El diario íntimo de la "esclava sexual" del príncipe Andrés
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Escándalo en Gran Bretaña.
Lo obtuvo en exclusiva un medio online norteamericano. Mirá lo que escribió.
Si algo faltaba para que el escándalo del príncipe Andrés y su "esclava sexual menor de edad" empeorara estrepitosamente era que un medio publicara los diarios íntimos de la chica en cuestión, hoy devenida en adulta, devota esposa y madre con sed de venganza.
El diario, escrito a mano, de Virginia Roberts terminó de manera exclusiva en la web de Radar online y de ahí al mundo sin escalas.
"Yo les gustaba tanto porque estaba dispuesta a convertirme en lo que quisieran", escribe la mujer en alusión a su "dueño", el pedófilo multimillonario Jeffery Espstein y su amigo el príncipe Andrés, quien a través de voceros reales negó "enfáticamente cualquier tipo de contacto sexual o relación con Virgina Roberts". Hasta su ex esposa, Sarah Ferguson salió a hablar del tema.
Pero Roberts escribe otra cosa. Y describe en su diario los "eventos traumáticos" que fue obligada a presenciar y participar cuando tenía 17 años.
La mujer relata la primera vez que estuvo con Epstein. Fue una sesión de sexo oral y vaginal que terminó con 200 dólares en su bolsillo.
La chica cuenta que volvió a su casa con el alma por el piso por la vergüenza y el deseo de "sacarse a los gritos la humillación". Pero en cambio se metió en la ducha para "restregarme y contemplar en lo que me había metido. Quería creer que todo era un mal sueño".
El príncipe Andrés y Virginia Roberts, la denunciante, durante una fiesta cuando era menor de edad. Al fondo la madama Ghislane Maxwell.
Pero, según el relato del Radar en base al diario, no era un sueño sinouna amarga realidad que la llevó directo a la cama con el príncipe Andrés, quinto en la línea de sucesión al trono en el Reino Unido.
La mujer escribe que estando con el príncipe en un exclusivo club de Londres, el Club Tramp, Andrés la llevó a un cuarto privado donde"siguió el juego previo al sexo, tocándose, besándose e incluso él lamiéndole los dedos de los pies".
"Amo tus pies", le susurró él. "Son tan irresistibles", asegura Roberts que Andrés le dijo.
Pero la lujuria, la pasión y los mimos se terminaban cuando él alcanzaba el clímax. "Todo el asunto duraba poco, cuando lograba el clímax ya no era el mismo tipo atento que había conocido horas antes. En cambio, rápidamente se vestía, saludaba y se iba de mi habitación hacia el auto que lo aguardaba afuera", escribe ella.
Tras el encuentro, Roberts apenas podía "sacarse la sucia experiencia de la cabeza".
"En mis momentos más tranquilos vuelvo a recordar cómo degradaba mi cuerpo y mi moral, y me lleno de agonía sabiendo que participé en actos que no le deseo a ninguna chica", escribió.
El escándalo en la tapa de los diarios británicos.
Para Roberts, la riqueza y el poder "hacían fácil" tomar "el mal camino que luce peligrosamente tentador pero que, cuando el cuadro real aparece, resulta horriblemente contaminado".
Tras el encuentro en Londres, Roberts se dio cuenta que se había convertido en un objeto para el príncipe. Se fue de Londres junto con Epstein y su madama, Ghislane Maxwell, "sin haber visto otra vez alroyal y tampoco esperaba volver a verlo", escribió. "Supe bien entonces cuál era mi próposito para estos dos extravagantes estafadores".
El escándalo de Roberts saltó días atrás cuando la mujer denunció al príncipe de abuso sexual de menores a fines de los 90 y principios del 2000, en una corte de Florida, donde ya había sido condenado por pedofilia Esptein. La denuncia, que indica que la mujer tuvo relaciones con el heredero en tres ocasiones cuando ella era una adolescente y que en algún punto llega a nombrar hasta a Bill Clinton, recorrió el mundo y provocó que el palacio real británico saliera a defender en bloque al hijo de la reina Isabel II.
En su diario, a lo largo de 24 páginas, Virginia cuenta que se fue de su casa a los 15 años para convertirse en la esclava sexual de Epstein. Su trabajo era hacerle masajes, tener sexo y vestirlo, y ocasionalmente captar a otras chicas para que hagan lo mismo a cambio de dinero, claro. "Nunca ninguna me dijo que no", escribió.
Epstein se la llevó de gira. "Me iba a primer viaje al otro lado del océano, a Europa, primera parada París, Francia", escribió entusiasmada. Luego vino Londres, donde Epstein decidió prestársela a Andrés. "Dale al príncipe todo lo que quiera", fue la orden del amo.
Maxwell, la madama y mano derecha del millonario pedófilo, "se sentó al lado mío y me dijo entusiasmada que nos íbamos de shopping porque necesitaba un vestido nuevo para poder bailar con un príncipe. 'Guau. ¿Qué?', fueron las primeras palabras que me reventaron en la cabeza sin saber que eso signficaba usar mi cuerpo como un entretenimiento para otro rico pedófilo, o peor, convencerme que era algo excitante", relató.
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