Los millennials y sus problemas con la intimidad


Festival de Mar del Plata
“People That Are Not Me” es la opera prima de la israelí Hadas Ben Aroya, sobre el amor y la incomunicación.
Sale al escenario del Auditorium antes de la proyección. Tacos altos, minifalda, blusa escotada, sonrisa kolynos: “Me esforcé mucho para hacer una película buena, así que más vale que la disfruten”. Se apagan las luces y la sexy Hadas Ben Aroya vuelve a aparecer, esta vez en la pantalla, y en topless. Durante 80 minutos la veremos tratar de conectarse afectivamente con algún hombre, sin éxito, protagonizando su propia opera prima, People That Are Not Me, una de las sorpresas de la Competencia Internacional.
“No pensaba actuar. De hecho, estuve buscando una actriz durante dos años. Hice muchas pruebas de casting y al final decidí que tenía que hacerlo yo. El mayor desafío era dirigir a la protagonista, algo que de esta manera se resolvió. Y el director de fotografía era muy cercano a mí, en ese momento era mi pareja, así que me entendía a la perfección y me recordaba todo lo que yo olvidaba”. Esta israelí de 28 años tiene más aspecto de estrella de cine que de directora. Y en la película se desenvuelve con una naturalidad asombrosa, sin inhibiciones para ponerles el cuerpo a las escenas de las relaciones sexuales frustrantes que padece Joy, el personaje central.
Pero no es una película sobre sexo, sino sobre la incomunicación. En Mar del Plata, las conferencias de prensa posteriores a las proyecciones son un espectáculo en sí mismas: el público -75% de jubilados- es mayoría y puede ocurrir cualquier cosa. Esta vez, un señor tomó el micrófono para increpar a la actriz-cineasta: “El amor libre ya existía hace 50 años, pero con más contenido. Acá todos se acuestan con todos sin sentido. Por suerte es linda...” Ella se rió, le agradeció “la honestidad” y le explicó: “Ese no es el tema, en absoluto. Es más, no hay una escena completa de sexo. Lo que quería mostrar es que mi generación, la de los milenials, de entre 25 y 35 años, tenemos un problema con la intimidad. Nos resulta fácil tener relaciones sexuales, pero no comunicarnos, ser honestos, auténticos. No nos dejamos conocer y, cuando lo hacemos, nos sentimos débiles”.
Los vaivenes sentimentales están contados con frescura y gracia. Joy viene de una ruptura reciente y, mientras trata sin éxito de recomponer esa relación, se siente atraída por Nil, un narcisista que le da cabida sólo hasta cierto punto. En el medio aparece Owen, que es más afectuoso pero no tiene química con Joy. “Los personajes están en tres niveles. Está el que es fuerte, canchero, pero no sabe explorar sus sentimientos. El otro expresa las emociones, pero es débil y está a merced de Joy. Y ella está en el medio: quiere ser fuerte y tener el control, y a la vez decir lo que siente, pero no puede”.
Dado el eterno conflicto en Oriente Medio, suele esperarse de Israel un cine político. Ben Aroya es una de las excepciones: “Casi todas nuestras películas lo son, por eso yo no quería hacer nada cercano a la política. Quizá la situación nos afecte de algún modo en las relaciones sentimentales, pero yo no quería poner el foco ahí. Por eso, también dejé a la familia y las amistades fuera”.
Para el catálogo del festival, escribió: “La sociedad occidental les enseña a los jóvenes que son como pequeños unicornios especiales. Bueno, yo no. Y quería hacer una película sobre todos aquellos que crecieron pensando que eran unicornios, sobre mis amigos y sus vida no-unicornianas. (…) Con suerte, si el espejo que pongo es lo suficientemente claro, los haré reír al verse a sí mismos intentándolo”. Un objetivo largamente conseguido.

La entrega de premios 
 Aunque el domingo se proyectarán películas durante todo el día, y el sábado será la ceremonia de clausura de esta 31ra edición del festival y se conocerán los ganadores de los premios de todas las competencias, incluyendo el Astor de Oro a la mejor película de la Competencia Internacional. Ayer se vieron las dos últimas de esta sección: la rumanaScarred Hearts, de Radu Jude, y la argentina El futuro perfecto, de Nele Wohlatz. Scarred Hearts (Corazones cicatrizados) es una nueva muestra del gran momento que atraviesa el cine rumano. Basada en la novela autobiográfica homónima del rumano Max Blecher, es natural asociarla a La montaña mágica, de Thomas Mann: transcurre en los años '30 y muestra los días de un joven internado en un sanatorio cercano al mar, donde permanece postrado y enyesado a causa de una enfermedad en la columna vertebral. Filmada con gran sensibilidad, es candidata a ganar algún premio.
En El futuro perfecto, la alemana Wohlatz mezcla documental y ficción y se basa en sus propias experiencias como inmigrante para contar la experiencia de Xiaobin, una china recién llegada a la Argentina que tiene que aprender castellano antes de entrar a trabajar en el supermercado de su tío. Una película atípica, con la lupa puesta en hechos y gestos mínimos.

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