Augusto Fernandes: protagonista, de la escritura al escenario


Teatro.
Director prestigioso cumple por primera vez los roles de autor, actor y director en “1938. Un asunto criminal”, que inicia gira nacional. 

“Estoy en el último acto de mi vida”, dice Augusto Fernandes, y lo asume en plenitud. Pronto estrenará 1938. Un asunto criminal, obra que dirigió, escribió y actúa junto a Beatriz Spelzini y Hugo Arana. Se trata de una producción del teatro Nacional Cervantes, que realizará una gira nacional a partir del sábado 7 de mayo. La primera presentación será en el C.C. Haroldo Conti, de la Capital Federal. 
    Salvo por un reemplazo a Federico Luppi en algunas funciones deOjo x Ojo (adaptación de Acreedores, de Strindberg, que dirigió en 2014), es su regreso a la actuación tras 43 años. “Empecé a actuar a los seis años, porque me llevó mi mamá, que siempre quiso ser actriz y se desquitó conmigo -dice-. Y lo hice hasta los treinta y pico. Después de eso, nada hasta ahora. Cuando volví a ensayar en el Cervantes me pasó algo extraordinario: me caí, me di un golpazo, pero la caída me acomodó una pérdida de líquido en la rodilla que arrastraba hace tiempo. Es decir, después de eso estoy mejor. La actuación me hizo bien en este caso.”
   Fernandes, de padres portugueses, perteneció a Nuevo Teatro y La Máscara, grupos clave del teatro independiente argentino. Vivió en Alemania, donde dirigió en salas nacionales y municipales. Fundó el Instituto Europeo del Actor en Francia. Es decir, la suya fue una relación latente con la actuación arriba y abajo del escenario. Además de ser un estudioso del teatro, indagó últimamente en la astrología. “Es un asunto serio y nació curiosamente por el teatro. Shakespeare era astrólogo. Sabía que el día que me pusiera a estudiar era peligroso, porque soy fanático en todo lo que emprendo. De hecho hace quince años que estudio y es lo primordial en este momento.”
¿En qué te sirve para tus puestas la astrología?
Te da una seguridad muy grande. El gran problema del actor es acertar cómo es un personaje. La imaginación, a veces, es una zona insegura. Con la astrología entendés, por ejemplo, que Yago es Escorpio y Otelo es Leo (se refiere a personajes de Otelo, de Shakespeare). Esa obra es el conflicto entre el sol de Leo, que es pelear de frente, y Escorpio, que es la sombra, lo oscuro, la quinta columna. Es el guerrero en las sombras. Para Escorpio, Leo es un camionero, porque es obvio. De hecho, el tejido de la venganza es un asunto de Escorpio. En 1938 ..., al igual que enOjo x Ojo, sigo la temática del triángulo amoroso y la venganza. Energías muy escorpianas. Aunque es muy curioso, todo el elenco de esta nueva obra somos piscianos. 
Has adaptado varias obras, pero “1938 ...” es tu primer texto como autor. ¿Cuál fue tu relación con la escritura?
Tengo una formación teatral, he leído muchas piezas, hago análisis de textos. Siempre tuve terror de la página en blanco porque tengo muchas condiciones para pintar. Yo siempre pinté. A los 5 años hacía los pizarrones en el colegio. Para mí, la pintura compensa la promiscuidad del teatro. Es casi un trabajo de meditación, no tengo ninguna pretensión de arte, es sólo un trabajo con el color. 
¿La escritura fue una excusa para retomar la actuación?
Cuando vine al Cervantes traje una obra de Pirandello, Enrique IV, porque quería actuar. Pero la obra no pertenecía al repertorio del teatro. Enseguida me puse a escribir y Rubens (Correa, director del teatro) la aceptó. Es que cuando reemplacé a (Federico) Luppi en Ojo x Ojo, hacía 43 años que no lo hacía, y me di cuenta de que todo lo que aprendí fue como actor. De hecho, en Alemania hice seminarios para actores, pero quería dirigir. Y los actores alemanes se dieron cuenta de que yo era uno de ellos. Tuvimos un diálogo especial desde ese lugar. Llevé a Lee Strasberg (fundador del Actor’s Studio). Después fundé el Instituto Europeo del Actor en Francia, y tomé contacto con directores, instructores de un montón de países. Eso me sirvió para entender muchas cosas. Cuando volví a la Argentina me propusieron tres películas para interpretar papeles que no me convencían. A todas les dije que no. Y no me llamaron más.
