Esteban Lamothe: "Nunca fui el más lindo de nada"


Televisión
Protagonista de “Educando a Nina”, rompe con el molde del galán tradicional. Se ríe de su belleza y dice que su arma de seducción es “el tiempo”. Pintura de la sencillez.
Hablar de galán o actor en términos de antinomia para etiquetar al protagonista de una tira ya resulta rancio. Pero sí sigue vigente buscar -ni que hablar de encontrar- la diferencia entre uno y otro ubicados frente al grabador. El galán simplemente bonito no suele tener mucho para decir. Por eso resulta interesante charlar con Esteban Lamothe, un actor que reformuló el molde del prototipo del héroe romántico, un tipo que en la ficción se hace lucir. Y en realidad se hace escuchar. Lejos de los egos y las pretensiones de muchos de sus colegas, se sincera sin pudores: “Nunca fui el más lindo de nada. En la escuela, siguiendo una línea estética, ponele, era el tercero, el cuarto o el quinto”.
Ah, bastante bien.
Sí, pero entre muy pocos. Y en la facultad me pasaba lo mismo y jamás tuve mambo con eso.
¿Te costaba conseguir chicas?
Y, un poco sí, las más lindas nunca eran para mí.
Bueno, ahora tenés una muy bonita (la actriz Julieta Zylberberg).
¿Ahora? Ahora tengo una bomba, por eso hace 10 años que estoy ahí y con un hijo precioso. Armamos una familia increíble.
¿Qué herramientas de seducción tenías cuando eras soltero?
El tiempo. Con tiempo soy infalible. Pero nunca fui a un boliche a encararme una mina. No porque me sintiera impresentable... Tengo un tipo de cara con la que me llevo bien. Ahora soy un poco más lindo que a los 25, como que se me acomodó todo esto.... Ya no me siento tan narigón. Bah, me siento un tipo normal.
Ahí, sin duda, radica su encanto. Habla del ser actor como quien habla del ser pintor, del ser doctor, del ser albañil, de ser lo que fuera. Protagoniza Educando a Nina (a las 21.45, por Telefe), la comedia que encabeza Griselda Siciliani y, lejos de hamacarse en los laureles porque está en la ficción argentina más vista, aprovecha el tiempo para rendirle un lindo tributo a sus 10 años de mozo en una parrilla de Puerto Madero.
¿Es verdad que el mozo vive más de la propina que del sueldo?
Obvio, ganaba el triple con lo que me daban. Era jornalero, por turno me pagaban 15 pesos y de propina me llevaba 50, que significaban una fortuna.
¿Eras de los carismáticos?
No. Siempre que hago algo trato de hacerlo bien y eso lo aplico a todo. Era rápido, efectivo, resolutivo, además conocía mucho el restaurante, así que si era necesario podía atender la caja, la parrilla, ir a la bacha si faltaba el bachero. Y en el medio trabajaba de esto, haciendo obras, lo que pintara. Y, bueno, una cosa llevó a la otra y me llamaron para La vida por Perón, película de Sergio Bellotti y renuncié a la parrilla.‘Chicos, perdón, les mando un beso, soy actor de cine, voy a protagonizar’. Imaginate que era con Belén Blanco, Cristina Banegas y Luis Ziembrowski, que siempre me ayudó mucho.
¿Te habías agrandado?
No, no, fue una despedida simpática. Nunca me agrandé. Pero hacia adentro empecé a creerme la de la estrella de cine, pero más desde el orgullo que desde el cartel. Me fui y en la peli me pagaron como si te dijese ahora 40 mil pesos, un montonazo. Dije ‘Con esta guita arranco mi carrera y no paro más’. Pero en esa época yo salía mucho, tenía 25 años: terminé de filmar el 27 de diciembre y el 12 de febrero no tenía más plata. No me duró nada. Y volví al restaurante.
¿Y te tomaron?
Gracias a Dios sí, porque estaba en el horno. No tenía una moneda, literal. Y ahí empezó una segunda etapa del oficio, digamos, produciendo obras con La compañía el silencio, el grupo que formamos con Pilar Gamboa, Esteban Bigliardi y Romina Paula. Después hiceHistorias extraordinarias y a través de Mariano Llinás -su director- conocí a un montón de gente muy piola, hice varias películas independientes hasta que en 2011 llegó El estudiante (el filme que lo volvió reconocido antes que conocido). Y coincidió con El tiempo todo entero, una obra de Romina Paula. Gané prestigio, me vieron muchos productores, se armó una cosa muy linda que dura hasta hoy. Trabajo siempre bien rodeado. Y trabajo de lo que me gusta.
Que no es lo que le gustaba. O eso creía. Mientras come pollo grillado con puré de calabaza, recuerda que “de chico no quería ser actor. Quería ser boxeador o médico”. Nacido y criado en Florentino Ameghino, provincia de Buenos Aires, escuchaba los relatos de su abuelo, quien sí había visto pelear a Carlos Monzón. El creció con Marvin Hagler y Sugar Ray Leonard arriba del ring: “En casa no se consumía demasiado arte, no es que había discos o libros por todas partes. No había nada más lejano en mi vida que hacer lo que hacía un grupo de teatro muy chiquito que había en mi pueblo. Y un día, sin querer, empecé a actuar”.
¿Cómo sería sin querer?
Cuando vine a vivir a Capital, a los 19, empecé a estudiar Nutrición, me fue muy mal... hice tres veces primer año. Ahí conocí a un amigo que me empezó a dar películas de los hermanos Coen, Simplemente sangre,Fargo, las de (John) Cassavetes... Y me pasaba libros.
¿Pasaste carencias?
No, para nada. Trabajé de pintor, de mozo, pero eso está muy lejos de la pobreza. Sería un caradura si dijera que me faltó algo alguna vez. Vengo de una familia de clase media baja, con esfuerzo y sin carencias. En casa no había Coca Cola, tomábamos una botella de Mocoretá entre los cinco hermanos. Y cuando estaba todo bien el sodero llevaba soda... Si no, agua de la canilla. Y todo más que bien.
Habla claro, habla directo, habla ubicado Esteban Lamothe, un placer escucharlo. Retoma: “Este chabón que te digo me llevó a ver una obra de Federico León, Mil quinientos metros sobre el nivel de Jack, me llevó a ver El pecado que no se puede nombrar, de Ricardo Bartís. Y ahí se me abrió la cabeza. Nunca más tuve un momento tan revelador como ése. Me devoraba los libros en el bondi, iba al teatro cada vez que podía. Fui a una clase de narrativa y artes combinadas, tuve una clase de actuación, al cuatrimestre siguiente me anoté en el Rojas y a la segunda clase el profesor me pasó a un grupo más avanzado. Yo no entendía nada. Ahí conocí a Pilar Gamboa y armamos la compañía. Después fui a lo de Alejandro Catalán, un maestro de actores que me convocó para Foz, la primera obra que hice. Así arranqué.
Y así siguió: en TV pasó por Sos mi hombreFarsantes Guapas, en cine actuó en La vida por Perón y El 5 de Talleres -entre muchas otras-, y el teatro independiente lo tiene en escena desde hace más de 15 años. El talento lo sostiene en un abanico de papeles. Y, especialmente, él entiende la clave de su éxito con una fórmula que comparte: “En mi camino encontré algo que me da mucho resultado, que es entender que la actuación es escuchar al otro. Aprendí a ser material de lo que el otro dice y no estar solamente yo. Porque veo a muchos actores que son muy buenos, pero a veces van con su cosita, con su personajito, y hacen su show y a la gente le encanta. Bueno, no es ésa mi manera de actuar. Para mí la actuación es de a dos, de a tres, de a cuatro... Eso me hizo actuar mejor, estar más seguro”.
La charla sobrevuela la infancia y aparece la figura de la abuela Antonia, “una hermosa mujer con la que pasaba mucho tiempo. Juntos vimos novelas como TopacioCristalRosa salvaje. Y a la hora de la siesta me iba a robar mandarinas a la casa de al lado”.
¿Fanático de las mandarinas?
No, me llevaba la fruta de estación que tocaba. No robaba de chorro, era mi diversión. Fui un tremendo ciruja, por eso me cargan mis amigos. Me dicen “Cómo los engañaste”. Porque saben que sigo siendo el mismo malandra de siempre.
No sabemos cómo fue ese nene, pero se ve que se le parece bastante a este señor de 39 años que dejó atrás su pueblo, pero no se obnubiló con las luces del camino. 

