"El elogio de la risa": un álbum de emociones
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En su debut en solitario sobre el escenario, Juan Leyrado invita, con humor y sensibilidad, a celebrar la vida.
Un caballero sensible. Así se presenta Antonio, el personaje de Juan Leyrado que apunta directo al alma.
Aquel que imagine, a partir del título de la obra, que se trata de una construcción valorativa sobre la acción y/o efecto de reír estará equivocado. No son instrucciones, ni una simple reivindicación. El elogio de la risa es la excusa perfecta para ablandar el alma, echar la vista atrás y, sin necesidad de retroceder, repasar para avanzar. Podría ser, a partir de la vida de un hombre solo, que no está solo, un ensayo descontracturado sobre el paso de los años. Es un delicado monólogo que zarandea las emociones. Se sale de la sala mejor de lo que se entra, aunque cuando se encienda la luz más de uno estará secando lágrimas. Tal vez por eso, precisamente, se salga mejor.
Y a ese estado se llega de la mano de Juan Leyrado. Es un lindo viaje de menos de una hora, con la austeridad de un fondo blanco, una mesa, una silla, un sillón y un hilván de espacios que se antojan a puro cuento de la imaginación. Comienza en una sala de espera y su relato -y, fundamentalmente, su despliegue gestual- lleva al público a verlo en el living de una casa, en una clínica, en un baño, de cara a la platea, frente a un espejo que no existe: en esa escena que lo tiene de narices ante la gente encuentra eco esa frase que sostiene que no hay mejor espejo que mirarse en el otro. Y ahí, en ese uno frente a todos, y todos frente a uno, sobrevuela la sensación de identificación. Quién no pasó, quién no pasará por eso.
“Eso” es transitar la vida, replantear, recalcular, añorar, acurrucarse en la infancia y, cuando hay amenaza de derrumbe, saber sacarle jugo a los años. A los pasados y a los que vendrán. Y el disparador es la risa.
Y no cualquier risa. Es la risa de Susan, su esposa, que un día como hoy, el hoy de cada función, cumple años. Y ahí está él, elegante, sobrio, histriónico, con un ramo de flores, una torta y la ansiedad de un niño en un cuerpo batallado. Apenas comienza la obra, escrita y dirigida por Gastón Marioni, cuenta que tiene un tipo de artritis, pero lejos de regodearse en el diagnóstico, su decir se hamaca en la noche en la que descubrió esa risa, fuerte, medio avergonzante, medio contagiosa... que medio que lo enamoró con su estridencia. De ese momento a esta noche, pasó una vida, que el personaje recrea con gracia, con dolor, sin golpes bajos.
En su debut en solitario sobre un escenario, Leyrado echa mano a su oficio para que el escenario no le quede grande. Es todo suyo. Como suya es la emoción que, se agradece, genera del otro lado del espejo.
CRÏTICA
Calificación: Muy buena
Género Comedia dramática Protagonista Juan Leyrado Libro y dirección Gastón Marioni Sala Multiteatro, de miércoles a domingo.
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