"La jugada maestra": Jaque mate a la Guerra Fría


Un enfrentamiento que es película
Hoy se estrena este filme sobre el “Match del siglo”, entre el soviético Boris Spassky y el estadounidense Bobby Fischer, que tuvo al mundo en vilo.

En 1972, la Guerra Fría, y su paz perturbadora, tuvo uno de los momentos geopolíticos más extraordinarios con una partida de ajedrez que mantuvo al mundo (bipolar) en un estado de beligerancia simbólica. De alguna manera, Boris Spassky y Bobby Fischer elevaron la apuesta de misiles y ultimatums, convirtiéndose en dos intérpretes que sublimaron la condición del enfrentamiento entre los Estados Unidos y la Unión Soviética.
Desde principios de julio hasta fines de agosto de 1972, el ruso y el yanqui chocaron a la sombra del intelecto. Se decía que Fischer, por entonces de 29 años, era un arribista temperamental de estilo agresivo, frontal y dueño de una inteligencia por encima de la media.
En cambio, Spassky, oriundo de Leningrado (30/1/1937), era un erudito dogmático representante de una tradición que, a esa altura de los setenta, llevaba 24 títulos ininterrumpidos desde 1948. O sea, el momento cumbre de la Guerra Fría, y del ajedrez, quizá se haya visto reflejado en una oración de supremacía intelectual.
 Hoy se estrena La jugada maestra (Pawn Sacrifice), película que pone el zoom en lo que se conoció como el Match del Siglo. El filme recorre, de manera más indirecta, un segmento crucial en la historia del ajedrez: Robert James Fischer, más conocido como Bobby, el joven que había nacido en Chicago y que a los 12 años ya asombraba por sus aptitudes para el juego.
La chance mundialista ocurriría en la impensada Reikiavik, Islandia. Otro planeta.
La jugada maestra
Tobey Maguire. El actor de "El Hombre Araña" interpreta a Bobby Fischer.
¿Puede que un partido de ajedrez haya intercambiado la “frialdad” de la guerra por una actitud, digamos, cool? ¿Puede que jugando se solucione cualquier tipo de problema?  Al fin y al cabo, Spassky y Fischer encarnaron el respeto entre dos superpotencias que se saludaban. De un lado, el reinado soviético con Spassky extendiendo la racha luego de su triunfo contra Petrosian (también soviético). Del otro, la posibilidad de que los Estados Unidos tuvieran su primer campeón mundial de la disciplina.  Una sola vez en la historia se mantuvo en vilo al mundo con un tablero lleno de cuadraditos. Es más, ¿cuándo se supo algo de ajedrez luego de los Spassky, los Fischer, los Karpov y los Kasparov?  1972: todavía no había noticias del término globalización, pero en este diario del confín se siguió la partida paso a paso: “Fischer, El Insólito, no se presentó “, se publicaba en referencia a que Spassky se había adjudicado el segundo match porque Fischer no se había presentado a jugar en el plazo de una hora concedido por el reglamento.
Historia. Spassky y Fischer, en una de las partidas de 1972, en Islandia.
Historia. Spassky y Fischer, en una de las partidas de 1972, en Islandia.
El diario La Opinión del 19 de julio de ese año le dedicó una página a conjeturar que Fischer era “el más serio peligro” que afrontaba el “predominio soviético”. La semblanza pintaba a Spassky como un deportista de “enorme empeño”. Pero de Fischer destacaba “el estilo desafiante”, aunque describía su talón de Aquiles: “Un carácter sensible lo afecta psicológicamente en algunos momentos de la lucha”.
Un año antes, en 1971, Fischer había disputado la final de match de Candidatos al título del mundo, torneo que tuvo lugar en nuestro Teatro General San Martín. Un redactor de la revista Siete días logró hablar con Fischer. ¿Cuándo tuvo conciencia de que usted era el ganador del match?, quiso saber. “Nunca antes de que Petrosian abandonara la novena partida”, soltó Fischer. ¿Considera que (Tigrán) Petrosian -ex campeón mundial- estuvo ajedrecísticamente a la altura de sus méritos? “Hizo todo lo que pudo”. Finalmente le preguntó dónde disputaría el título de campeón mundial contra Spassky y Bobby se mostró indiferente: “En cualquier parte”.

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