La cervecería más antigua de la ciudad de Munich
La Staatliches Hofbräuhaus nació en 1589 y sus salones vieron pasar a importantes personajes históricos
Una vista de la cervecería Hofbräuhaus en la ciudad de Munich
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En el sur de Alemania, la ciudad de Munich en la región de Baviera es la capital cervecera del país, sede de la legendaria Oktoberfest que atrae a millones de turistas cada año. No faltan en Munich las tradicionales cervecerías con grandes salones y jardines donde se puede beber tranquilo bajo la sombra de los castaños. Pero la Staatliches Hofbräuhaus es conocida más allá de Bavaria, por razones a la vez históricas y culturales (www.hofbraeuhaus.de).
Uno de los típicos salones de la cervecería
El edificio actual se inspira en la antigua sede de esta cervecería construida en 1897 por el arquitecto Max Littman, que fue destruida en 1944 por los bombardeos de los aliados durante la Segunda Guerra Mundial.
Muchos personajes de la historia europea visitaron los salones de la Hofbräuhaus en Platzl 9, cerca de la estación Marienplatz del subte, en pleno casco antiguo de Munich. La lista incluye desde la emperatriz austríaca Sissí hasta Lenin. También los revolucionarios que en 1919 proclamaron la República Socialista de Baviera y fueron fusilados no muy lejos del lugar. En 1920 fue Hitler quien lanzó inicialmente en esta cervecería sus discursos políticos, que llevarían a la fundación del partido nazi. Tal vez por toda esta historia, la cervecería incluso tiene ya una réplica en Las Vegas, Estados Unidos (www.hofbrauhauslasvegas.com).
En un día normal se despachan en esta verdadera institución de Munich cinco mil litros de cerveza. El promedio de visitantes ronda las 3.500 personas por día. En el corazón de la Hofbräuhaus están las 120 mesas del salón Schwemme, reservadas a clientes habituales: algunas mesas datan de 1897 y ostentan emblemas personales. Allí, junto a una tubería de donde brota la cerveza, algunos clientes tienen una bóveda especial donde puede guardar su jarra preferida. Y en el medio del salón, está el escenario donde los músicos vestidos a la usanza de Bavaria tocan canciones folclóricas.
Los músicos del local, que tradicionalmente interpretan música folclórica alemana de la región de Baviera
Otro salón en el primer piso, el Bräustüberl, incluye un rincón dedicado a Mozart. En el segundo piso está el Festival Hall, restaurado en 1958, allí se hacen reuniones multitudinarias. En una sala anexa está el salón de exposiciones, que cuenta en detalle los cuatro siglos de historia de la Hofbräuhaus. Junto al edificio principal está el patio cervecero, con jardines y fuentes, donde pueden sentarse al menos 500 personas, a la sombra de los viejos castaños.
Un litro de cerveza, servida en jarras de gran tamaño que muchos quieren llevarse de recuerdo, cuesta casi nueve euros en la Hofbräuhaus. Hay para todos los gustos: negra, rubia, sin alcohol, más o menos espumosa, con limón o no, además de variantes para acompañar carnes de caza como el ciervo o el jabalí. Algunos opinan que, más allá de tantos siglos de historia, lo que atrae al público es la familiaridad de una charla, la ocasión de hacer amigos, la comodidad. Eso que en Baviera llaman "Gemütlichkeit", que no es un cliché sino un modo de vida.
Las cervezas en este local de Munich pueden ser tan rubias como las camareras que atienden las mesas
Lejos están los tiempos en que el duque Wilhelm V de Bavaria decidió que en vez de importar cerveza del norte de Alemania para sus cortesanos, era más barato fabricarla en Munich. Así nació la casa Hofbräuhaus, que en sus primeros tiempos solo estaba abierta a los miembros de la aristocracia local, no más de setecientas personas.
En 1828 se decidió abrirla al público general por orden del rey Ludwig I de Baviera y rápidamente conquistó una clientela importante. Luego, en el año1896, la fábrica que antes estaba en los sótanos del edificio original se trasladó a otro barrio de Munich, Haidhausen. Allí se producen anualmente treinta millones de litros de cerveza en 13 variedades diferentes, pero siempre apegadas a la fórmula tradicional: lúpulo, agua y malta.
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