Guillermo Francella, Arturo Puig y Jorge Marrale: Parecidos, pero diferentes


Teatro
La obra "Nuestras mujeres" los juntó como amigos en el escenario y en la vida.

En la gama del azul, los de Guillermo Francella son más oscuros; los de Jorge Marrale, celestes, y los de Arturo Puig, más verdosos. Los tres comparten el mismo color de ojos. “Es que si no era así, no hacíamos la obra”, suelta Francella, siempre listo para la picardía. Pero la mirada azul no es la única coincidencia de estos tres hombres que, por primera vez, se cruzan en un escenario. La obra que protagonizarán desde el miércoles es Nuestras mujeres, en el Metropolitan Citi dirigidos por Javier Daulte. Una historia escrita por el francés Eric Assous en la que la amistad y las lealtades puestas a prueba son algunos de los ejes fundamentales. 
    La amistad de 35 años que comparten los personajes de ficción es mucho más reciente entre los actores. Puig y Marrale estuvieron en el mismo elenco de televisivo de Atreverse, allá lejos y hace tiempo. Y Puig y Francella tuvieron una escena juntos en la película Los Marziano. El teatro los convocó para hablar de la amistad y ellos la supieron trasladar del escenario a la vida. 
El trabajo los unió y descubrieron que podían ser amigos además de colegas.
Puig: Fuimos forjando un vínculo.
Marrale: Se dio progresivamente. Nos conocíamos muy poco y la amistad surgió de modo natural.
Francella: Disfrutamos mucho de la cotidianidad que se arma desde que empezamos con los ensayos y ahora con las funciones. Yo los quiero sacar de noche, pero se resisten... (risas).
Marrale: Ya vamos a caer...
Puig: Hay algo que nos dice Daulte, el director, y es que somos tres actores muy diferentes entre sí, pero que nos amalgamos muy bien en el escenario. 
Eso es fundamental para recrear una amistad de tantos años como la que tienen los personajes, ¿no?
Francella: Sí, hay una empatía que nos potencia. Además, somos muy cinéfilos los tres.
Puig; Muy, empezamos a hablar de películas y no paramos.
Marrale: Somos amantes del neorrealismo italiano. 
   La charla, muy distendida durante uno de los últimos ensayos generales, trae recuerdos de cuando Lavalle era un hervidero de gente que entraba y salía de las salas, y de cuando se iba al cine a ver películas en continuado. A lo que se agregan algunos consejos sobre si usar o no rodilleras para amortiguar la caída que tiene el personaje de Puig en escena. La obra plantea el dilema que surge cuando uno de los tres amigos que se encuentran siempre a charlar y jugar a las cartas, llega una noche con una noticia bomba. Y obliga a los otros dos a tomar partido en cuestiones morales y de lealtades. 
¿Qué pasa cuando pensamos algo en abstracto, pero un día tenemos que decidir eso mismo en la realidad concreta?
Puig: Yo creo que lo fundamental de la obra es cómo a partir de un hecho tremendo, se desata un debate sobre la moral y la honestidad. 
Francella: Lo que ocurre es que frente a una situación límite es cuando aparecen las distintas reacciones sobre qué actitud tomar. Y surgen las miserias de cada uno. ¿Quién tiene la verdad? ¿Qué es hacer las cosas como corresponde? En nombre de la amistad, ¿está todo permitido?
Puig: A partir de todo esto se van contando las historias de cada uno en relación con sus parejas. Con las mujeres que no aparecen en la obra, pero que se corporizan de alguna forma.
Marrale: Es que el conflicto central es por las mujeres. Los planteos que surgen entre ellos tienen que ver con lo que les pasa a cada uno con sus relaciones.
Francella: Y las visiones diferentes con ese tema: parejas más pasivas y que se dejan estar, los que siempre se pelean y discuten. 
Marrale: Yo creo que éste es el tipo de obra que provoca mucha identificación. Que la gente va a tomar partido. Porque estos personajes, ellos y las mujeres ausentes, podrían ser cualquiera del público. Creo que va a haber muchas risas nerviosas.
Puig: Al ser una comedia con tintes dramáticos, más allá de la risa, te lleva a pensar cómo reaccionarías.
Marrale: Y siempre todo está sostenido por la amistad, más allá de todo.
¿Será que la amistad es uno de los lazos más fuertes que existen?
Francella: Yo creo que sí. Sobre todo en la amistad masculina. No es un juicio de valor, simplemente es que es real eso de que hombres y mujeres venimos de planetas distintos. Y los hombres nos manejamos con unos códigos de honestidad brutal. Si le tenemos que decir a un amigo: “Te cortaste el pelo y te queda como el culo”, lo hacemos y está todo bien. Las mujeres no se manejan así. Entre los hombres, si uno está en silencio, al otro no le importa. A las mujeres no les pasa eso.
