El milagro de la novela bíblica
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"Moisés y los Diez Mandamientos"
¿Por qué una historia brasileña que toma el Antiguo Testamento logró desbancar nuevamente a la ficción local de la cima del rating? Polémicas y otros apuntes.
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“A veces no entendemos las dificultades por las que pasamos, pero El nunca nos desampara”. “Con fe en Dios todo se arregla”. “Dios proveerá, tiene que confiar en Dios”. “Nosotros no entendemos los planes de Dios, pero El sabe por qué nos pone estas pruebas”. El horario central de la televisión argentina no se ha convertido en un templo, pero estas frases se escuchan con inusual frecuencia en la pantalla de Telefe, de lunes a viernes, entre las 22.30 y las 23.30.
Se trata de la telenovela brasileña Moisés y los Diez Mandamientos, que, con sus 18 puntos de rating promedio, lidera la audiencia local, sólo superado de tanto en tanto por la comedia que le precede, Educando a Nina, de la productora argentina Underground, protagonizada por Griselda Siciliani. Ambas ficciones, por otra parte, se separan claramente del resto, con una diferencia de entre 5 y 6 puntos, según la medidora Ibope.
Moisés… es lo que se ha dado en llamar “la primera telenovela bíblica”. Su historia está basada -bastante libremente, por cierto- en los relatos del Antiguo Testamento sobre la vida de Moisés, hebreo salvado por su madre de una muerte segura confiándolo a Dios en una cesta a la deriva sobre las aguas del Nilo. Adoptado por una princesa egipcia, es criado como príncipe hasta que, muchos años después, termina liberando a su pueblo de la esclavitud, tras una travesía de 40 años por el desierto. Pero en el medio, todas las vicisitudes del joven Moisés, incluidas las románticas, y las de una amplia galería de personajes, nutren el guión de esta telenovela que, en su país de origen, tuvo un éxito tal como para haber desbancado en audiencia a la gigante TV Globo, algo que no ocurría desde hacía cuatro décadas. Un suceso que permitió filmar una película (destrozada por la crítica, hay que decirlo), hacer un musical en teatro y encarar una segunda temporada, estrenada el 4 de abril.
Las apelaciones constantes a Dios no tienen que ver solamente con la historia elegida. Moisés... es una producción de Rede Record, reconocida como “la red evangélica”. En 1989 la cadena fue adquirida por Edir Macedo, el fundador de la Iglesia Universal del Reino de Dios, conocida en la Argentina por sus programas testimoniales y promocionales Pare de sufrir, y por su imponente sede central en el barrio de Almagro. Con Macedo investigado en su país por lavado de dinero, evasión fiscal, asociación criminal y falsedad ideológica, la IURD cumplió ya 40 años, está presente en 170 países, y en Brasil tiene 6.000 templos, incluido una réplica del de Salomón, cuya construcción costó 300 millones de dólares. Está claro que, a la hora de encarar su primera telenovela después de varias miniseries con temas bíblicos, la Record no iba a escatimar recursos en locaciones ni vestuarios.
De modo que Moisés… resulta visualmente muy atractiva. Si la escena requiere extras, se ponen decenas, y si hay que mostrar un desierto, pues allí se va a filmar. Pero sería un error atribuir el magnetismo de esta telenovela solamente a esos factores. Porque, más allá de que la Biblia es el gran relato que encierra todos los estados posibles del alma humana, los guionistas se han preocupado por adecuar esta historia particular al género que siguen millones de espectadores en el mundo. Aquí hay un triángulo romántico central: Moisés (Guilherme Winter) y Ramsés (Sérgio Marone), el príncipe heredero junto a quien fue criado, se disputan el amor de la misma mujer, Nefertari (Camila Rodrigues). El romance de ella con Moisés tiene como principal opositora a su madre, la villana Yunet (Adriana Garambone) que quiere ver a su hija reina, y no princesa. Hay personajes cómicos, amigos que aconsejan, historias de amor secundarias, y dos universos bien diferenciados: el de los egipcios, casi todos amorales o violentos, y el de los hebreos, abnegados, devotos, solidarios y con un fuerte sentido de familia.
