Marcelo Alvarez: Regreso con gloria al Colón


Música. Entrevista a Marcelo Alvarez
Dos décadas después de haber sido rechazado en el Colón, mañana canta en “Tosca”. Cuenta por qué no volvió antes y habla del panorama actual de la ópera.
El tenor Marcelo Alvarez no puede estar más contento. 20 años después de irse del país, tras haber sido rechazado por los maestros del teatro Colón en varias ocasiones, está de regreso, para cantar uno de sus roles preferidos, el Mario Cavaradossi, de la ópera Tosca, de Giacomo Puccini.
Alvarez se fue a Italia en 1995. El tenor Giuseppe di Stéfano lo escuchó en el Colegio Nacional Buenos Aires, a instancias de su director, Horacio Sanguinetti, y lo convenció de que viajara. Y a poco de llegar a Venecia, ya cantaba en el teatro La Fenice, uno de los escenarios más importantes que el género tiene en el mundo. Durante años vivió en Milán, pero ahora reside en Suiza, más precisamente en la bellísima Lugano; pero canta en todo el mundo los roles más desafiantes.
Desde aquella partida, sólo una vez pisó el escenario del primer coliseo argentino; en 1997, cuando su voz se escuchó en una puesta deRigoletto. Luego, nunca más. “Me fui con 34 años. Me decían que nadie me iba a aceptar con esa edad. Era mentira, nadie te pregunta la edad; sólo te piden que cantes. Me fue muy bien pero en estos 20 años siempre quise volver a cantar en el Colón. Hubo muchos proyectos cancelados por problemas políticos”, cuenta con una tonada cordobesa, que los años en Europa no erosionaron.
¿Problemas políticos de qué tipo?
Nada que no pase en otros lugares del mundo también: cambian los gobiernos y lo que primero sucede es que sacan el presupuesto de cultura. Se hace difícil arreglar algo. En Italia es igual, y en Europa suceden cosas parecidas. Porque los problemas se generalizan, se globalizan. La ópera necesita mecenazgos para sobrevivir. Por eso cada vez se hacen más esos estrenos con alfombra roja y personajes hollywoodenses que atraigan público. Es un marketing que transforma a la ópera en un género elitista.
Hace muchos años que lleva la cruz de ser un género para pocos.
La ópera nació del pueblo, pero lamentablemente se necesita mucho apoyo ahora para sostenerla. En el Metropolitan de New York, las más variadas familias patrocinan de algún modo, y sus nombres figuran en las paredes o en las butacas. Acá, en cambio, los ricos se avergüenzan de tener dinero; por eso no funcionan los patrocinios. Mucha gente cree que el rico es mala persona. Yo digo que el problema no es ser rico, sino ser ladrón, pero pensar que la riqueza económica es mala de por sí es una tontería.
De cualquier modo, la ópera tampoco consigue ganar a las generaciones más jóvenes. Coca Cola no pondría dinero en “Tosca”, por ejemplo, por más hermoso y atlético que sea el tenor.
Claro. Hace 25 años nosotros éramos el eje alrededor del cual giraba el mundo de la ópera. Después, ese lugar lo ocuparon los directores de escena con sus actualizaciones y mezclas de géneros. Algunas muy buenas y muchas muy malas. Lo increíble es que de los fracasos siempre se culpa a los cantantes, pero de los éxitos, a la dirección.
Todo se reconvirtió con el acceso a internet. Será cuestión de ver la forma de transformar el género.
Sí, pero la ópera es uno de esos pocos lugares en los que no hay ninguna ecualización, ni de la orquesta ni de los cantantes. Yo les insisto mucho a mis amigos, les pido que vengan a escuchar. Y cuando vienen quedan sorprendidos de esta capacidad que tiene la voz de llenar una sala.
Hablando de sonido grande, resulta ya poco verosímil ese tipo de tenor siempre heroico, que no baja el volumen ni para decir “te quiero”.
Este es un tema que me interesa mucho. Me piden que cante más fuerte. De ningún modo: es un noble, tiene modales, no puede gritar. Cavaradossi es un artista, y siempre que quiso ser otra cosa; le fue mal: como revolucionario o como amante no sirvió, traicionó.
17-08-2016
Espectaculos
Marcelo Alvarez, tenor. Opera Toscana en el teatro Colon
Foto Lucia Merle
17-08-2016 Espectaculos Marcelo Alvarez, tenor. Opera Toscana en el teatro Colon Foto Lucia Merle
Tu observación tiene actualidad: muchos artistas apoyan procesos revolucionarios y terminan traicionando su arte.
Fijate que Mario no es vengativo. Sabe que Scarpia lo va a matar. Pero tiene el deseo de estar bien. Por eso digo que no se puede cantar con la agresión de un verista; Puccini quiso que cantara con devoción.
En su nacimiento, el verismo representó un tratamiento natural de la voz. ¿Terminó resultando sólo su afeamiento?
Así es. Puccini era un belcantista. No se puede transformar el canto en un campeonato de atletismo vocal.
También es cierto que la vida vocal de aquellos cantantes, sin agentes que los llevaran de un lado a otro, era más duradera.
Es cierto que los representantes pueden ser problemáticos. El mío me aconseja, pero yo soy el que decide. No me gusta que se me exija que cante a los gritos. Si uno grita y la orquesta toca fuerte, nadie escucha las palabras. La ópera no era así. Pero la culpa no la tienen sólo los managers. Los cantantes por años fuimos divos egocéntricos. No creamos un sindicato, no tenemos grupos de abogados que nos defiendan. Entonces los teatros y los managers hacen lo que quieren con nosotros. Hoy los teatros quieren todo gratis: televisión, video e internet. Eso es maravilloso porque da difusión, pero es muy sacrificado. Como los grandes nombres empiezan a aceptar, a los más jóvenes no les queda más remedio que decir que sí. Son chicos que nacen con voces privilegiadas, pero que en cinco años se arruinan.
¿Cómo te sentís en la producción de Oswald? ¿Te parece que perdió actualidad?
Fue una de las primeras óperas que vi acá, en 1992, así que me da una alegría enorme hacerla. Necesita algún ajuste. Trabajamos mucho con el director de escena.
Los directores se quejan de que a los cantantes les cuesta adaptarse.
Si un director me da razones para que yo actúe diferente, lo hago con gusto. Pero la música siempre por delante. El director musical perdió fuerza, frente al régisseur. Aunque acá no sucede eso: con el director musical estamos trabajando un sonido más ligado. En esta ópera hay tradición de sonido machacado. No se puede cantar bien sobre una orquesta que golpea. La orquesta ahora es una manteca.

