"Cazafantasmas": Mujeres resistidas


Estrena este jueves
A 32 años de la original, el escuadrón de exterminadores de espíritus está protagonizado por cuatro actrices comediantes, y despertó cierta misoginia.

Que en Hollywood están escaseando las ideas originales no es novedad. Y tampoco que, ante ese panorama desértico, las franquicias se convirtieron en la soja de los estudios. Nunca mejor aplicado al cine un término originario del mundo de los negocios empresariales, porque implica la explotación de una marca exitosa. Mediante diversos recursos: secuelas, precuelas, remakesspin-offs (historias derivadas de la principal), reboots (el reinicio de una saga). Sobran los ejemplos: superhéroes de todos los colores, Star WarsStar Trek, Indiana JonesJason Bourne, etceterísima. Y ahora, a 32 años de su estreno, les toca a Los cazafantasmas. Con la particularidad de que estereboot llega a los cines (aquí, mañana) en medio de críticas impiadosas provenientes de los fanáticos de las dos películas originales. ¿O será todo parte de la campaña de marketing?
En 1984 se estrenó Los cazafantasmas, la comedia más taquillera de los ‘80. Cinco años más tarde llegó Los cazafantasmas 2. Desde entonces se rumoreó que iba a haber una tercera parte, que nunca llegó a concretarse y quedó definitivamente en el cajón del olvido con la muerte, en 2014, de Harold Ramis, uno de los protagonistas y guionistas originales (y director de esa genialidad llamada Hechizo del tiempo). Entonces la secuela se transformó en reinicio, con otro director y otro elenco, bajo la supervisión en la producción ejecutiva de dos intachables miembros del universo cazanfantasma: Dan Aykroyd -el padre de la criatura, además de uno de los cuatro protagonistas originales-, e Ivan Reitman, el director de las dos primeras.
Abby, Holtzmann, Erin y Patty, en plena lucha.
Abby, Holtzmann, Erin y Patty, en plena lucha.
El elegido para ponerse a la cabeza del proyecto fue Paul Feig, que decidió sumar a los cazafantasmas a su curriculum de comedias de impronta femenina (Chicas armadas y peligrosas, Damas en guerraSpy): “Personas graciosas peleando contra lo paranormal sigue siendo la mejor idea del mundo, y todavía había mucho para explorar. ¿Cómo lo haría? Exprimí mi cerebro y decidí reunir a las cuatro mujeres más divertidas que conozco”.
Así que ahora son las Cazafantasmas. Feig recurrió al mismo semillero de comediantes que había nutrido a las dos primeras:Saturday Night Live. Melissa McCarthy -actriz fetiche de Feig-, Kristen Wiig, Kate McKinnon y Leslie Jones, las cuatro nuevas exterminadoras de espíritus, trabajan o trabajaron en ese emblemático programa. Pero ninguno de estos antecedentes entusiasmó demasiado a los fans, que se dedicaron a denostar la película -sin haberla visto- en la web. Por empezar, la cola del filme se convirtió en la que más pulgares abajo sumó en la historia de YouTube (casi un millón al cierre de esta nota). Y los comentarios fueron de lo más agresivos: al rechazo que provoca el reciclaje de viejas ideas, se sumó cierta saña misógina por el cambio de sexo de los héroes.
Kevin (Chris Hemsworth), el secretario de las cazafantasmas.
Kevin (Chris Hemsworth), el secretario de las cazafantasmas.
“Todos esos comentarios, del estilo estás arruinando mi infancia… ¿Cuatro mujeres filmando una película en algún lugar del mundo van a destruir tu infancia? Imagino a esa gente sin amigos ni pareja, sentados vomitando odio en ese mundo de falsedades que es Internet. Espero que se hagan algún amigo”, respondió McCarthy. Y agregó: “Lo que no escriben es que cuando terminan de tipear su mamá les grita ‘Andá a sacar la basura! ¡Tenés 45 años!’".
No sólo los directamente involucrados se defendieron: hasta Judd Apatow, uno de los paladines de la Nueva Comedia Americana, dijo que los que prejuzgan a la película por estar protagonizada por mujeres son los mismos que se entusiasman por la candidatura de Donald Trump. El elenco original, incluyendo al siempre reticente Bill Murray, también salió en defensa de esta nueva versión.
Al final, la controversia no sólo sirvió como publicidad, sino que dio material fílmico: en una escena, las cazafantasmas se ríen de las críticas que uno de sus operativos recibe en YouTube.