    Pero de esta incipiente amistad surge una queja. “Lástima que no son futboleros estos amigos”, dice Francella.
Lo dejaron solo a Guillermo con el fútbol.
Puig: Y sí, en eso estamos entrando de a poquito.
Francella: Encima no los puedo hacer de Racing porque ya tienen sus clubes cada uno.
Puig: Yo soy medio de River, de Excursionistas en realidad, por el barrio.
Marrale: Yo... De Boca... Nací en Barracas e iba a la cancha con mi viejo y mi tío. Fui fana hasta la adolescencia, pero después ya no.
Francella: No lo puedo creer, medio de River, era fana... (risas). Yo estoy muerto con esto, yo soy un loco del fútbol.
Puig: Yo admito que me siento raro porque no entiendo, no lo digo mal, ¿eh?, la pasión por un equipo. Me gustaría. Será por una mala experiencia que tuve de chico. Jugaba bastante bien y en un partido con pibes más grandes recibí un pelotazo con una de esas pelotas duras de tiento que casi me rompe la cara. Caí desmayado. Me debe haber quedado un trauma.
Francella: Bueno, picaditos no vamos a poder jugar, pero sí vamos a tomar unos vinos, a charlar, ver películas. Yo los quiero ver un poco ebrios a ambos porque ahí se van a quebrar, yo voy a fondo.
Marrale: No sé, vamos a ver qué le va a pasar a él después de esta temporada de teatro con nosotros.
     En medio de la charla, suena el teléfono celular de Puig, quien pide disculpas, mira el aparato unos segundos y lo aparta. Una nueva oportunidad para la picaresca de Francella que no puede con su genio. “Está intentando contestar más rápido ahora. No sabés lo que eran los dos. Les mandaba un mensaje y pasaban como doce horas hasta que me respondían. Ahora Jorge ya está acelerando los tiempos. Ya lo adiestré. A Arturo le cuesta un poco más”, comenta ante la risa de sus amigos, a esta altura, cómplices.
    Listos para recibir al público invitado en ese ritual diario del teatro, que “gracias a Dios, y a pesar de todo, todavía funciona”, se van a los camarines a recibir las últimas marcaciones del director y a convertirse en los amigos que pide el texto de Nuestras mujeres. Cuando termine la función, volverán a sus trajes de auténticos compinches. 
En París y en Madrid:_ un éxito teatral por el mundo
Primero fue un éxito en la cartelera teatral de París, con figuras como Daniel Auteuil y Jean Reno (en su reemplazo). Luego, en septiembre pasado, Nuestras mujeres, del francés Eric Assous, llegó al teatro La Latina en Madrid. Y también resultó un éxito de taquilla protagonizada por tres figuras del teatro español como Gabino Diego (en el personaje que interpreta Guillermo Francella), Antonio Garrido (el que hace Jorge Marrale) y Antonio Hortelano (el mismo rol de Arturo Puig). Ahora, con producción de Gustavo Yankelevich y Pablo Kompel, debuta en la cartelera porteño en el Metropolitan Citi el próximo miércoles.
La historia reúne a tres amigos: Pedro (Marrale), Max (Francella) y Tony (Puig). La rutina de las citas de charlas y vino se quiebra una noche en la que Tony llega tarde al encuentro con una noticia que sacude los cimientos de la amistad. A partir de ahí, todo cambiará para ellos y las cosas probablemente no vuelvan a ser como antes.
En la vertiente de la comedia francesa contemporánea como Le Prenom, El padre, TocToc, Lluvia de plata y varias más, Nuestras mujeres relata entre la risa y el drama, situaciones que podrían pasarle a cualquiera. Y en esa identificación reside el éxito que tienen con el público en muchos países del mundo. 
Javier Daulte, el director: "Mundo masculino en conflicto".
“Creo que Nuestras mujeres es una obra sobre la madurez y el mundo masculino”, dice el director Javier Daulte. “Hay todo un folclore de los hombres hablando sobres las mujeres y sus parejas en general que, en este caso, queda demostrado que en realidad no saben nada de ellas”. El conflicto central entre los tres hombres se suma al que cada uno mantiene con sus respectivas parejas. “Es un tema muy actual en nuestra sociedad. Algo de lo masculino que está desfasado y que hace que los vínculos se modifiquen por eso”, dice Daulte.
Y, según el director, debajo de esa risa que provoca la comedia es donde se esconde la angustia por esta situación. “Tiene que suceder algo terrible como lo que pasa en la obra para que estos tipos empiecen a ver algo”.
Daulte, que ya tiene experiencia dirigiendo este tipo de comedias (lo hizo con Un dios salvaje y ¿Quién es el señor Schmitt?), dice que el mayor desafío fue recrear 35 años de amistad entre los tres personajes. “Hubo mucha química entre ellos, y entre los cuatro armamos un buen equipo basado en la humildad y el trabajo, sabiendo que ninguno la tiene atada”.

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