Cacho Castaña confesional: mujeres, drogas y recuerdos
Charla con uno de los grandes artistas porteños
Símbolo de Buenos Aires, a los 75 años habla de Sandro y Charly, y cuenta el día después del affaire con Susana y Monzón.
acho CastañaFoto: Mario Quinteros
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Carlos Calvo al 2500. Café la Humedad. Cacho Castaña se sienta con dificultad. Lleva un bastón y una cánula metida en la nariz producto de una enfermedad pulmonar crónica. También tiene una campera motoquera y anteojos oscuros.
Si Elvis estuviera vivo.
-En la letra de tu tangazo decís “sábado con trampas” ¿Los días de trampas no son los jueves?
-Los jueves eran el Día Puloil, el de las camucas. Los sábados eran con trampa porque había escolazo, timba, carreras. Se jugaba mucho y...
-Cacho, vos construiste un personaje muy querible. El día que no estés se dirá que fuiste de las pocas personas que logró estar más allá del bien y del mal. Maradona, vos, Charly García...
-Uhhh, Charly, el otro día estuvimos juntos en Edelweiss como hasta las tres de la mañana. ¡Cómo chupa ese hijo de puta!
-¿Vos no?
-El ceremonial, poco. En una epóca tomaba mucho whisky, pero me convertí en un consumidor social.
-¿De las borracheras sale buen material?
-Cuando te viene la inspiracion, ahí tenés que tomar. Con Rubén Juárez nos juntábamos y el tenía la mala costumbre de decir “vamos a chupar y a escribir algo”. Nos poníamos bien en dope, tomábamos merca, pero no escribíamos un carajo. Por ahí un día bajás del taxi y te viene una frase, te clavás un par de whiskis y las musas se abren.
-A la musa hay que ayudarla.
-Exactamente. Yo no conozco a nadie que tomando un yogur haya escrito un tango.
-¿Pero padeciste la merca y el chupi o terminás agraciéndoles por sus servicios?
-Yo estoy agradecido a la vida, no solamente a la merca y el alcohol. Tuve una niñez muy linda, hermanos espectaculares, viejos maravillosos.
-Llevás demasiados años siendo un tipo famoso...
-Tengo 75. Soy Cacho Castaña. Yo soñaba con la orquesta de Mariano Mores hasta que apareció Elvis y me sacó del tango. Venía muy enraizado con el tango, pero el rock era un planeta nuevo.
-Vos y Sandro fueron generacionales, los dos con sus patillas y su facha. ¿Competían?
-Era la época de los cantantes gala-nes. Nosotros nos encontramos con Roberto porque teníamos el mismo representante. Ni Roberto ni yo habíamos grabado nada. Arrancamos juntos. El empieza con Los de Fuego y yo con los Huracanes.
-¿Cacho y los Huracanes?
-No, Beto y los Huracanes. Beto era un boludo que se abrió de Los de Fuego porque quería más protagonismo y se puso como líder. El era el guitarrista, pero yo era el cantante. Un pelotudo. Me gritaban: ¡ Grande Beto...! Yo me la pasaba aclarando que mi nombre era Cacho.
-El año pasado te casaste con Marina, que acaba de cumplir 40. Sandró murió al lado de un mujer bastante mayor, pero vos sostenés tu mito, tu personaje de Matador...
-Sandro tenía otro mambo. A mí me gustaban las pendejas y Sandro veía una várice y se volvía loco. Un enfermito. En una época salíamos mucho juntos. Ibamos a un cabarute y él siempre se llevaba a la más vieja.
-Tu actual mujer debe ver las fotos de tus películas playeras en los ‘80, flaco, con un físico perfecto, y seguramente sienta envidia de las Mónica Gonzaga y las Silvia Peyrou.
-¿Che! - a su mujer que anda por ahí-, ¿vos envidiás a las minas que me tuvieron a mí cuando era joven?
“¿Yo? No, pero seguramente también me hubiera enamorado en ese momento -dice Marina-. La diferencia es que la relación hubiera durado dos días porqueibas a estar conmigo y con 20 millones de minas más”.
-La ventaja es que hoy quizás no tengas que estar tan celosa...
-¡Já! Sí, pero yo me enamoré ahora.
-Vos que sabés Cacho, ¿el sexo es realmente importante?
-Se habla mucho de hacer el amor pero no se coge tanto. Nos pasamos de mambo, ¡hacemos estadísticas para saber cuántas veces hay que coger por semana! ¡Una locura! Si te drogás, el sexo dura, ponele, tres horas... Si te drogás con merca la japi no se para nunca. Y si estás limpio, el sexo también dura un ratito. ¿Qué quiero decir con esto? Que el día es largo, muy largo. ¿Qué hago con las otras 20 horas si no me banco a la mina?
-El capítulo menos calavera de tu vida fue cuando te convertiste en pai umbanda, ¿no?
-Se murió mi hermano y la vieja, todo junto. Estaba hecho de goma y además andaba todo amarillo: pensaba que tenía cáncer. Un amigo me enganchó con un tercero y me llevó a su templo. Me dijo que era pai. A la distancia te digo que estoy muy agradecido. Me hizo bien. Podía ser umbanda, evangelista, cualquier religión. Las religiones no son malas, los malos son los sacerdotes que se curten pibes.
-Con todos los problemas de salud que tuviste, ¿le perdiste el miedo a la muerte?
-Si me muero, me muero, pero le tengo miedo a la agonía de la enfermedad. Me asusta sentirme mal, no quiero entrar a una clínica otra vez. No quiero más eso. Me asusta ese anticipo que puede durar meses.
-Contame el día después de tu conocida anécdota de Susana, Monzón y el baúl del auto en el que tuviste que escaparte. ¿Qué pasó cuando se enteró Monzón?
-Hubo una noche muy jodida. Estábamos en un boliche y en eso llega Monzón. Yo estaba con mis músicos y algunos eran pendejos. Monzón empezó a patotear a uno y no sé cómo me le acerqué y le dije: ¿Por qué no me pegás a mí la concha de tu hermana? Así le dije. ¿Sabés que hizo Monzón? Me miró, me miró, me miró, pegó media vuelta y se fue. Después recibí amenazas, me cruzaron el auto por la calle. La pasé mal.
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