Un ágil y divertido juego de opuestos
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"Educando a Nina".
La nueva tira de Telefe, sobre una gemelas muy diferentes, tuvo un gran capítulo inicial, con personajes pintorescos. Y una Griselda Siciliani fabulosa.
La Mara de Nina: así quedó Nina (Siciliani) anoche, luego del cambio de look para parecer su gemela.
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- Silvina Lamazares
- Editora de Televisión
Tiene un mucho de Lalola, algo de Los exitosos Pells, un poco del clima de Los Roldán y, sin embargo, no se parece a ninguno de los otros programas de Sebastián Ortega. Está el tema de la identidad tomado en clave de humor, está el caso de un personaje haciéndose pasar por otro y está el jugoso condimento popular, recursos usados en tiras anteriores. Pero, con esos ingredientes, Educando a Nina (a las 21.30, por Telefe) presenta receta propia. Y si bien ella lo dijo más de una vez, ayer, en el debut, quedó clarísimo que la nueva comedia de Underground está pensada para Griselda Siciliani. Sin desmerecer a nadie -porque, de hecho, en el elenco hay muy buenas actuaciones- y como diría Diego Maradona, es “Griselda y diez más”. Está sencillamente fabulosa.
Ella es Nina, es Mara y es Nina imitando a Mara, y en ninguna de sus escenas -algo así como el 90 por ciento del primer capítulo-se le superponen sus chicas. Un desafío que sólo una comediante consolidada puede sostener. No es un descubrimiento su talento, pero en Educando... despliega todo su arsenal como actriz, como bailarina, como artista. Y la señal anida en esa búsqueda del matiz que sabe encontrar en plena composición: donde otras, en el episodio inicial, harían un trazo grueso para fijar la idea de quién es quién, ella recurre a la caracterización básica y también a la pincelada sutil.
Es decir, queda claro cuál es la cheta arrogante, hueca y malcriada, y cuál la piba de clase baja que sueña con brillar en el cuarteto. Mara y Nina son gemelas y opuestas. Y la Mara que imita Nina tiene una deliciosa combinación de las dos. Riquísimos personajes que Siciliani aprovecha con suma gracia.
El disparador de la historia es la detención de Mara en Palma de Mallorca, por droga que alguien le escondió en su bolso, situación que su padre (Juan Leyrado) quiere ocultar en beneficio de la imagen de su prestigiosa editorial. Su mano derecha, Patricio (Diego Ramos), descubre en la TV que una corista del cuarteto del Bicho es idéntica a Mara. Entonces van en busca de Nina, para que por unos días se haga pasar por la hermana que no sabe que tiene.
Nina en su colorido mundo del cuarteto. Es corista, sueña con ser solista.
Con libros de Ernesto Korovsky, Silvina Frejdkes y Alejandro Quesada, la tira no tiene mejor pretensión que entretener a toda la familia. Y seguramente lo hace, con personajes muy pintorescos (quizás habría que bajarle la intensidad del exagerado tono cordobés que tienen algunos), con logrados cuadros de un universo y otro, con diálogos desopilantes (imperdibles los ping-pong entre Nina y su mejor amiga -Jorgelina Aruzzi- y entre Mara y Patricio).
En una televisión en la que a la ficción argentina le está costando posicionarse frente al aluvión turco, coreano y brasileño, Educando a Nina tiene -al menos por lo que mostró anoche- los boletos necesarios para ganarse un buen lugar en el podio: una historia simpática, un relato ágil, muy buenos actores y una gran comediante como punta de lanza. Si con todo eso no se puede...
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