El rigor histórico es otro tema. Más apegada al Egipto que transmitió Hollywood en sus películas al estilo de Cleopatra que a las investigaciones académicas, esta telenovela ubica a Moisés en los reinados de Seti I y Ramsés II. Aun aceptando esa teoría, las concesiones dramáticas serían muchas. Por caso, como señala la arqueóloga y egiptóloga Marcia Jamille, de los padres de Nefertari no hay registro alguno, y la danza del vientre que bailan todo el tiempo “no tiene relación con la antigüedad egipcia”. Más libre todavía es la reconstrucción del vestuario, con colores y modelos totalmente anacrónicos, como los soleritos de Nefertari. “El maquillaje de las mujeres también deprime -opina-, aunque se reivindican con las joyas y los pectorales”.
La fe religiosa, y cuánto pueda servir esta novela para difundirla, sería materia de otro análisis. Y ni siquiera las distintas iglesias pentecostales se ponen de acuerdo en este punto. Ahora bien, ¿qué quedó enMoisés… de la profundidad de los personajes bíblicos? Poco y nada. Entre la opción por la espectacularidad y el maniqueísmo, y las actuaciones que -salvo alguna excepción- apenas superan las de una muestra escolar, emociones como la búsqueda de la identidad o la fragilidad del poder también se pierden en las aguas del Nilo. Pero los caminos del Señor son insondables, y el atractivo de esta telenovela también. Aunque, números a la vista, vaya si lo tiene.
- Columna de opinión
de Pablo Lago (autor, entre otros programas, de "La Leona")
Lo ajeno en lo propio
Las novelas extranjeras en nuestra TV son otro ejemplo de un concepto impuesto en nuestra sociedad últimamente: lo ajeno en lo propio. La idea de que lo que viene del Norte es mejor, sea de Brasil, Turquía, Colombia o Corea. Pero esta idea no es sólo una sensación: es real. Las novelas extranjeras tienen una inversión productiva muy por arriba de la nuestra. El despliegue visual en locaciones, cantidad de extras, diseño de vestuario y ambientación son abrumadores. Las historias son universales en sus temáticas y localistas en el mundo privado que se nos narra, lo que nos genera la necesidad de espiar y asomar a culturas diversas. Este combo de historias concebidas con tiempo, trabajadas por grandes equipos creativos bien remunerados, en los que se invierte mucho porque quien produce es consciente de que la vida de un producto es de largo aliento, suele contraponerse al modo en que trabajamos aquí. A contrarreloj, en equipos reducidos, bajo una mirada no siempre respetuosa de lo creativo, y donde rara vez invertimos todo lo que podemos, sino que aportamos lo mínimo indispensable. Y los resultados están a la vista. Por acción u omisión de programadores, productores, autores, actores, técnicos, tenemos la TV que tenemos. Una TV argentina en la que reina lo ajeno. Nuestros programadores preponderan, desde su lógica y razón, que el número de Moisés... o Las mil y una noches barre con cualquier producto nacional. Y a ese producto le otorgan el mejor espacio y lo fogonean con publicidad y desde otros programas. Lo nacional queda así relegado en apoyo de todo tipo. Sin ese apoyo en lo momentáneo se generan menos ingresos, que difícilmente volverán al circuito productivo que hasta ayer exportaba latas y formatos -y en ellos nuestra idiosincrasia-, y hoy los compra baratos. En el largo plazo van formando una cultura de “lo nuestro es menor, mejor ver lo ajeno”. Soy de los que creen que el otro y su mirada siempre nos enriquece. Pero primero estamos nosotros. Nuestros productos. Lo nuestro. O deberíamos. Si nos quisiéramos y respetáramos más. Tan sólo un poco.
-Recuadro:
Los chicos sexy del Antiguo Egipto
Moisés y Ramsés son los dos galanes indiscutidos de la tira, aunque no pocas se quedarían con el hermano Aaron (Petronio Gontijo). Guilherme Winter (Moisés) tiene 36 años, es músico y también baila desde que participó en el ‘Bailando...’ brasileño, en 2011. Su debut fue en la telenovela Cobras y lagartos, pero su pasaporte al protagónico fue en 2013, con José de Egipto. Está de novio con Giselle Itié, actriz que hace de Zipora en los capítulos de Moisés… que están por verse.
Marone & Winter. Son colegas y muy amigos.
Sérgio Marone -muy amigo de Winter- tiene 35, y tal vez los muy memoriosos lo recuerden de El clon (fue Ceceu). Trabajó mucho como modelo, y en una docena de telenovelas. Al juzgar por sus ex, Marone tiene debilidad por las famosas y bastante mayores que él.
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