“La danza argentina no va a crecer si no hay mayor cantidad de funciones”

ENTREVISTA


Federico Fernández, primer bailarín del Ballet del Teatro Colón, se baja de las zapatillas de punta para hablar de lo que mejor sabe hacer.
 
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CRÍTICO. En sus opiniones Fernández da cuenta de su compromiso. LA GACETA / FOTO DE JOSÉ NUNO.-


invitado 
bailó el rol del príncipe sigfrido 
Fernández participó de la puesta de El lago de los cisnes el domingo, invitado por la Escuela de Danzas de Adriana Soria, en el rol del príncipe Sigfrido. “Me parece maravilloso compartir el escenario con chicos; poder darles desde mi lugar algún tipo de enseñanza -afirmó-. Agradezco la convocatoria, porque me parece que le hace bien a cualquier escuela. Sea yo o cualquier profesional suma, y promueve que quizás más público vaya a la función y se interese por la danza, que es lo que realmente importa”.  


>Invitado
Bailó el rol del príncipe Sigfrido 

Fernández participó de la puesta de El lago de los cisnes el domingo, invitado por la Escuela de Danzas de Adriana Soria, en el rol del príncipe Sigfrido. “Me parece maravilloso compartir el escenario con chicos; poder darles desde mi lugar algún tipo de enseñanza -afirmó-. Agradezco la convocatoria, porque me parece que le hace bien a cualquier escuela. Sea yo o cualquier profesional suma, y promueve que quizás más público vaya a la función y se interese por la danza, que es lo que realmente importa”.


Lleva 12 años como primer bailarín en el Ballet del Teatro Colón. Llega a LA GACETA en zapatillas deportivas: Federico Fernández se ha bajado de las puntas en el sentido más amplio. Lo demuestra en la charla.

- ¿Qué ha cambiado estos años en vos?

- Me lo tomé siempre en serio, pero he madurado en darle más importancia a lo interpretativo; al peso escénico que a la cantidad de piruetas o hasta dónde se levanta una pierna; en contar una historia. Creció mi compromiso respecto de que trabajo en un teatro público, que mi sueldo es pagado por los impuestos, que cargo una responsabilidad extra que en una compañía privada; es una responsabilidad y es algo que uno elige. Elegí trabajar en un teatro público, elegí quedarme en Argentina. Eso trae las complicaciones propias de trabajar en un teatro público en Argentina. Lucho desde adentro.

- ¿Qué es un primer bailarín?

- Primero, uno tiene que decidir serlo. Es una responsabilidad muy grande, al igual que el cuerpo de baile y el solista. Pero es el que está más expuesto y es la cabeza de la compañía. También cuando hay conflictos gremiales, salariales o artísticos como los que enfrentamos ahora.

- ¿Quiénes son tus maestros?

- Viajo muchísimo y trabajo afuera, pero mi lugar y mi base está en Argentina. Mis maestros fueron Katty Gallo (con quien sigo tomando clases) y Raúl Candal. También se aprende mucho de los maestros repositores que vienen a montar obras al Colón.

- Tenés el fisic du rol de príncipe, pero ¿cuáles son tus roles preferidos?

- Los verdaderos. Manon Lescaut, Margarita y Orlando, La dama de las camelias, el ballet Onegi... son obras que parten de un complejo literario y humano. En ellos puedo personificar algo que encuentro dentro de mí o en otra persona, más que enamorarse de un cisne o de una princesa. Esos roles tienen una elaboración interesante y una búsqueda personal que da mucho crecimiento: uno se termina conectando con lo interior y con los otros bailarines. Hay que transmitir bailando desde lo expresivo y desde lo musical. Aclaro que los príncipes me encantan, más que nada interpretarlos para chicos o balletómanos, pero lo que más me llena son las obras de teatro bailadas.

- ¿Queda algo ortodoxo en la danza? 

- Ya no hay nada ortodoxo. Sólo lo que tiene que funcionar para una buena base. Para hacer danza contemporánea hay que hacer clásica, para poder desarticular. Danza teatro es un poco más libre; tiene más de expresión corporal. Lo clásico requiere ser ortodoxo en la primera etapa de la vida, pero para llegar a ser un gran bailarín y ser dúctil se necesita dejar un poco de lado la ortodoxia y aprender de la danza neoclásica y contemporánea.

- ¿Cómo ves la danza clásica argentina?

- Me duele en el alma decirlo: no la veo bien. A la Compañía Nacional de Danza, que dirige Iñaki Urlezaga, hay que terminar de formarla para que sea una competencia sana con el Colón y el Argentino de la Plata. Necesitamos subir el nivel. Pero la danza argentina no va a crecer si no hay mayor cantidad de funciones. Para la temporada 2017 el Colón prevé sólo 22 funciones.

- ¿Qué opinás acerca de la apertura del Colón a todo tipo de expresiones populares, hasta de alquiler para casamientos?

- La cultura, como la educación, tiene que ser pensada a largo plazo. Si se la piensa para salvar el momento o para hacer publicidad dejás de proyectar a futuro. En un espacio público hay que enseñar qué es bueno, qué es el arte. El Colón debe ser popular, en el sentido de que sea accesible a todo el público. No es por menospreciar, pero el ballet y los cuerpos estables del Colón necesitan el apoyo técnico y artístico que les da el teatro, en cambio un cantante popular puede cantar en cualquier escenario. ¿Entonces por qué nosotros, que somos teatro de producción propia, no hacemos más funciones para convocar a más público? 

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