Eliseo Subiela y la devaluación cultural


Cine
A los 71 años, y luego de superar un infarto, el director de "Hombre mirando al sudeste" vuelve a filmar.

Afiches de Hombre mirando al sudeste en sueco y en inglés; latas apiladas de rollos de 35 mm; una biblioteca cargada de premios; programas de No te mueras sin decirme adonde vas. La oficina de su escuela es como un museo del cine. Hablar con él, un viaje retro a la historia del séptimo arte. Eliseo Subiela (71) vuelve a filmar una película. Y eso siempre es una buena noticia.
El aclamado director de El lado oscuro del corazón y Últimas imágenes del naufragio está empezando a trabajar en Corte final, una película que él describe como un homenaje a la pantalla grande -más específicamente a la moviola, primera máquina para editar, en tiempos artesanales- y que ya tiene a dos de sus protagonistas: Miguel Angel Solá y Selva Alemán. "Es una película de climas, de dirección y de actuación. Una especie de thriller psicológico", cuenta. "El tercer personaje, una mujer, es como la luz en un clima bastante oscuro y opresivo", detalla.
La trama gira alrededor de un director y una compaginadora. "Es un asistente de dirección que quiso hacer su primera película hace veinte años, y ahora quiere terminarla. Pero se ha salteado todo el cambio tecnológico y la tiene en fílmico. Entonces busca a un compaginador que tenga una moviola. Y encuentra a esta compaginadora jubilada. Abajo hay historias de amores contrariados y fantasmas", resume Subiela, que tiene la idea de rodar en marzo o abril del 2017.
¿Hay algo de autobiográfico? Vos viviste el cine pre y post digital.
La primera digital que hice fue No te mueras..., en el 95'. Lo último que hice fue Paisajes devorados (de 2012), con una cámara de fotos. Ahí ya incluyo un homenaje a la moviola. 
Jimena Colunga Gastón, una mexicana que hizo un documental sobre vos, te ubica como un director argentino de culto. ¿Te reconocés en ese lugar?
No vi a nadie que me rezara, salvo mi esposa cuando arriesgo la casa en una producción. Sé que mis películas han calado. El lado oscuro del corazón estuvo hasta hace poco en Barcelona, en las trasnoches del Cine Verdi. Mis películas son de culto, yo no soy un director de culto. Me halaga, por supuesto. Sé que no soy reconocido como un director inocente, soy culpable de todo lo que hago y eso me gusta. De hecho, he escrito todas mis películas. Soy un autor de cine. Así y todo, no encontré cómo traducir eso en facilidad para producir. Me sigue costando hacer una película.
¿Por qué?
No sé. Algo no debo hacer bien, relaciones públicas... no sé. Algunas de mis películas han sido éxitos comerciales importantes. No soy un tío oscuro, elitista. No me traiciono para llegar al público pero necesito al público. Una película con una sala vacía, no sé si es cine.
¿Cómo ves al cine argentino actual? ¿En qué se avanzó y en qué se involucionó?
Me parece que hemos evolucionado en algún sentido. Hay más renovación de gente, más inquietud. Retrocedimos culturalmente como país. Hubo una devaluación cultural notable en los últimos veinte años. Y creo que hay un fenómeno mundial en el cine: se corre menos riesgo artístico. Está más dependiente del dinero, de los resultados comerciales. Yo celebro cuando veo una película con riesgo creativo, aunque no esté perfecta. Pero el problema más grave sigue siendo el mismo de siempre: la exhibición. No puede ser que haya tanques que se estrenen con 300 copias y ocupan todas las salas. Y que no haya una política de defensa frente a eso. Es terrible. 
Decís que no hay riesgo creativo. ¿Creés que El lado oscuro... sigue siendo un film de vanguardia, a pesar de tener más de veinte años?
Es una película extraña. Yo, aún hoy, no entiendo cómo esa película fue además un éxito comercial. Cuando veo el guión digo: 'Esta película es infilmable. ¿Cómo vas a filmar una película con un nabo que recita poesía todo el tiempo?'. Y fue un milagro. Me acuerdo que en el estreno, le aposté una botella de whisky al acomodador que no estábamos más de dos semanas. Estuvimos 13 semanas, me costó la botella. El promedio de edad de ese público era 25/30 años. Jóvenes que salían del cine e iban a comprar libros de poesía. Tiene que ver con un momento de la Argentina.
El riesgo ahí está en poner en el tapete a un poeta como Oliverio Girondo.
Pero no tuve conciencia del riesgo. Fue lo que quería hacer, siempre he hecho eso. Ahora sí, mirando atrás, es como haber cruzado un precipicio. Y me sigue maravillando la vigencia de la película. Vas a México, a Colombia, España, y generaciones que no la habían visto te hablan de la película como si la hubiera hecho la semana pasada. 
Teniendo una escuela, ¿le auguras buen futuro al cine argentino?
Sí, sobretodo porque formamos técnicos. De acá han salido estupendos directores de fotografía, sonidistas. En una de mis últimas películas, me di cuenta que estaba rodeado de alumnos, ex alumnos, todos promediando los 30 años y 70% mujeres. Ese es el nuevo cine argentino. Mi generación, como todas capaz, tiramos viejos por la ventana en lugar de sentarlos ahí para que nos contaran.
¿A qué te referís?
A que uno miraba más a Europa. Yo me formé con la Nouvelle Vaguefrancesa y el cine polaco. El cine argentino lo descubrí grande, en los 70', cuando conocí a Lucas Demare en su último año de vida. Me perdí a (Mario) Soffici, (Leopoldo) Torre Nilsson, tremendos directores.
¿Cómo estás de salud?
Mejor que hace veinte años. El infarto fue una de las mejores cosas que me pasó en la vida. Tuve la suerte que no han tenido otros colegas como Fabián Bielinsky, que fue asistente mío en No te mueras... Es un trabajo insalubre, el cine. Yo entendí la señal y cambié todo, hago actividad física...
¿No te obsesionaste más con la muerte? Muchas de tus películas tocaban el tema.
No, le he perdido el miedo. Es interesante porque hay dos cosas que cambiaría de El lado oscuro... Primero, la muerte encarnada en una mujer (Nacha Guevara), que me parece, cuanto menos, injusto. Y segundo, que a la muerte le molestara y combatiera la poesía. Es al contrario: la muerte es parte de lo que hace que escribamos. Además, la vez que realmente estuve cerca de morirme no tuve miedo. Tuve en claro la idea de que el miedo a la muerte es un pensamiento. Lo que da miedo es la vida. Pero no nos pongamos serios...

