Luis Landriscina: "YouTube se volvió mi aliado"
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El favorito de Extrashow.
Retirado de los escenarios desde hace una década, cuenta cómo es su vida hoy, a los 80. Su lucha por recuperar la voz y su fama en Internet.
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¿Se retiró por cansancio o por desencanto?
Decían que 20 años no es nada, pero al llegar a los 40 en el oficio, el doble, yo compartía el criterio de Juan Carlos Saravia (Los Chalchaleros): hay que retirarse en plenitud, no dando pena en el escenario y que te tengan que ayudar a subir. Me fui a despedir a Israel, Canadá, Estados Unidos, Chile, Uruguay, Australia. Una vez se lo dije a Gerardo Rozín: no quiero que un día me llames y me preguntes por qué no me retiré a tiempo. No quería llegar al punto de olvidarme el final de un cuento.
¿Y cómo es la vida después del retiro?
Muy normal, como hombre de familia. Tengo la oficina pegadita al Teatro Ópera y no hago menos de ocho fotos en el trayecto en que voy caminando cada día. La gente se acuerda. Me di cuenta de que YouTube es mi gran aliado.
En la última Feria del Libro fue furor un tal Germán, un youtuber que de algún modo hace lo que hacía usted: contar cuentos. ¿Usted con sus casetes fue pionero de ese sistema?
Lo mío ya está subido todo a YouTube. Me sorprende que se me acerque la gente joven. Digo: “Vos no me podés conocer”. Y es que los padres o abuelos hablan de mí y ellos me buscan en Internet. Yo no sabía lo que era YouTube hasta que una nuera me dijo: “Si tiene la autoestima baja, venga”. Y me llevé la sorpresa: cuentos míos que tienen un millón de visitas.
¿Entonces por qué no romper la regla y regresar al escenario teniendo en cuenta su lucidez y plenitud?
Es que vengo mal de las cuerdas vocales, estoy con fonoaudiólogo. Voy a homenajes, viajo, pero todavía tengo que recuperarme. En febrero me aplicaron ácido hialurónico para las cuerdas, me habían operado en 2013 de un quiste de garganta. Estoy aprendiendo a administrar el aire. Me pone mal la disfonía, una ironía de alguien que vivió hablando. Asumo la edad que tengo. Trato de hacer lo que me dice el médico. Tuve un tumor maligno y me ocupé. Me iba a poner los rayos todos los días. Era dupla de turno de médico con el querido Juan Alberto Badía. Yo bromeaba: “El médico dijo que hay peligro de que me salve”.
¿Lo desilusionaron en algo el medio o el oficio?
Nunca. Lo que yo hago es mi propia terapia. He sufrido una estafa muy grande años atrás, quedé en la calle. Salía de gira para pagar un crédito. Venía con el paquete de plata y no me alcanzaba para los intereses. Un día lagrimaba yo, antes de subir a un escenario. Cuando conté el primer cuento y ellos se reían, me transformé. Otra vez, una señora en tercera fila dice: “Le quiero contar algo. Hace más de dos años me dijeron que me quedaban dos meses de vida. Mis hijos me regalaron una colección de sus discos. Le vengo a agradecer 10 años de vida”. ¡Fui intermediario! Dios me dio el don, no hay escuela para graciosos. Yo trato de administrar este don.
¿Cómo espanta el aburrimiento?
Soy hombre de familia, cocino, tengo mujer, dos hijos, tres nietos que son mis soles (Bianca, Chiara y Luchi). Siempre estoy en algo: ayudo a algún cura, voy a cumpleaños de amigos por todo el país. El humorista ayuda siempre a la gente. En un crucero transatlántico rumbo a Venecia, el año pasado, había 1.500 argentinos a bordo y yo no podía caminar. Me agradecían la risa a lo largo de sus vidas.
¿Podría encajar en la televisión de hoy?
No. Si me dicen: “Haga un cuento rapidito, digo: “Déjelo para otro día”. La velocidad no es lo mío. Soy de los pocos humorista que no tiene tanto apuro para hacer reír. Soy narrador de usos y costumbres. Yo hoy miro mucha tele. Noticieros, a Marcelo Tinelli, al que quiero mucho. Me gusta que haya venido de un pueblo del interior y sea un gran emprendedor e invierta mucho en hacer lo que hace.
¿Y si lo llamara él para algún reemplazo en el jurado? ¿Usted volvería a la actividad?
La gente cree que uno extraña la cuestión mediática, y no, no la extraño. Estoy esperando a estar completamente recuperado de la voz para empezar a aceptar algunas invitaciones. Creen que soy arisco, que me escondo. ¡No! ¡He luchado toda la vida para ser popular! Pero ya hay grandes herederos del humor: Freddy Villarreal, Martín Bossi, Fátima Florez, “El Negro” Alvarez, Hugo Varela, Cacho Buenaventura, Cacho Garay. Y tantos más. A mí, que me vean por YouTube.
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