Guillermo Fernández: "La primera palabra que escribí fue 'Gardel'"
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Música. Guillermo Fernández es Gardel
El cantante habla del musical en el que asume el rol del mito, y de su manera de abordar su historia.
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“Soy gardeliano desde que nací. Te la hago corta: cuando tenía cinco años soñé que estaba en el accidente del avión, y que lo salvaba a Gardel”, dice Guillermo Fernández, con una tonada que destila tango. Y enseguida, agrega: “Por la misma época, un primo me regaló un LP,Carlos Gardel habla y canta en sus películas, y yo pedía dibujar las letras de su nombre, que aparecía en la tapa. Por eso, la primera palabra que escribí no fue ‘mamá’, ni ‘papá’; fue ‘Gardel’. Encima mi viejo, que era espiritista, decía que yo era la reencarnación de Carlitos.”
Menuda carga...
Así es. Y mirá dónde terminé.
Donde terminó el cantante, compositor y productor, que desde aquellos días y por muchos años fue ‘Guillermito’, es el musical Gardel -Teatro Musical Argentino, que el viernes estrenó en el teatro Moliere, en el que recorre la vida del zorzal criollo, a través de episodios ilustrados por un cuidado trabajo de proyecciones y enmarcado en un recorrido hecho de canciones. Una idea que llevó seis años de maduración, antes de subir a escena.
“Con Luis Longhi y Federico Mizrahi trabajamos desde 2001. Juntos hicimos El romance del Romeo y la Julieta, Un amor de tango,El tango es puro cuento... y en algún momento me pregunté si alguna vez se había hecho un musical sobre la vida de Gardel. Averiguamos, y la respuesta fue “no”, así que nos propusimos hacerlo nosotros”, resume Fernández.
El paso siguiente fue recopilar la mayor cantidad de información posible. Y la cosa decantó por el lado de las biografías de Simón Collier y los hermanos Barsky. El primero, según el cantante, más llevadero y fácil de leer, con un tratamiento novelado; el segundo, con el aporte de tres o cuatro versiones de cada anécdota protagonizada por el Mudo. “Eso nos ayudó a elegir la que más nos sirviera a la teatralidad”, explica Guillermo, quien detalla que a partir de entonces Luis Longhi tomó la posta de la escritura del libreto, mientras él ponía en marcha la composición de las canciones propias que se escuchan alternadas con un par de clásicos gardelianos. Tarea que, a la hora de los arreglos y ajustes definitivos, quedó en manos de Mizrahi.
“Hubo una decisión de poner la mirada en algunos detalles no tan conocidos de la vida de Carlitos, que trabajan sobre lo humano, y no sobre el Gardel brillante de los escenarios”, explica.
¿Por ejemplo?
Por ejemplo, mucha gente no sabe que tuvo una novia desde los 14, prácticamente hasta que murió. A la que, dos meses antes del accidente le escribió una carta en la que le decía: “Yo sé que mi corazón no puede, pero te pido que me negocies el rompimiento”, debido a que la familia de la chica lo vivía económicamente. Que tenía una amante, que era Giovanna Retana, que era la madama del Armenonville, y que el amante de ella era el tío abuelo del Che, un Guevara Lynch, que fue quien le pegó el balazo.
Su costado más oscuro.
Algo de eso hay.
¿Se plantearon algún límite, a la hora de mostrar ese perfil menos amable del mito?
Como soy gardeliano, traté de meterme en lo más profundo, en sus miedos y en sus inseguridades, pero para dejarlo bien parado.
Es una elección algo tramposa.
Puede ser. Algunos podrían dejarlo mal parado, pero eso depende de quién lo dice. Nadie sabe cuánto hay de verdad y cuánto de fantasía en su relación con la baronesa de Wakefield, pero sí se sabe que cuando ella apareció, gorda y pintarrajeada, él le dijo a sus guitarristas “¡Isa, que hay tarasca!”. La baronesa existió; era una multimillonaria esposa del dueño de la fábrica de cigarrillos Chesterfield, y los dos estaban enamorados de él. Eso lo sabemos. Lo que no se sabe es si Gardel tuvo algo con ella, o si ella lo bancó. Pero lo cierto es que de un día para otro, él apareció en el Waldorf Astoria, con un piso completo alquilado para él y sus amigos.
¿Sugerir que tuvo algo con ella, pero no con él, cuando decís que los dos estaban enamorados de Gardel, no es un límite?