Su relación con el INCAA: "Hubo mucho amiguismo y despilfarro"
En 2012, la AFIP investigó a Subiela y le negó la compra de dólares para viajar a un festival en Lima auspiciado por la Cancillería. El director dijo sentirse perseguido aunque aclaró que no era enemigo del Gobierno de entonces. Aunque intentó evitarlo, Subiela hizo un repaso histórico de su relación con el INCAA desde los militares hasta la gestión kirchnerista. “Yo hace más de cincuenta años que hago cine. Imaginate las administraciones que vi pasar, desde la siniestra etapa en que el cine lo manejaba Aeronáutica, ejemplos de democracia como Manuel Antín (en la era Alfonsín), hasta un efímero director como “el Negro” Anastasio, que un día me dijo que teníamos un crédito para que Aristarain y yo filmáramos lo que quisiéramos. De ahí salió El lado oscuro... y Un lugar en el mundo. De lo malo no voy a hablar”, dice.
Muchos creen que fueron buenos años para el INCAA, de mucha producción en cine.
Hubo de todo. Mucho amiguismo, despilfarro. Y puertas cerradas.


Su segunda incursión en teatro, también para 2017
Hace cuatro años, Eliseo Subiela decidió meterse en el mundo del teatro, y puso en escena una adaptación de Hombre mirando al sudeste, con Lito Cruz y Alejo Ortiz. Ahora, el realizador anuncia que volverá a hacer teatro (en febrero o marzo del 2017), esta vez con un libro original de su autoría, que él mismo va a dirigir. “Cuando hice la adaptación de Hombre..., me gustó mucho la experiencia. Me parece que es una alternativa más cercana a lo posible que el cine. El cine es muy difícil de concretar por la dependencia económica. Me parece que una escapada teatral va a aliviar mi tensión creativa. Y me divierte mucho”, confiesa. “Es un libro original que se llama La vida real. Es una historia sobre dos actores de una película argentina de los años 40’ que aparecen en un cine que se acaba de cerrar. Y aparecen en el escenario sin saber por qué. Finalmente se plantean de dónde vienen, adónde van y para qué están ahí, que son las preguntas que nos hacemos todos. Parece un dramón pero es divertida también”, cuenta. Y avisa que ya está en la búsqueda de un actor y una actriz de entre 35 y 40 años.

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