en serio. Y se dice que una vez se agregó peso oculto debajo de las ropas para joderle la espalda a Davis cuando la tenía que arrastrar por la habitación. En la película ambas son hermanas, Bette es Baby Jane, una ex artista infantil y Joan, su hermana Blanche , prisionera de su silla de ruedas en la parte alta de su mansión.
Sarandon confiesa haber estado cinco semanas muy estresada al principio, pensando cómo iba a sacar el tono de voz tan distintivo de Bette Davis sin hacerlo caer en la caricatura. Ella y Jessica, que nunca antes habían trabajado juntas tampoco, se prepararon leyendo todas las biografías disponibles y viendo las películas de ambas divas.
Para Murphy, que ya prepara un nuevo American Crime Story con la muerte de Gianni Versaci, encarnado por el actor venezolano Edgar Ramírez, y otro American Horror Story sobre las últimas elecciones (Trump incluido, aparentemente), esta pelea va mas allá del mero anecdotario. Quiere que su serie ayude a reflexionar lo que un sistema viciado puede hacer a mujeres que se niegan a ser descartables. Como Bette y Joan. Como Susan y Jessica.
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