¿Cómo fue tu vuelta al escenario? 
Cuando tuve que reemplazar a Luppi en esas pocas funciones, me dio pánico. Me encontré con la memoria de la edad. Me acordaba de los textos imposibles, y la memoria actual, la de más corto plazo, me la olvidaba por completo. Pero me pasó algo fabuloso: siempre fui un “actor estreno”, es decir, la adrenalina del debut me jugó a favor. En este caso, estaba nervioso, pero me relajaba más que en la realidad; más que en esta charla. En estos nuevos ensayos en el Cervantes me he vuelto más irresponsable. Arriesgo. No estoy celoso de la equivocación.
¿Podías dirigirlo hace dos años a Luppi, o ya tenía sus marcas muy definidas como actor?
A Federico no lo dirigió nadie desde La Máscara (década del ‘50). Que te crean bueno por años te genera vicio. Federico, cuando ensayamos, siempre me decía “Me estás pidiendo cosas que no puedo hacer”. De joven fue un actor impresionante. Ahora, pobrecito, tuvo muchas dificultades. Es mayor que yo, estaba enclenque y se la arreglaba con su facha. Cuando subí al escenario vi toda la escenografía repleta de papelitos pegados. No era que improvisaba el texto, directamente nunca decía lo mismo. Había cosas que escribía en esos papelitos que eran estupendas. Yo no usé eso, ni la cucaracha. Aquel reemplazo lo hice con seguridad, pese al paso del tiempo. Yo no soy ni director, ni profesor: soy actor. Sé lo que tengo que hacer para que me haga bien. Por eso vuelvo.
UN TRIÁNGULO AMOROSO EN BARILOCHE
1938. Un asunto criminal desarrolla un triángulo amoroso, que transcurre en Bariloche, marcado por la sordidez y la violencia. Es el encuentro de dos amigos: uno de ellos (Augusto Fernandes) le cuenta al otro que tuvo una relación con su esposa (Beatriz Spelzini). El marido engañado (Hugo Arana) siempre lo supo. “Me impresionan mucho los crímenes que están ocurriendo contra la mujer. Por qué razón hay tantos, por qué razón hay tanto maltrato con mujeres, tanta muerte. No sólo en la Argentina. Creo que los roles se corrieron desde que la mujer comenzó a emanciparse”, cuenta Augusto Fernandes sobre su texto. 
Hugo Arana, Beatriz Spelzini y Augusto Fernandes. Elenco de 1938. Un asunto criminal
Foto Diego Waldmann
    La historia de Hugo Arana con Fernandes se remonta a fines de la década del ‘60. “He trabajado con él como alumno desde el año ‘69 -dice Arana-. Siempre nos debimos una obra juntos. Empecé a tomar clases durante la época en que la gente me reconocía por una publicidad que había hecho. Me subía al colectivo y la gente me aplaudía. En ese momento, caí en sus talleres y Fernandes me salvó de convertirme en un imbécil importante. Recuerdo siempre sus clases como situaciones de una gran intensidad. Después dejé la tele y gané un premio revelación de teatro, por La vuelta al hogar, de Harold Pinter, con dirección de Sergio Renán.“ 
1938. Un asunto criminal es la tercera obra que Augusto Fernandes estrena en el Cervantes. Anteriormente dirigió El relámpago (1996), versión libre de Camino a Damasco, de Strindberg, y una versión de Fausto, de Goethe (1988).  
 GIRA NACIONAL. FECHAS Y LUGARES.
Comenzará el sábado 7 de mayo, a las 21, en el C.C. Haroldo Conti (Av. del Libertado 8151). El viernes 13 se presentarán en el Auditorio Mauricio López, de San Luis. El viernes 20, en el Teatro Municipal Leopoldo Marechal, de Moreno. El sábado 4 de junio, en el Cine Teatro York de Vicente López. Luego, el viernes 10, será el turno del teatro Auditorium de Mar del Plata. Continuarán con funciones en Santa Fe, Misiones, Córdoba. Y en septiembre realizarán su temporada en el Cervantes.

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