Sam Shepard: adiós al último cowboy de la escena norteamericana
Escribió obras de teatro y guiones de cine, ganó un Pulitzer y, como actor, estuvo nominado al Oscar; fue palabra y cuerpo de la esencia de su país
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Natalia Trzenko
MARTES 01 DE AGOSTO DE 2017
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"Era un renegado con malos hábitos/ era una lechuza/ era un hombre jugando a los cowboys." Así describía Patti Smith en un poema de 1971 a su amigo y artista Sam Shepard , el dramaturgo, actor y guionista que murió anteayer, a los 73 años, por complicaciones relacionadas con la esclerosis lateral amiotrófica que sufría. La caracterización de Smith, tan lírica como precisa, consiguió perdurar en el tiempo del mismo modo en que lo hicieron las más de cuarenta obras teatrales escritas por Shepard durante su carrera, por la que es considerado uno de los autores más influyentes del teatro moderno de los Estados Unidos.
Ganador en 1979 del premio Pulitzer por su obra Buried Child (repuesta en Broadway y llevada al cine el año último), Shepard también labró un interesante recorrido en cine no sólo como actor, sino también como guionista de películas como Paris-Texas, de Wim Wenders; Zabriskie Point, de Michelangelo Antonioni, y Extraña pasión, de Robert Altman, basada en su propia obra, que también protagonizó para la gran pantalla. Entre proyectos teatrales y experimentos cinematográficos como Renaldo y Clara, mezcla de concierto, documental y ficción que dirigió su amigo Bob Dylan , Shepard se transformó también en inesperado actor de Hollywood.
Tras una aparición en el film de Dylan, con el que también compuso la canción "Brownsville Girl" , Shepard se sumó al elenco de la ambiciosa Días de gloria, de Terrence Malick, e interpretó un personaje secundario en Frances, película protagonizada por Jessica Lange , su pareja de 1982 a 2009.
Aunque los años ochenta fueron prolíficos para el Shepard dramaturgo, también eran tiempos de bonanza para su rol como actor. En 1983 fue nominado como mejor actor de reparto por su papel en Los elegidos de la gloria, de Philip Kaufman, en la que interpretó a Chuck Yeager, uno de los siete pioneros de la carrera espacial de los Estados Unidos, retratados en las crónicas de Tom Wolfe en las que se basó el film.
Un leopardo fuera del zoo
Poeta y actor de teatro desde sus años de estudiante secundario, en los que combinaba lecturas de las obras de Samuel Beckett con el trabajo como peón de campo y sus sueños de convertirse en veterinario, Shepard nunca terminó de acostumbrarse a la fama. "Todavía no superé esa cuestión de ir caminando por la calle y que alguien me reconozca porque trabajé en una película. Existe la ilusión de que las estrellas de cine sólo existen en las películas y entonces ver a una en vivo es como estar viendo a un leopardo fuera del zoológico", decía en una entrevista para The New York Times cuando ya llevaba un par de décadas apareciendo en films de los estudios de Hollywood como Crímenes del corazón, Flores de acero, El informe Pelícano -con Julia Roberts y Denzel Washington-, o ¿Quién llamó a la cigüeña?, comedia romántica con Diane Keaton en la que por fin pudo cumplir, al menos un rato, el sueño de ser veterinario.
Más allá de su constante trabajo en cine como actor, el dramaturgo también se probó como realizador en la película Far North, otro relato de la América profunda y rural que conocía tan bien y que era tema y obsesión de sus obras. Entre ellos, La búsqueda, ficción que escribió, adaptó y protagonizó para el cine con dirección de su viejo socio Wim Wenders.
En las últimas dos décadas sus apariciones en cine demostraron su talento para convertir pequeños y adocenados papeles secundarios en personajes inolvidables. Así sucedió con sus participaciones en films tan disímiles como Mud, película independiente protagonizada por Matthew McConaughey; La caída del Halcón Negro, de Ridley Scott; El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford, y la adaptación cinematográfica de la obra teatral Agosto, en la que interpretaba al malogrado patriarca de la familia Weston junto a Meryl Streep: una historia compleja y repleta de oscuros recovecos con la que Shepard se sentía como en casa. Lo mismo que cuando encarnó a Robert Rayburn, la pieza principal del rompecabezas familiar de Bloodline, la serie de Netflix que resultó uno de sus últimos trabajos como actor.
"Sammy no es lo que yo llamaría alguien sencillo y gracioso pero todo el mundo tiene su lado oscuro y el siempre lo despliega con sentido del humor", decía hace pocos meses Lange, en referencia a la vida y la obra del artista que fue durante décadas la palabra y el cuerpo de la esencia norteamericana.
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