Dylan para armar
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Premio Nobel de...
...literatura o música? El debate está servido, claro. Aquí, algunas piezas para armar la historia de un artista poliédrico. Y sin dudas, una de las fuerzas más influyentes de la cultura pop. MIRA LOS VIDEOS
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¿Qué se siente?
Antes que nada, dan ganas de preguntarle eso a Robert Allen Zimmerman, más conocido como Bob Dylan:
¿How does it feel con lo del Nobel, Bob?
La misma pregunta que él viene formulando desde 1965 en Like a Rolling Stone, para muchos -incluyendo una gran encuesta de la prestigiosa Rolling Stone-, la mejor canción de la historia del rock.
Si año tras año, el Nobel de literatura genera debate (¡Borges, teléfono!), si otra vez alzarán la voz los que consideran una injusticia haber relegado a Philip Roth (por ejemplo), luego de esta decisión de la Academia sueca las llamas de la polémica arderán con más fuerza. (Un debate que, puertas adentro, en las redacciones, empezó con la consabida pregunta entre los editores de Cultura y Espectáculos: "¿Quién lo lleva?")
La primera pregunta sería: ¿una canción es literatura?
No. Pero una canción bien puede incluir poesía. Y no hace falta googlear mucho para comprobar que nunca, para hablar de un músico, se ha usado tantas veces un término literario: poeta. Por ahí puede empezar a entenderse el premio.
Apenas un ejemplo:
Venid escritores y críticos/ que profetizáis con vuestra pluma/ y mantened los ojos bien abiertos,/ la ocasión no se repetirá,/ y no habléis demasiado pronto/ pues la ruleta todavía está girando/ y no ha nombrado quién/ es el elegido/ porque el perdedor ahora/ será el ganador más tarde/ porque los tiempos están cambiando. (The Times They Are A-Changin', 1964)
Ahora una explicación de dos colegas con algunos pergaminos: "Después de escuchar a Dylan nos dimos cuenta que las letras de rock podían decir otras cosas". Firmado, Lennon y McCartney.
Y otra de alguien que lo conoce muy bien: "Primero me considero un poeta y después un músico". Firmado, Robert Zimmerman.
Lo cual nos lleva a otra palabra clave para entender la dimensión del personaje: influencia. A muchos esa voz nasal -y esa música que puede recorrer tanto el blues como el folk como el rock como el country- les podrá resultar monótona, cansadora. Pero no se puede discutir a Dylan como una de las fuerzas más influyentes de la cultura pop.
Un hombre que empezó convirtiendo el folk en pop (con Blowin' in the Wind a la cabeza), que inventó un nuevo sonido (el folk-rock), que dejó de ser el Portavoz de una Generación para convertirse al cristianismo, que parecía musicalmente seco para renacer con fuerza a partir de 1997 con una -¡otra!- obra maestra (Time Out of Mind), que desde 1988 no deja de tocar menos de 100 conciertos al año con su Never Ending Tour (La gira interminable), ofrece tantos Dylan como dylanitas hay en el firmamento.
Aquí van entonces algunas piezas claves de un Dylan para armar:
EL APODO. Nacido Robert Allen Zimerman -en Duluth, Minnesota, el 24 de mayo de 1941- la adopción del apodo tiene dos historias, como tantas veces nunca confirmadas ni desmentidas del todo por él mismo. La más extendida dice que se lo puso en honor al poeta galés Dylan Thomas. Otra versión indica que su Dylan deriva de Matt Dillon, un cowboy héroe de la serie televisiva Gunsmoke.
LA TRILOGIA ELECTRICA. Increíblemente, en apenas 14 meses -enero del '65 a marzo del '66-, graba tres discazos. Y de paso, al cambiar su acústica Martin por una Fender Stratocaster, patenta un nuevo sonido, el folk-rock. Bringing It All Back Home, Highway 61y Blonde on Blonde no sólo son discos básicos de Dylan: son discos esenciales de la historia del rock. Basta mencionar que allí suenan clásicos como el mencionado Like a Rolling..., Mr. Tambourine Man, Desolation Row, Ballad of a Thin Man, Visions of Johanna, I Want You y Just Like a Woman (por no seguir...).
JOYA PERDIDA. Enemigo de la elaboración en el estudio, su método de grabación son las tomas en directo (sin overdubs, sobregrabaciones). E incluye omisiones incompresibles en sus discos oficiales. La mayor de todas, quizá, es que haya dejado fuera de Infidels (1983) la maravillosa Blind Willie Mc Tell, con Mark Knopfler, de Dire Straits, en guitarra. Sí, una de las más hermosas canciones de Bob Dylan no llegó nunca al disco; de vez en cuando la toca en vivo.
EL ACCIDENTE EN MOTO. Es mítico en su historia. Y marcó un antes y un después en su carrera. Ocurrió a mediados de 1966, justo esa etapa en la que los folkies lo odiaban por haberse vendido a "esa música comercial, el rock". Cada noche de la gira británica era una batalla hostil (¡¡¡Judas!!!!!!, llegaron a gritarle) y Dylan quedó agotado. En No direction home, el excelente documental de Martin Scorsese, se lo puede ver demacrado y diciendo: "No doy más. Van a tener que compararse un nuevo Dylan". De regreso a a casa, manejaba su moto Triumph por una ruta de Woodstock cuando perdió el control y salió despedido. Las noticias eran confusas. Se dijo desde que había muerto hasta que quedaría paralítico. Lo real fue una lesión en las vértebras que lo obligaron a usar collarín ortopédico por poco tiempo. Pero le sirvió para poder alejarse de las giras y entregarse a la vida campestre y familiar en su casa de Woodstock. No volvió a tocar en vivo hasta 1974.