Renzo Di Caro: su personaje
Hermano menor de Antonio (Rafael Ferro), la vida le dio la oportunidad de reinventarse: cuando comenzó la tira, se vio cómo despertaba de un largo estado de coma producto de un accidente. Ahí empezó de nuevo, sin más memoria que la inmediata. Es un muchacho simple, culto, con un interesante pasado de escritor que alguien le robó. Conoció a Nina (Griselda Siciliani) y “murió” de amor... un modo de aprender a “vivir” de nuevo.

Está en pareja con Julieta Zylberberg: "No hay otra actriz mejor que ella"
La entrevista se realizó al día siguiente del debut de Loco x vos (a las 21.15, por Telefe), la sitcom que su mujer, Julieta Zylberberg, protagoniza con Juan Minujín. ”Anoche la vi junto a mi hijo y me emocioné mucho. Me puse muy contento de ver cómo la rompía... Porque en la vorágine de nuestros horarios, combinados con la logística familiar, hablamos del trabajo más desde el estrés que desde lo artístico, a veces. Pero cuando me senté frente al televisor fue una hermosa conmoción”, reconoce Esteban Lamothe, el padre de Luis Ernesto.
¿Al nene le gustó?
Sí, le tiran más los avances de Loco x vos que Educando a Nina. Y la otra vez me dijo que le gusta más cómo actúa la madre que yo.
¿Y a vos?
Julieta es tremenda actriz. ¿La viste en El marginal? Tiene un nivel actoral altísimo. Puede sonar ridículo que yo diga esto, pero no hay otra actriz mejor que Julieta para mí. Por más que mañana se separe y me deje por cinco negros africanos y se vaya con mi hijo a Africa voy a pensar lo mismo. Me gusta mucho. Y, más allá del amor, la admiro profundamente.
La anécdota: "Estaba re trabado y Suar me salvó"
Mientras echa la vista atrás, repasa el recorrido y asume que tuvo “la suerte de hacer un camino pausado”, hace una escala en una de las pruebas actorales que le dejó huella: “Me presenté al casting de Sos mi hombre (iba por El Trece, en 2012) y no me salía una. Estaba como fuera de eje, no pegaba una nota, digamos. Estaba re trabado y Suar me salvó”.
¿Por qué, te eligió él?
Eso no lo sé. Lo que sé es que casualmente Adrián estaba ahí, cosa que, según me dijo después Griselda (Siciliani), no suele hacer. No va a los casting. Bueno, como es un visionario, debe haber pensado “Este tipo tiene algo, pero está tan nervioso que no está pudiendo”. Y se metió a actuar conmigo... Estuvo buenísimo, fue un momento divino, pude soltarme, actuar. No sé ni qué hacía en el piso, pero se ve que por algo del destino estaba allí.
Y así nació Carrizo, su pintoresco personaje de Sos mi hombre.


te puede interesar

Comentarios

Entradas populares de este blog

Jorge Rojas fue papá: "la familia feliz y agradecida por este milagro de la vida"