Valeria Lynch: “Si sos estudioso podés cantar lo que quieras”


Música. Entrevista a Valeria Lynch
La cantante, que canta en el Gran Rex, habla de la fama, de su vigencia y de la vocación artística. Además, recuerda su encuentro con Maradona en México ‘86.

Millones (m-i-l-l-o-n-e-s) de discos vendidos, miles de shows realizados, decenas de hits. Números inexactos, difíciles de contabilizar, que igualmente cimentan y certifican el recorrido de Valeria Lynch, lengua popular y masiva no sólo en Argentina, sino en el continente americano entero.
A esta altura de una carrera en tonos dorados, parece no necesitar de mayores presentaciones ni de grandes desafíos. Sin embargo, y además de mostrarse llana, de charla imparable y franca, hace hincapié en la importancia de ser humilde y, principalmente, de mantenerse “aggiornada y en reinvención permanente”, de cara a sus dos fechas en el Gran Rex, con el show Grande Val, en el que promete la usual fórmula de clásicos + novedades (de su último disco,Valeria con todo) + reversiones + invitados (la murga uruguaya Los Patos Cabreros y el humorista Maxi de la Cruz).
“Por más de que el público siempre vaya a pedir los clásicos, me gusta renovar el show, servirme de otras culturas, otros géneros que me hacen crecer como artista, incluso hoy, con la carrera y la edad que tengo (64)”, asegura.
Aunque no corte tickets como otrora (un ejemplo: hacia fines de los 80 tuvo que agregar más funciones en el Teatro Astros, obligando a cancelar una fecha que tenía programada un grupo de rock pujante en aquella época, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota), se siente vigente en el gusto popular, lo que nota observando al público que la va a ver: “Siempre pregunto quién me viene a ver por primera vez y me llevo una sorpresa tremenda porque te diría que un cincuenta por ciento del público levanta la mano… ¡y son todos jóvenes! Obvio, está el público de mi generación que me sigue a full, que nunca me abandona”.
¿Cómo sobrellevás esos vaivenes típicos de una carrera prolongada como la tuya?
Con los pies sobre la tierra, conviviendo con la fama. Mis viejos me dieron bases firmes, me enseñaron a mantener la humildad, a no creérmela demasiado. Estoy en un lugar de privilegio que sé que no es para siempre, porque los artistas tenemos altibajos. Lo que pasa es que siempre contamos las cosas buenas, nunca decimos: ‘Che, tuve un fracaso bárbaro’ (se ríe). Pero yo los tuve, obvio. Incluso siendo popular: hace poco hubo un show en Lanús, donde se esperaban 60 mil personas, pero llovió a cántaros, se hizo igual y vinieron mil. Soy muy equilibrada y manejo bien el ego, sino la fama te lleva puesta.
Entonces, ¿no te la creés cuando dicen que tenés una de las mejores voces del mundo?
¡No! Me da una vergüenza… vergüenza, vergüenza, vergüenza (se ríe). Lo dijo un periodista del New York Times, después de verme cantar en el Carnegie Hall. Yo tomo clases; fundamental para mantener bien la voz. El instrumento está con uno, si no lo foguéas y no lo preparás, no te sale bien. Mi profesor es Nacho Mascardi, un capo. Me hace cantar lírico, que es lo máximo que uno puede practicar, y yo le digo ‘¡estás loco!’. Admiro y respeto a los cantantes líricos porque son rigurosos, viven para eso, tienen otra forma de cantar. Es distinta al cantante popular: si estás disfónico, cantás igual y zafás, la gente te lo perdona. Pero practico esos ejercicios y me salen.
¿Para qué te sirven?
Para sentirme más segura, para ampliar mi tonalidad… y sobre todo, para sentirme más joven. La edad influye mucho porque te baja las tonalidades, pero yo me mantengo joven como cantante desde el aspecto técnico. Y además, aprendí de estilos: yo soy la mayor vendedora de discos de tango del país… ¡yo! Y no es mi estilo predilecto, ni el que mejor me sale. Pero si sos estudioso y aprendés los modismos, podés cantar lo que quieras. Puedo cantar soul, blues, jazz, chamamé… Canté con todos, grabé con todos.
De Pappo a Lali Espósito.
Sí, de Pappo a Lali… ¡me encantó! Siempre me preocupé por tener un sonido joven, adaptado a la época. Yo no canto la típica balada de manera engolada, melosa, anacrónica. Mi último disco está basado en el pop urbano y el desafío fue adaptar mi forma de cantar.
Hablando de esa diversidad, solés participar de shows donde se juntan cantantes de distintos géneros y épocas. Siendo consagrada, ¿te suma?