MALENTENDIDO. Y volviendo a Like a Rolling Stone, el tema no está ligado a los Rolling. Es una de las historias más misóginas que ha dado el rock: ríos de lava contra una mujer que Dylan nunca identificó. A partir de ahí, como casi siempre tratándose de sus letras, conjeturas varias. La mayoría señalan a Joan Baez (su romance más mediático), otras a Edie Sedgwick, musa de la escudería Warhol.
INFLUENCIAS LITERARIAS. Sus tres primeros discos (Dylan, The Freewheelin', The Times They Are A-Changin') marcan claramente su fase de cantor de protesta. Clásicos como Blowin' in the Wind, Master of War y The Times... lo convierten, muy a su pesar, en el gran portavoz generacional. A partir de Another Side of Bob Dylan (1964), lo que muestra su nuevo lado es que ya no escribe mirando lo que pasa afuera, ahora cuenta y canta lo que le pasa adentro. E incorpora, además, una clara influencia de lageneracion Beat y el surreralismo a partir de sus lecturas de Kerouac, Ginsberg, Rimbaud, Baudelaire y Breton.
EL PRIMER PORRO BEATLE. Su primer encuentro con los Beatles se produce en el hotel Delmónico de Nueva York, durante la primera gira americana de los fabulosos, en 1964. Dylan iba bien provisto de marihuana y esa fue la primera vez que los de Liverpool probaron la sustancia, según confesión propia. No sería inocuo: les pegó. Tanto Lennon como McCartney dijeron más de una vez que los discos que siguieron (Rubber Soul y Help!) surgieron con una fuerte influencia del cannabis. "En esa época vivíamos colocados", confesó Lennon.
FASE RELIGIOSA. De origen judío (Zimmerman), entre 1979 Dylan se convierte al Crisitianimso, iniciando lo que se conoce su Fase Religiosa. Serán cuatro discos (Slow Train Comin, Saved, Shot of Love e Infidels), con una clara impronta gospel (incluyendo tres corista negras). Y si bien representan lo más errático de su carrera, incluyen joyas como Gotta Serve Somebody, Pressing On, Jokerman o Every Grain of Sand.
EL RENACIMIENTO. Tras el desparejo período de los '80, con la sola excepción unanime de Oh Mercy, Dylan vuelve con todo en 1997 con su disco Time Out of Mind. A partir de aquí su voz será cada vez más cavernosa y su look, el de un tahúr con sombrero de ala ancha, bigote fileteado y trajes estilo Nashville. Desde entonces, no bajó su nivel con grandes discos como Modern Times, Love and Theft y Tempest. Una etapa en la que empieza a ser cada vez menos "rockero" para dedicarse a repasar la amplia paleta de la música popular americana...
PARA VOS, FRANK... Y si esos discos lo mostraban cantando cada vez más en un estilo crooner, no debe extrañar entonces que sus dos últimos discos (Shadows in the Night, 2015, y Fallen Angels, 2016) estén fundamentalmente alimentados por covers del repertorio de Frank Sinatra, que no es otro que el Gran Cancionero Americano, temas firmados por próceres como Cole Porter y Johnny Mercer, entre otros.
LIBROS SOBRE DYLAN. Si viajan, hagan la prueba. Basta ingresar en Barnes&Noble o la Fnac (grandes cadenas de librerías de Estados Unidos o Europa) para comprobarlo. Ningún artista de la cultura rock -ni siquiera Elvis, los Beatles o los Rolling Stones- han generado una bibliografía tan extensa y específica como Dylan. Hay más de 150 títulos basados en su obra. Son muy recomendables los de estos cincodylanólogos: las biografías de Robert Shelton (No direction home, 1986, sólo en inglés) Clinton Heylin (Behind the Shades, 1991, sólo en inglés) y Howard Sounes (La biografía, 2001, Mondadori). Y los dos gloriosos libros que le dedicó Greil Marcus, el gran ensayista del rock (República invisible, 1997, y Dylan en la encrucijada, de 2005, sobre la grabación y consecuencias de Like a Rolling Stone). Y el de Christopher Ricks (Visones del pecado), un estudio de su obra con enfoque, justamente, literario.
Y LIBROS DE DYLAN. Son dos: el muy lisérgico y experimental Tarántula, de 1966, su etapa más... lisérgica. Y su biografía, Crónicas, de 2004. Pasado todo este tiempo, nadie ha demostrado que detrás de esas lineas haya, como es habitual, un ghoswriter (escritor fantasma o "negro"), lo cual convierte a Dylan en un gran escritor... de su vida. Pero seguimos esperando... se lo anunció como el primer tomo de tres entregas. Así que, quién sabe, ahora....
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Apenas algunas piezas -los caminos de la dylanogía parecen infinitos- para tratar de armar la figura de un artista con mil facetas... Tan inmenso que, aún dedicándose a la música, es capaz de recibir un Nobel de literatura.
Por cierto, la mejor forma de leerlo es escuchándolo.
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