Ahí está el límite; es verdad. Porque en realidad no se sabe si tuvo algo con los dos. Lo que sí se dice, es que con ella sí pasó algo. Ellos le regalaron un Hispano Suiza, una especie de Rolls Royce de la época, de esos en los que el conductor va descapotado y los pasajeros bajo techo. Y siempre digo lo mismo: la verdad es la que a nosotros nos parece que es. Puede ser la que cuenta Cadícamo, la que cuenta Leguizamo, Collier...
En la obra, aparece su vínculo con Giggio Traverso, puntero del Partido Conservador. ¿Existe un Gardel politico?
Creo que no. Para mí, era un tipo al que le gustaba cantar. A Gardel le gustaba el éxito más que nada en el mundo, y cantaba para Giggio, para los hermanos Traverso, que eran punteros del partido conservador, porque lo ayudaban a cantar. Hay quienes llegan a acusarlo de ‘gorila’, pero él no trabajaba para los conservadores. Cantaba ahí porque lo ayudaban a que pudiera hacerlo.
Algo casi impensable hoy, sin que te marquen con un dedo inquisidor.
Totalmente. Pero en mi caso, tres de mis grandes ídolos son Gardel, Piazzolla y Borges. Y los ídolos de semejante dimensión van más allá de todo.
Vos cantaste mucho el repertorio de Gardel, pero como Guillermo Fernández, ¿Cambia tu manera de hacerlo, al meterte en su piel?
Sí, totalmente. Primeramente, porque usamos su arreglo, y eso te lleva a una métrica musical diferente. Y la gestualidad también te conduce a una sonoridad diferente. Cuando el abría los ojos al final de la frase, era porque se le abrían los senos paranasales, y se llenaba de aire. Y cuando pronunciaba las ‘eres’ tampoco lo hacía porque sí. Era un obsesivo de la voz y de la emisión. En Gardel todo tenía sentido.
Interpretar, sí; imitar, no
“Al principio, me quería traer un peinador, que había trabajado en la puesta de El fantasma de la ópera, que me ponía un pelo especial igual al de Gardel; y un maquillador para la nariz. Pero el director, Ignacio González Cano, me dijo que no, que prefería trabajar en su espíritu desde la gestualidad y la actuación, y que la gente vea a Guillermo y diga: ‘Es Gardel’”, explica Fernández, al describir su interpretación.
¿Cambió el tono del abordaje de la historia, del comienzo del proceso al estreno?
Bajamos cierto desborde dramático. Yo soy cantor de tango, y cuando veo que alguien canta la frase ‘primero hay que saber sufrir’ como llorando, me pregunto por qué lo hace así. Si la letra me lo dice todo, ya está. Y sentía que había escenas en las que la melancolía estaba exagerada. Y como los textos lo dicen todo, no había nada que reforzar.
Un elenco con la camiseta puesta
“¡Todos se matan por el proyecto!”
“La primera versión de nuestro Gardel estaba pensada para 14 actores, pero justo la empresa que iba a producirlo, T4F, tuvo un quebranto y dejó de hacer musicales. Esa misma semana fui a ver Piaf -la de Elena Roger-, y sentí que quería eso: cinco personajes y una historia bien intensa y profunda. Ahí cambió todo”, cuenta el protagonista del musical, y también su productor.
¿Qué fue lo más importante que aprendiste durante este proceso?
Lo que más aprendí es a dejarme llevar. Yo siempre fui la cabeza de todo: produje mis discos, mis shows, elegí mi repertorio. Esta vez, no. Tuve que confiar en la gente que trabaja conmigo, en la que confío totalmente. Todos, puestistas que trabajan en el Colón, que vinieron porque les gustó el proyecto, y porque está González Cano, que es el coreógrafo de Marcelo Lombardero.
¿Y en el caso del elenco, hiciste algún casting?
No. Si hay algo que no me cierra, lo hago, pero en este caso, Alicia Vignola y Anita Martínez, con quien trabajo desde hace tiempo, son tremendas artistas. Y fue Rodríguez quien para el rol de Razzano me habló de Roberto Peloni, que recién había ganado el premio Hugo de Oro. Lo llamé, y me dijo que quería ser parte del proyecto, y se vino a trabajar en cooperativa.
Se puso la camiseta.
¡Todos se matan por el proyecto! Es una cooperativa con productor; yo pongo la guita y repartimos los ingresos. Y cada decisión la compartimos. Hay elecciones que son sólo mías, pero las que tienen que ver con lo artístico, con el escenario, se deciden entre todos.
Dos funciones por semana
“Gardel - Teatro Musical Argentino” va viernes y sábados a las 22.30 horas, en el Teatro Moliere Café, en Balcarce 682. Boletería de lunes a sábados de 15 a 20. Reservas: 4343 - 0777
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