Gabriel Corrado: "No necesito título de campeón"
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El favorito de Extrashow.
Fascinado con la escritura, publicó dos novelas juveniles. Y con su productora creó ficciones para Rumania. Pero prefiere el bajo perfil.
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Editaste un segundo libro (la novela “El secreto Aladina. El fuego es la respuesta”). ¿Eso ya te hace sentir escritor?
Me siento escritor de los libros que hago, sin compararme con nada. Cuando profesionalizás algo tenés el título de. Pero no es que me sienta escritor. La palabra escritor suena grande. Cuando pienso en escritores, pienso en Shakespeare, en monstruos. Yo sólo escribo.
Un actor de telenovelas ingresando al mundo de la literatura. ¿Temiste las críticas despiadadas?
Me tiene sin cuidado. También pueden ser muy despiadados con un actor. Cuando pasé de ser un estudiante de teatro de Augusto Fernandes y Raúl Serrano a meterme en casi un protagónico en TV, en épocas del liderazgo de Alejandro Romay en Canal 9, fue un vértigo sin red inexplicable. No pensé mi libro en función de trascender, sino como una necesidad de expresion distinta. Cuando uno juega al tenis, sabe cuando le pega bien a la pelota. La raqueta hace un sonido. Yo fui sintiendo la afinación frente a mi escritura. Era algo que sólo dependía de mí.
Tu nombre aparece pequeño en el libro. No hay foto tuya a la vista. ¿Elegiste un lugar de menos visibilidad con la escritura?
Es que lo importante es la historia. No es mi necesidad de trascender ni mi ego. En un momento me planteé ponerme seudónimo. Después dije: “No, quiero defender mi proyecto”. No necesito título de campeón.
Lo llamativo es tu recurso de narrar desde el punto de vista de una mujer. ¿Usaste tu costado femenino?
No tiene que ver con eso. Fue un capricho personal. Yo creo en la heroicidad de la mujer. Tengo gran admiracion por mi madre que fue maestra, por mi mujer, por mis hijas.
Justo hablás de la heroicidad de la mujer en una era en que miles de mujeres son golpeadas, asesinadas y lanzadas como basura...
Eso es terrible y yo lo vivo mal. Creo que en un punto tiene que ver con que el hombre no evolucionó. Hay muchos hombres muy primitivos y una sociedad cómplice. No demonizo al hombre, la sociedad somos hombres y mujeres. También hay un brote de fascismo en Europa y un brote de violencia general. Mi granito de arena es pensar a la mujer como heroína, desde el lugar de igualdad. Creo que las marchas de “Ni una menos” sirven como manifestaciones. Pero cuando la sociedad se expresa, el estado tiene que ser contenedor y buscar debajo de la cama al maltratador. Y creo mucho en la educación.
En tu último protagónico, “Taxxi, amores cruzados”, tuviste una heroína muchísimo más joven (Rocío Igarzabal, “Casi ángeles”). No es impedimento un galán de 50, pero no corre lo mismo para las mujeres. ¿No es demasiado tirana la industria?
No pasa sólo en TV. En general el marketing de la sociedad ama la juventud, pero es responsabilidad nuestra la de escribir historias en las que no sea estigmatizante la vejez. Y aclaro, en "Taxxi...", mi productora (CTV contenidos) tuvo participación en la historia. ¡Y decidimos que Cathy Fulop saliera con un chico! (Nicolás Riera). Yo no soy cultor del “Forever Young”.
Leo al pasar en tu novela: “Mi padre decía que la mejor forma de vencer al miedo era lanzarse sobre él”. ¿Cómo fue y es tu relación con el miedo? Llegaste a animarte a producir contenidos para Rumania...
En el libro hay mucho de mí y mucho producto de mi imaginación. Desde chico siempre fui muy espadachín, de ir a la batalla. Al miedo hay que pelearlo, no esconderse. Es bueno, porque si lo sabés llevar, te mantiene en una tensión que te hace sentir vivo. En Rumania, por ejemplo, no se producía ficción y estuve cinco años para convencerlos. Viaje a Bucarest y produje tres ficciones. Soy medio gladiador. Pensar que estudié un tiempito medicina... pero como médico no hubiera sido feliz.
¿Cómo hubiera sido el Doctor Corrado?
Siempre tuve deseos de curar. De muy joven vi dos partos y creo que hubiera elegido como médico estar relacionado con la maravilla de dar a luz. En casa yo parecía el sanador de la familia. Pero descubrí que hasta hablando uno ayuda o sana. Tal vez encontré otra forma de curar, entre comillas: entreteniendo también se puede ayudar. El actor tiene un rol clave que muchas veces se minimiza: el de compañía.
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