¿Cuánta razón tienen los prejuiciosos? Digamos que ni tanta ni tan poca. Es casi inevitable que esta Cazafantasmas salga perdiendo en comparación con la original, por dos razones elementales: ya se perdió el efecto sorpresa, y Murray, Aykroyd y Ramis formaron un trío insuperable. A la vez, no estamos ante una traición absoluta: Feig logró cazar el espíritu lúdico de los cazafantasmas. La mayor objeción que se le puede hacer a su versión es que hacia la mitad empieza a perder ritmo y se toma demasiado en serio a la lucha contra los fantasmas, por lo que termina pareciéndose demasiado a esas películas que sobreabundan en acción y efectos especiales sin ton ni son.
Slimer, que en el original era un homenaje a John Belushi.
Slimer, que en el original era un homenaje a John Belushi.
La historia es muy parecida a la primera, con algunas diferencias. Las más notorias son que aquí hay un villano que provoca la aparición de los fantasmas; está más desarrollado el personaje de la cazafantasmas negra; el cuartel general es otro; y, en el chiste más feminista de la película, en vez de una secretaria, tienen un secretario (Chris Hemsworth), que hace el papel de hombre objeto/rubio tarado.
Por supuesto, hay guiños para los nostálgicos, como los chistes con el cuartel central y el ECTO-1 (el vehículo que los transportaba), un busto en homenaje a Ramis y los cameos de Murray, Aykroyd y Ernie Hudson, y también de Sigourney Weaver, Annie Potts (la antigua secretaria) y Slimer, el fantasma verde (que ahora tiene novia). Pero más que para los fanáticos de las viejas películas, esta Cazanfantasmas está hecha para sus hijos: la idea es que aquí empiece una nueva saga (“infinita”, según el deseo de la productora Amy Pascal). Quédense hasta el final de los créditos y lo comprobarán.
Aquella película que cautivó en los '80
Cuarteto original. Harold Ramis, Ernie Hudson Bill Murray y Dan Aykroyd, el cerebro del filme.
Cuarteto original. Harold Ramis, Ernie Hudson Bill Murray y Dan Aykroyd, el cerebro del filme.
Dan Aykroyd creció rodeado por fantasmas: su bisabuelo era espiritista y su abuelo quería contactar a los muertos con tecnología radiofónica. La historia que escribió originalmente era más complicada que la que se conoció: incluía viajes en el tiempo y a varios cazafantasmas más. Tenía en mente como protagonistas a John Belushi (su gran amigo deSaturday Night Live), Eddie Murphy y John Candy, pero Belushi se murió en el camino -Slimer, el fantasma verde, es un homenaje a él- y los otros dos no se interesaron en el proyecto. Aykroyd pensó entonces en Bill Murray, otro compañero de SNL, y en el director Ivan Reitman, canadiense como él. Reitman decidió involucrar a Harold Ramis, que pulió el guión y se transformó en el tercer cazafantasmas. Tuvieron que negociar por los derechos del título, porque en los ’70 había existido un programa infantil llamado The Ghost Busters. La producción tuvo un presupuesto de 25 millones de dólares, y en total todo el proceso de realización -escritura, filmación, edición- duró alrededor de un año. Después de la proyección interna, los ejecutivos de Columbia no le tenían fe. Salvo el director, Frank Price, que no se equivocó: la película recaudó 291 millones de dólares. Tuvo dos nominaciones al Oscar: por efectos especiales y la canción original, de Ray Parker Jr. Y abrió otros negocios paralelos: dibujitos animados, un videojuego -que Aykroyd considera como la tercera parte- y una secuela, en 1989, ni tan buena ni tan taquillera como la primera.

La tercera parte que no fue
Existió un guión de Los Cazafantasmas 3. Fue escrito en 1999, por Dan Aykroyd, el mismo autor de las dos primeras partes. Llevaba como subtítulo “Hellbent”, transcurría en Manhellton (una versión infernal de Manhattan) y preveía la incorporación de dos nuevos cazafantasmas (uno de ellos, una mujer). Pero Bill Murray se bajó del proyecto, disconforme con el guión. Se pensó en incorporar a Ben Stiller, pero la idea no prosperó. Los años fueron pasando y la muerte de Harold Ramis, en 2014, clausuró la posibilidad.

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