Tosca. Ensayo General.
Foto Arnaldo Colombaroli/Prensa teatro Colon
Tosca. Ensayo General. Foto Arnaldo Colombaroli/Prensa teatro Colon
El fondo histórico y dramático de Tosca
Política, erotismo, fe y agnosticismo
Tosca fue estrenada el 14 de enero de 1900 en el teatro Costanzi de Roma, y por lo tanto la pregunta sobre a qué siglo pertenece la quinta ópera de Puccini podría suscitar interminables discusiones tanto en sentido cronológico como estético.
“No hay en ellas el resplandor de un sol naciente. Las ilumina, sí, un tenue brillo, pero es la melancólica luz del atardecer”, escribió el sagaz Kurt Pahlen sobre el conjunto de las óperas del gran compositor italiano. Pero el crepúsculo pucciniano expresa a la vez una profunda renovación de la lírica italiana y una línea de tersa continuidad entre los siglos XIX y XX.
Tosca está basada en una pieza teatral de Victorien Sardou, estrenada en París en 1887. Sardou la escribió pensando especialmente en Sarah Berhnardt, la actriz más electrizante de la época. La idea de transformar esa pieza de teatro en una ópera surge con toda naturalidad, en primer lugar porque la heroína, Floria Tosca, es una cantante lírica de la época napoleónica. La pieza y la ópera transcurren en junio de 1800, en la fecha de la batalla de Marengo, cuando los republicanos italianos celebraron como una victoria el revés asestado a los ejércitos de Austria y Nápoles por las fuerzas de Napoleón.
En Tosca hay un fondo histórico político, y además amor, erotismo, tortura, traición, fe religiosa y agnosticismo. Tosca es una cantante con comprensibles ataques de divismo, y su amado Cavaradossi es un pintor noble y de ideas liberales que ayuda a escapar de prisión al republicano Angelotti; el triángulo es completado por Scarpia, siniestro jefe de policía que tortura a Cavaradossi y delira por Tosca.

Seis funciones, dos repartos, un homenaje
La ópera de Puccini subirá con dirección musical de Carlos Vieu en un total de seis funciones: sábado 20, martes 23, viernes 26, martes 30 y miércoles 31 a las 20, y domingo 28 a las 17. La presentación es también un homenaje a Roberto Oswald, cuya última producción de Tosca en el Colón volverá en una reposición de sus colaboradores más cercanos: Aníbal Lápiz en dirección escénica y vestuario, y Christian Prego como escenógrafo asociado. Habrá dos repartos, y los encabezan Eva Westbroek (20, 23, 28, 31) y Eiko Senda (26, 30) como Tosca; Marcelo Alvarez y Enrique Folger como Cavaradossi; Carlos Scarpia y Fabián Veloz como el Barón Scarpia. Desde $50.

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