Cuando está la música como eje de esos espectáculos, en general, no hay diferencia de estilos. Es una sola, el mismo idioma, aunque nos juntemos baladistas, folcloristas, rockeros. Se genera una camaradería que en otro momento, a lo mejor, es imposible. Quizás las diferencias las provocamos nosotros mismos, los artistas, pero por lo general se genera algo hermoso. Hace poco participé en un acto en memoria los muertos de la tragedia de la AMIA, éramos como setenta artistas, convocados por Lito Vitale: estaban desde la Bomba Tucumana hasta Luis Salinas… ¡y fue muy emocionante! Me acuerdo y se me eriza la piel.
Solés decir que le tenés miedo al escenario. ¿Es tan así?
Si, es verdad. Si yo estoy 10 puntos de la garganta, salgo a matar. Pero si estoy 8, empiezo a dudar. Mi miedo es no cumplir mis expectativas a la hora de encarar un show, porque me ocupo de todo: de la artística, del coro, de la lista de temas, el vestuario, las luces, los arreglos (junto con mi director musical Daniel Vila). Corro con mucha responsabilidad, entonces me genera ansiedad esperando que salga todo bien. Pero cuando salgo al escenario y veo las caritas de la gente, relajo y disfruto. Ni te cuento cuando hice el Colón; dos funciones de corrido. ¡Esos siete pisos se te vienen encima! No dejé de tener miedo nunca (se ríe), pero igual lo disfruté. Sobre todo por el hecho de ser una cantante popular en ese teatro, haber copado ese lugar maravilloso que todos los argentinos merecen conocer.
¿Qué te falta hacer?
Me encantaría hacer el musical Sunset Boulevard, que protagonizó Glenn Close. Toda la vida lo quise hacer, pero recién en este momento me siento lista actoralmente, dramáticamente bien para encarar ese personaje, que es tremendo. La obra es genial, la música es genial. Pero es muy cara. Y en estos momentos está muy complicado emprender algo así, que haya un productor que se juegue a hacerlo. ¡Ojalá pase!
30 años de "Héroes"
Valeria, Maradona y un recuerdo inolvidable
Valeria Lynch y Diego Armando Maradona.
Foto weber Martin
19-7-1997
Valeria es de twittear seguido (@valerialynch, 376 mil seguidores), pero se sorprende al enterarse que en la red hay cuentas que homenajean los 30 años que se están por cumplir de la obtención del mundial de fútbol de México 1986. Como esa que lo narra en tiempo real … ¡de 1986! (@86mundial) u otra que revela fotos inéditas de Diego Armando Maradona en acción durante el campeonato que lo terminó de coronar como el mejor del mundo (@MaradonaPICS). La Lynch lo visitó en aquella concentración que el equipo hizo en el predio del Club América de México. Y su hitazo Me das cada día más se funde con imágenes de la fantasía maradoniana y la épica de la selección dirigida por Carlos Bilardo en la inoxidable Héroes: “Me encanta que me relacionen con esa época de gloria de Maradona, y con una canción me hizo más popular de lo que ya era. También logró que muchos hombres se hicieran fans míos. ¡Te juro que en mis shows los veo llorar cuando canto esa canción! ¡Andá a saber de qué se acuerdan!”.
La maestra Vale
“La vocación de ser artista no la tienen todos”
Un día, 21 años atrás, mientras hacía abdominales en un gimnasio de avenida Las Heras, Valeria tuvo una revelación: “Le dije a Mariana Letamendía, quien hoy es mi socia: ‘Qué ganas de hacer una escuela que integre las tres disciplinas de la comedia musical, canto, baile y actuación’. Me respondió: ‘Hagámosla ya’. Cuando empecé a estudiar no existían institutos así y mis viejos se comían tremendas amansadoras, llevándome de un lugar al otro”, recuerda. Hoy, la Escuela de Comedia Musical Valeria Lynch tiene 15 sedes en Argentina (incluyendo el único secundario especializado con título oficial en el país de “intérprete de musicales y óperas rock”) y una más en Uruguay, de las que surgió gran semillero: entre sus egresados están Laura Esquivel (Patito Feo), Álvaro Teruel (el “cuarto Nochero”) y Josefina Scaglione (trabaja en Broadway). Valeria se ocupa de tomarles exámenes y de estar en “contacto” con artistas jóvenes: “Me recuerdan quién era yo en mis comienzos, y me nutro de ellos. Es maravilloso compartir el escenario con gente joven... mis coristas son cuatro ex alumnos”.
Pero también tiene en cuenta que algunos arrancan con pretensión de fama catódica: “Trato de bajarlos diciéndoles que tienen que desarrollarse como artistas, lo que no se hace de un día para el otro. Me encantan los realities porque visualizan el caudal de talento que hay en el país, pero los programas duran tres meses y ya. Y cuando terminan, los productores dejan de preocuparse por el ganador y pasan a otra cosa. A veces los padres también tiene un nivel de ansiedad muy grande porque el chico triunfe. Y la vocación de ser artista no la tienen todos. Yo me doy cuenta quién sí, quién va a seguir a pesar de todo: esos son muy pocos”.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Jorge Rojas fue papá: "la familia feliz y agradecida por este milagro de la vida"