Volvió el swing: un baile que hace furor en las pistas
Empiezan por la música y terminan cautivados por la libertad de sus pasos, ya hay más de una fiesta con aires de los años 40 en Buenos Aires
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Nicolás de la Barrera
VIERNES 30 DE SEPTIEMBRE DE 2016 • 18:18
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Una melodía de trompetas, flauta, clarinete y batería suena de los parlantes. En la pista, ubicada en una escuela de danza de Almagro, hombres y mujeres de todas las edades bailan en pareja, tomados de la mano, aunque sin chocar cuerpo con cuerpo. A la vista, podría confundirse con alguna variante del rock and roll, pero no, se trata de algo anterior: es swing, y como ocurría en Harlem, en Estados Unidos, en las décadas del 30 y 40, hoy esta música y sus pasos de baile viven un momento de auge inédito en el país.
El crecimiento del lindy hop, tal como se conoce al baile del swing, un término que, en rigor, hace solo referencia al género musical, hoy puede evidenciarse en la multiplicación de las escuelas que lo enseñan, que solo en la Ciudad de Buenos Aires ya suman más de una decena. "Hace unos años era muy raro encontrar un lugar en donde haya una clase, y si había era semanal generalmente. Pero hoy hay de lunes a lunes. La gente se acerca porque le gusta la música de las grandes bandas, o porque vio alguna película antigua, o porque le gustó el baile de verlo en otro lado", dice José Zarazaga, uno de los directores de la escuela Baila Swing!, ubicada en el Camarín de las Musas, por donde pasan 250 personas en promedio por semana para aprender las marcas y figuras del lindy hop.
En Swing Out Studio BA, Diego Des Justo también enseña los pasos y coincide: "Mucha gente viene primero por la música y después se copa con el baile. En algunos lugares se acercan y nos dicen que no sabían que el jazz se bailaba, aunque en verdad no se trate de jazz exactamente, sino que es swing, de la época de las big bands".
Sin embargo, Maximiliano Prado, director de la escuela junto a Eugenia Della Latta, explica que el camino para llegar al furor actual en nuestro país no fue nada sencillo.
Cuenta la leyenda que hace 15 años, cuando solo unos pocos tenían Internet y nadie se imaginaba que alguna vez existiría Youtube, un profesor extranjero dejó algunos VHS en los que se veían los pasos del lindy hop y que todo nació a partir de esos videos vistos por un puñado de aficionados al rock and roll.
"Acá no había información y no sabíamos bien cómo funcionaba el baile. Aunque teníamos algunos videos instructivos de donde podíamos sacar algo de material, solo mostraban las figuras y no se explicaban completamente los pasos. Eso fue lo que aprendimos los de la primera camada de profesores de Buenos Aires. Inclusive hubo una época en que éramos cuatro o cinco y hacíamos todos lo mismo, así que mirando al otro ya sabíamos de qué número de video estaba haciendo un paso", cuenta Prado, que ya dejó el rock de sus inicios y se dedica exclusivamente a la enseñanza del lindy hop.
En la actualidad, además de las distintas opciones para aprender a moverse al ritmo de músicos como Duke Ellington o Benny Goodman, también hay fiestas dedicadas solo al swing con músicos en vivo, lugares en la semana para ir a bailar e incluso exhibiciones de películas en donde se muestran a las figuras originales del género.
Un baile sin prejuicios
Si bien por lo general es el varón quien lleva el baile y marca los pasos a la mujer, en el ambiente del lindy hop los roles no son inalterables, por lo que a la hora de enseñar, ya no se habla de hombre-mujer sino que la pareja la componen un líder y un 'follower', o sea, una persona que marca los pasos y otra que los sigue.
"Generalmente el líder es hombre y la mujer 'follower', pero la verdad es que muchas veces las mujeres también lideramos, e incluso bailamos mujer con mujer. Lo importante es que cada uno tome el rol que quiera", explica la profesora Gabriela Bangueses. Aun siguiendo los pasos del varón, cuenta Bangueses, las mujeres también pueden proponer cortes y juegos de piernas. "Lo importantes es que estemos conectados entre los dos y con la música sobre todo", agrega.
Y a diferencia de otros ambientes, como el de la milonga, en el que el hombre es quien saca a bailar a la mujer, en el swing, cuenta Bangueses, "es bastante diferente y está todo bien con que una mujer vaya y saque a bailar a un hombre. No hace falta que estén en el mismo nivel de baile sino que lo importante es que tengan ganas de bailar el uno con el otro".
"Que el baile tenga tan poco prejuicio, hace que socialmente integre un montón", explica Manuel Bicain, de la escuela Swing City y creador del Ca.PO.S, el Campeonato Porteño de Swing.
No obstante, como en otras pistas de baile, también el lindy hop tiene sus códigos internos. Por ejemplo, no está bien visto rechazar una invitación para ir a la pista, ya que la idea que se tiene es que aunque alguno de los dos no sepa bailar con habilidad, igual la pueden pasar bien. Bicain explica que la razón de esto puede estar relacionada a los orígenes del swing: "Es un baile social y en los años 30 no era algo que la gente iba a aprender. De raíz, está hecho para que la gente se agarre y empiece a moverse con la música".
"Los pasos no me resultaron difíciles, creo que lo que me costó un poquito es que es un baile no coreográfico", explica Pina Beatrici, de Venezuela, que toma clases en Swing City. "Es todo improvisado, por eso es importante aparte de las clases ir a eventos de swing, y bailar con muchas personas que marcan de distintas maneras y hacen diferentes pasos. Eso enriquece un montón, y si estás empezando decís 'soy principiante' y listo. Pero la práctica de saber leer una marca viene del baile social definitivamente", explica.
Como en la década del 30, hoy las fiestas también incluyen bandas en vivo, mientras que los bailarines recrean aquellos años no solo en sus pasos sino también en su vestimenta: pantalones de cintura alta o vestidos ligeros para ellas; pantalones, chaleco, y a veces, moño para ellos, aunque nada es obligatorio. En el swing, la libertad manda.
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